Reproducimos a continuación una entrevista con el poeta argentino Carlos Gallegos, realizada por la revista Literatosis de Rosario, Argentina. Gallegos ha sido publicado en Chile por Ediciones Colectivas Periféricas, con las plaquettes “Dios me dio la bendición de ser ateo” y “Animales sueltos”. También, en febrero de 2015, participó del encuentro de escritores Letras en la Arena de caleta Horcón, donde presentó el trabajo de su editorial, Árbol Animal.
-¿Cómo
surge tu relación con la poesía o cuándo empezás a escribir poesía?
Resp: Mi
relación con la poesía empieza desde muy pequeñito, no con la literatura, sino
con lo poético. Mi madre era analfabeta por injusticia, ya que nunca tuvo la
oportunidad de asistir a una escuela, dado que se crió siendo mano de obra
esclava hasta sus 21 años. Sin embargo, fue ella quien me enseñó a ver lo
poético de la vida. Ella que nunca tuvo la oportunidad de leer un libro, leía
de manera sumamente personal la vida. Con ella aprendí a amar a los animales, a
sentir empatía con ellos, a comprender la naturaleza de las plantas, su
belleza. A amar un patio lleno de sol en el fondo de una casa de barrio y a
sentir y saber que ese patio también era el mundo. Para mi madre la vida era
una enorme fiesta y en esa fiesta estábamos todos. Ella lo sabía. Y sabía
también de forma natural que cualquier afrenta a esa fiesta era una injusticia
y así nos lo decía. La poesía llegó luego. Cuando tenía 12 años, la maestra de
“lenguaje” leyendo una descripción que hice sobre una lámina con campo y
vacas, me dijo: Carlos, vos tenés que
ser escritor, escribís hermoso, y yo le creí. Desde esa edad escribí casi sistemáticamente
cada día hasta mis 40 años. Hay que
tener cuidado, evidentemente, con lo que se le dice a un niño. ¡¡¡Jaja!!!
-¿Cómo
fue el proceso de escritura de Hospital Psiquiátrico?
Hospital
Psiquiátrico es mi tercer libro en teoría, en medio hay miles de poemas
escritos, tirados y/o perdidos. Es el segundo de un libro doble, se podría
decir, ya que lo escribo como continuidad de Hospital Público, libro (casi
fotográfico) escrito en su totalidad en la cama de un hospital tras un
accidente de tránsito. Los poemas de Hospital Psiquiátrico tienen la misma
característica que los de Hospital Público, que es la de ser escritos en el
lugar de los hechos y casi fotográficamente. Se podría decir que estos dos
libros son de algún modo mis dos primeros trabajos como documentalista. A su
vez son los dos primeros libros donde escribo sin la intención de ser poeta o
escritor. Ya venía peleado con algo que venía sintiendo desde hacía un
tiempito, y que era que uno no puede escribir por una intención y mucho menos
por una pretensión. Que la escritura debía ser producto de una experiencia
vivida, de un compromiso, de una necesidad vital, no la obra estética de la
pretensión de ser tal o cual cosa. Por ello en estos dos libros abandono
cualquier preocupación estética y dejo que el poema cree su aire. Alguna vez
había leído en palabras del maestro Jacobo Fijman que el arte debía volver a
ser un acto de sinceridad. Hospital Psiquiátrico es en cierta manera la voz de
los que no la tenían en ese momento, su carta al mundo, su verdad. Yo sólo un
recopilador, un voyerista con el ojo por cámara.
-¿Nos
hablarías un poco de las personas que aparecen en el poemario? ¿Sus nombres son
reales o ficticios?
Resp:
Todas las personas y situaciones que aparecen en el libro son extremadamente
reales, no así los poemas. Los nombres son nombres comunes, no sus nombres sino
los de todos, y esto es justamente para que entendamos que la locura está en
todos los nombres, en cualquiera, en los más simples o en los más exóticos. La
locura está en nuestra sociedad, existe y se manifiesta como la vida misma,
indistintamente. No hay nada especial ni dramático en un brote psicótico sino
elementos, factores que se juntaron para esa situación y ese momento. Hay que
quitarle dramatismo a esta palabra, aprender a vivirla sin culpas. Pero voy a
intentar explicar esto primero de lo real e irreal desde mi costado de
fotógrafo. Digo que el poema es lo único irreal en ese contexto por lo
siguiente: así como una fotografía de la guerra no es la guerra aunque en ella
esté presente, aunque en ella se perciba
su horror. Dado que esa fotografía (digo esto desde una sensación
sumamente personal) es sólo una apática, insuficiente y neutralizada mirada de
ese horror a pesar de que en ella la guerra esté y lastime. Lo mismo sucede con
estos poemas, son una anestesiada, una ajena mirada de este espacio/tiempo. Son
una marca en la pared, una frase escrita en el tiempo que discurre, un llanto
que estalla repentinamente o una moneda que cae una y otra vez, por horas, en
un teléfono que llama al afuera y al que nadie atiende.Estos poemas son apenas
un aproximarse a esas sensibilidades a flor de piel que recorren el patio de un
extremo al otro del tiempo, de un extremo al otro de un espacio/tiempo, de un
silencio enorme. Estos poemas son apenas una de esas fotografías, una impresión
sobre un soporte sensible, sólo eso.Lo otro está allí adentro y solo allí es
perceptible.
-El
silencio es algo que atraviesa todo el poemario; tanto la palabra “silencio”
como el silencio mismo, es decir, aquello que no se dice pero que bulle debajo de cada poema y
uno intuye que eso que no se nombra es lo esencial de cada verso. En el poema
XXVII, incluso, hablás de la forma del silencio; “(…) será cierto que el
silencio/ tendrá la misma forma/ adentro que afuera”. Nos interesa saber la
relación Palabra - Silencio en tu obra.
Resp: No
me había percatado del uso reiterado de este elemento a decir verdad. Pero creo
que nombro como silencio a ese estar anonadado frente a algo que sucede y que
no se tiene cómo explicar. Vi un deambular constante y ensimismado en un
profundo silencio en muchos de los que allí estaban y que creo que tenía que
ver con la desconexión de ese otro gran silencio impuesto al que estamos
conectados el resto de la sociedad y ni
siquiera percibimos. A ese hecho de ahora estar sólo frente a algo inmenso,
terriblemente sensorial y estar solo, desnudo y sin manos. Imagino ahora ese
gran patio, ese lugar llenos de cuerpos, de pies que se arrastran en un ir y
venir sin rumbo ni tiempo y me imagino eso, un enorme silencio que tiene más la
forma de una pregunta, que la de una certeza o una respuesta. Todo estaba
atravesado ahí por un silencio propio y ajeno, aún el grito.
Vidrios
de plástico, cuartos sin ventanas, correas para sujetar (de ser preciso) a una
cama, pastillas, inyecciones, múltiples formas del silencio.
-En cuanto
a lxs escritorxs que más te han influenciado, ¿quiénes son? o ¿dentro de qué
línea de escritorxs te ubicarías?
Resp:
Empecé a escribir desde muy pequeño como ya conté y en principio solo escribía
y leía lo que caía en mis manos. Luego vinieron las lecturas de Poe, y entonces
la escritura tomó ese rumbo y ahí estuve un par de años fascinando con esos
mundos. Se fueron sumando “escritores fantásticos” (Lovecraft, Bradbury, De Nerval)
que encontrábamos con mis amigos, a quienes había catapultado a la escritura
como hobby, en las librerías de la Calle Corrientes. Con los años llegó la
poesía y de la mano de uno de mis maestros Jacobo Fijman y su Canto del Cisne.
Luego la poesía española de Lorca y su Poeta en Nueva York, Rafael Alberti y su
Sobre los ángeles, después Raymond Carver, Bukowski, AnneSexton, Sylvia Plath,
Wislawa Szimborska, Anna Ajmatova y tantos/tas otros/as. Nunca me sentí parte
de ningún estilo literario ya que no me interesa demasiado eso. Más bien le
huyo a ese rótulo y pretensiones. Descreo de los poetas que escriben siempre
igual. Siento que la forma estética se la da el tema al poema y no uno.
-¿Cuáles
son tus temas recurrentes u obsesiones a la hora de escribir?
-También te dedicás a la fotografía. ¿Cómo nació eso? ¿Cómo se relaciona con tu poesía y viceversa?
Resp: La
fotografía es mi gran amor. Lo otro fue siempre noviazgo, jajaja. Descubrí la
fotografía también de pequeño, la hederé de mi viejo y de su pequeña camarita
compacta. La primera foto que recuerdo debe ser de mis 8 años. Fue en Villa
Rosa, Pilar. Habíamos ido a visitar a mi tía paterna y recorriendo el lugar con
mis hermanos recuerdo abrir con las manos un tupido cañaveral y allí estaba,
como si fuera detrás del telón de un teatro: un hombre junto a un buey y un
arado recorrían una enorme parcela de tierra. Todo surgió de golpe ante mis
ojos, sin esperarlo y creo que fue esa sorpresa, la magia que de ahí en más se
instaló en mis ojos, la que busco repetir en mis fotografías. Creo que eso es
todo: la posibilidad que nos da la vida de asombrarnos siempre, aún teniendo
cien años. La relación entre mi poesía y mis fotos es siempre la misma, al
menos es lo que persigo, la imagen, una imagen que embellezca pero que a un
mismo tiempo dé testimonio, que registre para visibilizar y denunciar de ser
preciso.
-Además
de poeta y fotógrafo, eres editor en Ediciones Árbol Animal. ¿Cuándo empezaste
con el proyecto y qué escritores contemporáneos has editado?
Resp: Ediciones
ArbolAnimal (así, todo junto) es mi trabajo, es mi lugarcito en el mundo en el
cual siendo libre, siendo yo, puedo
ganarme el pan de cada día. Empecé con esto allá por el 2011 como
“consecuencia” de haber visto a dos queridas amigas realizar su sueño. Recuerdo
que Leti (la poeta Leticia Hernando) trabajaba ocasionalmente como oficinista y
lo sufría bastante. Ella quería ser editora, ya era una gran poeta, y un día
largó el laburo y le puso todas las fichas a su sueño y lo logró. Hoy tiene
junto a su compañera una hermosa editora que se llama La Mariposa y La Iguana.
Ahí me picó el bichito a mí (de copión nomás). Por medio de ellas conocí la
FLIA (Feria del Libro Independiente y Autogestionado) y poco a poco empecé a
editar algunas cosas y participar de la feria. Así nació ArbolAnimal y ya llevo
6 años haciendo esto. Edito poetas noveles y otros no tanto. Pero
principalmente la editorial es una editorial de autor. Me interesa la
literatura marginal (under) y leyendo y releyendo descubrí a Víctor Hugo
Viscarra (Bolivia) y a un grupo de escritores (realismo urbano, realismo sucio)
que forman parte de algo que se podría definir como los bukowskis altiplánicos,
entre los que se destacan Julio Ramón Ribeyro, Oswaldo Reynoso, Sergio Galarza
(Perú), Cristóbal Gaete (Chile), y hoy por hoy me encuentro editando este tipo
de literatura mucho más cercana a lo social, que es en cierto modo con lo que
me siento identificado.
-Si
tuvieras que hacer una antología literaria a futuro, como una apuesta a futuros
lectores ¿Qué autorxs incluirías en dicha antología?
Resp:
Editaría autores que tengan un compromiso social, que escriban sobre lo que les
pasa y sobre lo que nos sucede como sociedad, que hagan una obra que no tenga
como única intención su propio ego. Escritores que cuando mínimo escriban desde
su barrio, desde su experiencia, pero no por pura intención de ser escritores.
Tengo editados algunos libros de amigos que me cedieron la posibilidad de
publicar sus trabajos y que me parece muy dignos de nombrar: Valpore de
Cristóbal Gaete, Supermercado Vietnamita
y La Rosa Prisionera de Absalón Opazo, Antro, Misa para señoritas de
Amanda Durán, Luna Guerra de Marcelo Silva, El Pulpo de Fabián Leppez, El
infierno es un buen lugar de Sergio Galarza, Amongelatina, entre memorias y barricadas
de Palomo Arriagada, Ladrillo Escrito de Víctor Cuello, Tierra Viva de Anahí
Cao, entre otros.
-¿Estás
trabajando en algo nuevo o hay algún proyecto en gestación?
Resp:
Desde hace tres años estoy trabajando en un libro muy difícil. Es un libro de
poemas y crónicas sobre casos de gatillo fácil, violencia intracarcelaria,
represión estatal. Se llamará El hijo del Hombre, los pibes que faltan, pero es
un libro que me está costando mucho escribir ya que es una problemática en
ascenso y un tema de nunca acabar. El Estado más que nunca necesita sacar sus
perros de choque a la calle para mantenernos sumisos, callados y eso se traduce
en represión, tortura y muertes, sobre
todo de nuestros pibes pobres y esto está haciendo que me cueste mucho decidir qué caso incluir y
cuál no. Es muy triste lo que nos está pasando como sociedad por mantenernos
dormidos, por comprar una falsa comodidad que nos termina matando, que nos
deshumaniza.
-¿Si
tuvieras que elegir un verso o poemas para cerrar esta entrevista cuál sería?
Resp: En
cualquier lugar donde se esté cometiendo una injusticia el hombre debe
interponer su palabra. Este es para mí el compromiso que debe asumir toda
expresión artística, oponerse a la muerte como un canal de vida avasallante.
Ser parte (a su manera) de las luchas heroicas que algunos grupos vienen
sosteniendo y copan nuestras calles. Aparición con vida ya de Julio López y
todos los compañeros y compañeras desaparecidos/as. Y justicia por Santiago
Maldonado.
Vía Revista Cavila