22 de noviembre de 2012

DOS PÁRRAFOS SOBRE “NUEVA RESIDENCIA”


“Con este poemario estoy cerrando una etapa muy importante en mi experiencia poética. Es un período marcado por la partida de familiares cercanos que de cierta forma, orientaron mi interés por la literatura y especialmente por la poesía. Tanto Periferia como Caraja, mis anteriores trabajos, tienen el elemento común de la historia ancestral, de los antepasados como figuras de enseñanza y valor, quizás no tanto como ejemplos de persona pues todos tenemos defectos, pero sí como iluminadores de un camino, de una forma de encarar la vida. Nueva Residencia es el canto final, el último guiño a la materia que se transformó en polvo, una elegía donde me despido definitivamente de mis muertos tras experimentar poéticamente su presencia en los elementos de la naturaleza, en los jardines, en las abejas y las mariposas, en los caminos de las flores y en la vieja aldea cuyos campesinos siguen trabajando la tierra “con los mismos gestos de hace un siglo”, a decir de Teillier. Justamente, son esos preciados ingredientes que componen el maravilloso concepto de lo lárico, la poesía de los lares, de la frontera, los que componen esta Nueva Residencia, que si bien es un adiós, al mismo tiempo es un hasta siempre, porque pase lo que pase, siempre a nuestro lado estará la tierra, el aroma de sus jardines y la belleza del vuelo como metáfora de alimento y expansión”.

“Todos tendremos en algún momento una Nueva Residencia. La tierra, el árbol, el surco que alimenta la semilla con agua, el camino que nadie ha transitado, la abeja que parece errante pero que sin embargo tiene plena conciencia de la búsqueda floral de un tesoro para llevar a su colmena. Pienso que esa maravilla de la naturaleza tiene mucho que ver con la transformación de la materia, pues la materia es espíritu y el espíritu energía, entonces esa sabiduría que de repente nos sorprende en la naturaleza, no es más que la gloriosa armonía del universo expandiéndose, y la muerte humana no es la muerte oscura del purgatorio y el infierno/cielo católico, sino la integración de nuestras vidas a la canción luminosa de ese universo en expansión. Por eso me identifico plenamente con la visión de Jorge Teillier, en el sentido de que lo importante en la poesía no es lo estético, sino la creación del mito y de un espacio o tiempo que trasciendan lo cotidiano, utilizando lo cotidiano, donde el poeta no debe significar sino ser. En mi caso, la Nueva Residencia fue una hermosa revelación, que terminó por desatar un pesado nudo que cargué durante años en mi pecho, esa pesadumbre de la muerte, de la desaparición de la carne y la voz, sólo superada por el canto de los jardines azules que encontré vagando solitario por los confines de una bucólica república personal”.

Absalón Opazo, Buenos Aires, Noviembre 2012.-