Entre trolebuses y ascensores
voy raspando la vida que me llega
como una criatura hambre
soñando cucharas infinitas
Bajan por los pasajes los vientos
las escarchas de los pies miserables
se quedaron planchadas en el
cemento que se viste de patrimonio
siento nubes agrandadas en mi pecho
un racimo de raíces sacadas de
lo más profundo de la quebrada
hervidas en un tiesto pálido
podrían ser los caseríos pobres
esparcidos en los cerros del
siglo el origen de la pluma
que se mueve entre las hojas
plumas y hojas otoños y aves
hombrecillos quebrados en
su columna vertebral azotados
por ser indios y saber leer
puede ser el trolebús el ascensor
el espíritu del burro de carga
que sube y baja sin pena ni
gloria por los arenales de acá
en una época que se quedó
escondida como un fruto
prohibido de tomar según
las horas que corran por la ciudad
todo se parece tanto a la faz
de la explotación del hombre por
el hombre como hace un siglo cuando
el obrero alzó su músculo y su hoz
Qué pasará entre medio de las casas
cuando llega la noche el silencio
las escarchas las heridas abiertas
y los niños que mueren sin saber
***
Un cargador de sacos
de todo tipo
un chofer de una especie de bicicleta
que afila cuchillos
una mendiga
que no despertó más
un niño que nació
para nacer mil veces
un anciano que recién ahora
supo un gran secreto de su vida
quién está al otro lado de la ventana
quién es el pájaro que vuela lejano
anoche golpearon a la puerta
estaban pidiendo algo de comida
hay hambre en la ciudad
aunque tú no lo creas
es tan sencillo detenerse
mirar y escuchar
y encontrar
estas caras que te cuento
***
En estos días
en que me levanto tan temprano
y no tengo en mis manos
nada más que sobras
qué será de esa vieja cordillera blanca
que con mi padre recorríamos
buscando animales?
Sucede que la vida me derrotó
y no soy más que un fantasma
que la gente esquiva con temor
en las calles vitrinas de la ciudad
y yo sé que voy ardiendo miradas
pero que será de esa cordillera
donde los días parecen ser mejores?
La alta cumbre no pedía monedas
para tomar un conejo y asarlo
las botellas no rompían las cabezas
de nadie y entonces
qué hago yo aquí
entre piojos y cartones?
Está la cordillera arriba todavía?
Amanece
claro que acepto un vaso de vino
el calor le viene bien al invierno
por qué solamente nosotros
nos damos cuenta de estas cosas?
Se precipitan las vidas las casas se caen
y no hay dibujo más certero que éste?
Se precipitan las vidas?
Se abrirán algunas vez las puertas?
Bajando por calle Clave
podríamos encontrar algo
que amanece
en un vaso de vino
y sin nada en el bolsillo
En estos días
en que me levanto tan temprano
y no tengo en mis manos
nada más que sobras
qué será de esa vieja cordillera blanca
que con mi padre recorríamos
buscando animales?
*Extraído de "Caraja, Cortoletrajes y Silencios". 2008.-
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