27 de julio de 2010

El siglo de Nicanor Parra

Por Absalón Opazo Moreno.-

Mueren calendarios, pasan inviernos, veranos, otoños, y Nicanor Parra sigue entre nosotros. Lo imagino en las frías mañanas de Las Cruces mutando su piel hacia una dura escama dinosaurio de piedra popular. Y me emociono al concebirme como receptor del mismo océano que respira el hermano y mentor de Violeta Parra, hoy, ya bien entrado el siglo 21. Pienso que no ha pasado tanto tiempo, no son tantos los años que nos separan de ellos, de Violeta, De Rokha, Neruda, Víctor. En cierta medida somos su época, somos el pueblo que los hizo escribir y crear.

Escarbo en el siglo de Nicanor. Examino la casa. Encuentro revistas, fanzines, libros, suplementos, fotografías, distintas etapas del poeta. Por esas bendiciones de la vida, tengo la suerte de contar con un potente archivo histórico de revistas chilenas que permiten conocer el siglo pasado de boca de sus protagonistas, en el instante mismo de los acontecimientos. Y entre medio de todo encuentro a Nicanor, en la portada de una revista Ercilla correspondiente a la semana del 14 al 20 de agosto de 1968. Parra aparece en la portada - a color - con el título: “Apogeo del antipoeta”. Autor de la crónica: Antonio Skármeta.

Lo primero que impresiona es la amplia cobertura de una revista de circulación nacional para un poeta: portada y cinco páginas interiores con una gran entrevista acompañada de fotos, poemas y artefactos inéditos. El texto es interesante y demostrativo del enorme impacto de Nicanor en las letras nacionales de aquel entonces. Permite entender la proyección de su obra hasta nuestros días. Revisemos un extracto:

-Usted ha dicho que su poesía ofrece un enfoque antropológico. ¿Qué es eso?
“El hombre expresado en todos sus pormenores. No tan sólo de la cintura para arriba, sino también de la cintura para abajo. Lo que yo traje a la poesía fue la vida”.
- ¿Y Neruda, no?
“No. Neruda traía el canto, el himno”.
- ¿Y Huidobro?
“Era un pájaro precioso que hacía lindas acrobacias en el jardín de espaldas a la realidad. El mundo del poeta ‘pequeño dios’ es un escenario donde no ocurre nada realmente dramático. Pero yo aprendí de Huidobro la libertad del movimiento”.

Los poetas bajaron del olimpo, o Parra subió hasta allá y los hizo sangrar.

Otro párrafo destacado de esta entrevista tiene que ver con el concepto del interlocutor, sobre todo si hablamos de antipoesía:

- Se advierte que la coloquialidad de su poesía es lograda en vista de cierto interlocutor que se tiene en cuenta.
“Sí. Hay un diálogo con alguien sicológica y socialmente determinado. El discurso del poeta debe ser sicológicamente coherente. Hay cosas que yo no le podría decir a ciertos interlocutores”.
- Pero en la poesía usted tiene que concebir un lector “en general”. ¿Cómo visualiza ese interlocutor abstracto que lo enmarca?
“Aún así toma el carácter de una persona concreta. Pienso dentro de mí visualizando a alguien: ‘Si yo le dijera estas cosas a este ñato, las pesca al vuelo’. Además, cada vez que dialogo estoy captando mecanismos que serán muy útiles en mi poesía. Estudio y gozo de las normas de la conversación”.

Skármeta no se queda atrás y se manda una frase para el bronce:
“El antipoeta ha hecho lo que todo gran poeta hace con su pueblo: fundarlo en el lenguaje”. Parra responde con un artefacto: “Mariposa. Para ver cómo vuela, hay que arrancarle las alas”.

SIGLO 21

Motivado por amigos, participé en un concurso de poesía organizado por estudiantes de la Universidad Católica de Valparaíso que tienen una revista estudiantil de literatura llamada “Gotera”. Obtengo mención honrosa y soy invitado a la premiación, donde además de un diploma, me regalan un ejemplar de la revista que contiene una de las mejores crónicas que he leído sobre el Nicanor de nuestros días. De forma sorprendente, este hermoso y fundamental texto no lleva firma, sólo título: “Buscando al Miserere”.

Es imposible que otro título resuma tan bien a la poesía chilena en todos sus siglos de vida. El último poeta fundador vivo de Chile, a sus 92 años, busca en google un poema perdido de su juventud, escrito por un personaje famoso: Domingo Gómez Rojas, protagonista de una revolución anarquista en 1920 y “muerto loco en una casa de orates”, según el propio Nicanor, producto quizás de la tortura y la golpiza policial. “Todo un personaje”, dice el poeta en la crónica, que está escrita con un tono tan familiar, que el lector atento podrá visualizar detalles fabulosos: un ratón que se come las migas que Parra deja a los pájaros, un notebook conectado a internet, la visita del hijo del poeta y la lengua que Nicanor saca cada vez que advierte un chascarro o algo por el estilo. Y la búsqueda del Misere, obvio.

El autor de esta notable crónica, publicada en la revista Gotera el año 2007, finalmente logra dar con el Miserere en google. Nicanor no lo había encontrado y estaba “loco” porque se le habían olvidado los primeros versos del poema, que simbolizó y representó a toda una generación de poetas chilenos:

Miserere
Domingo Gómez Rojas
1920


La juventud, amor, lo que se quiere
ha de irse con nosotros. ¡Miserere!
La belleza del mundo y lo que fuere
morirá en el futuro. ¡Miserere!
La tierra misma lentamente muere
con los astros lejanos. ¡Miserere!
Y hasta quizás la muerte que nos hiere
también tendrá su muerte. ¡Miserere!


En la foto, funerales de Domingo Gómez Rojas. 40 mil personas reunidas en Santiago para despedir a un poeta anarquista.

Desde la crónica de la revista Gotera, Nicanor dispara: “El error de los poetas jóvenes es la filosofía del avestruz. El hombre común y corriente lee farándula y se entretiene. El poeta joven se aísla de la farándula y deja de ser un hombre corriente. El poeta debe ser común y corriente. Debe ganarse el pan con un trabajo. Ese es el error, no se vive de la poesía, primero hay que ganarse el pan, para que a los 90 años puedan estar sentados en una terraza mirando el mar”.

El párrafo es demostrativo de un texto que logra mucho contenido mediante una escritura cercana, con cariño e ironía, y con numerosas conclusiones e ideas donde se desliza un Nicanor Parra vital, pensante y sagaz, “que de vez en cuando anota algo en su cuaderno” y bebe vino en el almuerzo, recitando en voz alta algunos pasajes del Miserere.

Valparaíso aparece también en otro hermoso diálogo con el autor, sobre Ruben Darío y el monumento a Portales, hecho por Nicanor, y que está – o estuvo – en la avenida principal del cerro Los Placeres. Otra joyita es una respuesta de Parra a una pregunta sobre la importancia del autor: “lo único que queda para su existencia es digitalizarse y reciclar compuestos y químicos nucleares”. “No entiendo ni carajo” dijo el autor de la crónica, a lo que Parra respondió: “Es la falta de farándula”. Y volvió a sacar la lengua.

Pienso que este enorme siglo de Nicanor Parra debe alertarnos sobre aspectos esenciales de la cultura popular. La recopilación de expresiones populares, del habla cotidiana, la recuperación del sentido del arte, en cuanto a imagen, hacia lo colectivo, y la ubicación actual-real de la poesía en la sociedad. Revisemos un último párrafo, narrado por el autor de la crónica:

”… le digo que aún existen personas que prefieren el poema 20, y que disfrutan de la poesía poco elaborada, y hasta leen poemas mientras carretean, que yo soy una de esas personas y él responde que sabe que existen, pero son los menos, y que son extravagantes, extraños, y utilizan la filosofía de la avestruz, escondiendo la cabeza de lo que está pasando, porque, de seguro – dice – a esas personas no les interesa la farándula, y se esconden de ella, cuando lo que se debe hacer es ir más allá de la farándula, porque existe por algo y eso es lo que hay que lograr averiguar. Termina diciéndome que esas personas no son aceptadas en ninguna parte, salvo en las carreras de pedagogía. Y ríe como un condenado”.

El próximo cumpleaños de Nicanor Parra es el domingo 5 de septiembre. Cumple 96 años. A su salud, antipoeta.