Poema de Carlos Aprea (Argentina)
Amanece y abrimos las ventanas
a la claridad y al dulce perfume
de las flores de Chile.
Sobre el seno de Reloncaví,
una pequeña caleta adormecida
guarda el descanso de los
barcos de pesca.
Sobre el redil redondo de la tierra,
perfecta esfera líquida, el sol
dora los mástiles coloridos,
despierta a los marinos,
y la pequeña flotilla de juguete
sale a la mar.
Volverán por la tarde
siguiendo el derrotero de la luna,
cargados de peces y moluscos extraños;
en las casitas del poblado
brotará el humo de las cocinas
y las roncas palabras del festejo.