La vida moderna no nace del vientre de las madres.
Se usa del cerebro la misma capacidad que un ganso.
Se es un rebaño de plástico atado a los estantes del mundo.
Indignan las petroleras haciendo de la Patagonia un queso gruyere
pero jamás se replantean esos autos,
más debajo del techo de uno mismo,
ni la contradicción de no ser nunca para ser seguros.
Se aman los rótulos pegados a la piel
las estampilladoras que le ponen números a las cosas
el obtener fianza cada mes.
Horroriza lo que informan los televisores
ni la contradicción de no ser nunca para ser seguros.
Se aman los rótulos pegados a la piel
las estampilladoras que le ponen números a las cosas
el obtener fianza cada mes.
Horroriza lo que informan los televisores
pero no los trajes ni las corbatas:
se anda como un conjunto de moscas
se anda como un conjunto de moscas
rediseñando la carne. Siendo.
La vida moderna es -justamente- moderna
La vida moderna es -justamente- moderna
por estas cosas.
Después de todo, nadie quiere quedarse fuera
de la gran teta del tiempo.
Carlos Gallegos, "Dios me dio la bendición de ser ateo".
Publicado en Chile por Ediciones Periféricas (2013)