Las cuatro estaciones
Esa taza de café
que dejaste sobre la mesa
un día de invierno
marcó su calor en la madera.
El vaso que quebraste
esa noche de primavera
estaba lleno de vino
que manchó camisas y manos.
Y el desnudo
de ese verano que pasó
era el deseo campestre
del camino de tierra.
Y en otoño de nuevo eres mía.
Vivida y asombrada,
plena y absorta,
en las cuatro estaciones.