17 de noviembre de 2016

Valparaíso Vintage (fragmento)


Composición
de elementos sobre
la página en blanco:
está la sangre, la sal,
la herida que cicatriza
al ritmo de la tierra,
cambiando la piel
como una serpiente
ancestral cargada
de símbolos:
está el aire,
que nos dibuja
como los remolinos
de las hojas, altos
e impredecibles,
musicales y fríos;
y está la luz, esa luz
que se enciende en tus ojos
cuando dices pueblo, escuela,
periferia, hijos;
un delirio estallando
como dos galaxias
fusionándose,
con gesto de océano
revolcándose en las rocas.

Alguna vez alguien
hablará de esta poesía
como quien examina
una época:
la post guerra de una guerra
que nunca terminó;
he ahí la primera traición
del lenguaje de la historia,
tan ajeno ante la sombra, enorme,
de la poesía.

Yo fui una guerra
en las palabras y en la calle:
la crecí bebiendo cada gota
de sangre que me caía
de los libros, recogiendo
cada pétalo arrebatado
a la primavera salada
de nuestros cerros;
mi época parte en la matanza
de una cultura ancestral
donde mis antepasados
bailan alrededor de la fogata
de la memoria, resistencia
histórica de la América casi
fantasma, casi bandida en su
insurgente espíritu de tierra,
tan selva, tan brava, tan voz.

Cada una de estas palabras
es una gota
que llegó a tierra
y germinó en tu ojo.

Y yo elegí la poesía porque en ella
está el rastro de mis huesos.

La nomenclatura es simple:
quieren incendiar nuestras aldeas
y no lo permitiremos. 

Quieren enterrar nuestros recuerdos
y no lo permitiremos.

Quieren bailar sobre nuestros huesos
y no lo permitiremos.

(*)




* Poema "Despedida", del libro "Valparaíso Vintage"