El borde de la cornisa
en la punta de tus labios
El vacío agigantándose
en el mareo de tus pezones
La amígdala que somos
en el pareo de tu cintura
Una playa como antídoto
de tu escarcha marchita
Ave lejana vociferando un
viejo poema sabor salmuera
Fogata o templa pagana
con la molusca abierta
admirándose
como al principio de los principios
Luego el borde de la cornisa
y el hielo azul en vaso
que bebimos
alguna vez
en el fin de los confines
en el éxtasis del ocaso