Cada día que pasa
resbalo más abajo
me clavo espinas en las manos
y mi boca traga el polvo
que el camino arroja
con indiferencia celestial.
Mis ojos
buscan la última palabra
que alguna vez
me habló del amor.
Pero ya nada queda.
Solo la caída diaria
por las mejillas del olvido
entre rosas escuálidas
que olvidamos regar.Inédito