en alguna nube pasajera.
Una canción de partida.
Y el jardín florece
con tu flauta pequeña,
con tus manos aún más pequeñas,
concientes de lo musical de la forma,
de lo dulce del tubo,
suave contorno del sonido.
Es el fantástico encuentro
del viento con los labios;
el vestigio hermoso y preciso
del amor del universo.
La flauta musical de los días,
el aroma suave de tus manos
agitando mariposas, diurnas
e invisibles para el común,
como el pájaro verde que canta
en alguna nube pasajera,
y nos arroja sus lágrimas
antes de cantar el último trino,
para dejar un nuevo color
en tu piel.
Un pájaro canta cuando tomas tu flauta.
En las profundidades del universo,
una estrella nace con el sonido.
Un pájaro canta
en alguna nube pasajera.