Miro el cielo que envejece sobre mí.
El barrio reaparece entre la neblina.
Sonidos de perros ausentes
lamen las hojas secas, pienso,
mientras las casas retoman su forma
y los árboles acomodan sus ramas
para saludar a los fantasmas que
despiertan a esta hora, pienso.
Los antepasados. La hora última
Los antepasados. La hora última
de sus ojos mirando al techo
en estas mismas casas, pienso,
y ahora ya son fantasmas o
perros ausentes ejercitando
el lento movimiento
del envejecimiento personal.
La dulce muerte cotidiana
deshojando mis manos,
pienso.La dulce muerte cotidiana
...