16 de mayo de 2020

Perdidos


Recorríamos la aldea, en la noche, sintiendo los temblores, las réplicas del terremoto; escapábamos de las piedras, cayendo por las quebradas; éramos suicidas, aguerridos suicidas drogados por la terrible paradoja de no querer estar, de tener que estar, de ser piel humana en vez de piel puma, piel guanaco, piel azul de ave; los rituales despertaron en nosotros y el desierto tuvimos a nuestros pies; la alfombra lunar del cosmos fue partitura imposible para nosotros, y nos quedamos desterrados en las cuevas de los volcanes, sin frío pero solos, terriblemente solos. Después decidimos marchar, pero habían pasado años. No encontramos el camino de retorno a la aldea, no comprendíamos bien qué había pasado.