Ya te busco, ya te encuentro
pero las lunas del universo
no bastan para explicar tu voz;
te vas, regresas, te vuelves a ir
y tus manos siempre quedan
marcadas en la arena mojada
de mis ojos; no sé por qué,
por qué tienes que irte;
vas y vienes y te encuentro
como una semillita tierna,
brotando como la música
de un amanecer en La Plata;
de un amanecer en La Plata;
pero ya te fuiste de nuevo
y sólo quedo yo, yo y mi vaso,
solo yo y la pesada ausencia tuya,
desmesurada, fría,
imperturbable como este papel.