Yo
estaba en la playa Portales. Vi a la marinería aparecer desde las sombras, como
espectros de la conquista. Blancos, armados, con odio.
Yo estaba en Sumar. Dormí en paz. Me soñé en la fábrica, con mi canilla
metálica en las manos escuchando a mis compañeros cantarse entre sí.
Yo estaba en Indumet, jugaba dominó cuando mi padre llegó repentinamente en un
soplo. Me levanté, salí, encendí un cigarrillo, pensé en él.
Yo estaba en Placeres, en la quebrada, cansado, sediento, sin nadie. Ninguna
hoja se movía.
Yo estaba en Cauquenes, vigilando el predio, con un mate en la mano,
convencido, convencido de la justa entrega de mi corazón campesino.
Yo estaba. Yo estaba.