Llega una hora en que todos duermen (o casi todos)
los quiltros las garrapatas las sombras
los cabros chicos las abuelas los ratones
y en el cerro Mariposa el verano toma forma de cerveza
en una tarde en que el reloj se cae a pedazos
y gotean los techos de las casas
y se acaba una botella y llega otra
a llenar la letanía de un domingo abochornado
un domingo en el que todos duermen
(o casi todos)
como en el más fatal de los cementerios.