Por Absalón Opazo
Publicado en Revista Cavila Nº22
En Alto del Carmen, 3ra región, el río se seca cada vez más. Las comunidades del sector, dependientes de la agricultura, empiezan a caer en desesperación pues se muere lo que para ellos es su vida. Pero los reclamos de los habitantes del Valle del Huasco – párroco incluido – no se escuchan. Algo pasa en el sordo país.
La debacle se debe a la empresa canadiense Barrick Gold y su proyecto minero Pascua Lama, que ha intervenido ferozmente el valle destruyendo glaciares en la cordillera para sacar oro. Esta transnacional llegó dispuesta a todo, tal como Mr. North en el siglo 19 para llevarse el salitre. Repartiendo dólares, comprando municipios, prensa, dirigentes, logró consumar una brutal agresión a un ecosistema único en el mundo. Lo más preocupante sin embargo es el drama humano.
En Alto del Carmen, la gente está empezando a vivir lo que se conoce como “migración forzada”. Se ven obligadas a dejar su lugar de origen y sus lazos. La situación es dramática pues hablamos de familias que no saben hacer otra cosa que vivir de la tierra. No son mineros, no son urbanos, no son pescadores, son agricultores. ¿Cómo van a vivir ahora? “Como mano de obra barata en las ciudades”, dirá algún apóstol del libre-mercado.
Hace poco, una pobladora de Alto del Carmen encontró en el Metro de Santiago a Rodrigo Rivas, gerente de la Barrick, que iba con un par de socios a quienes contaba “el excelente trabajo de nuestros antropólogos y sociólogos con la comunidades del sector”. Al parecer, desde las alfombradas oficinas gerenciales no se divisa el río seco ni la migración forzada. No deben saber siquiera de qué trata el término.
Fue tanta la hipocresía del gerente, que la pobladora explotó en rabia y comenzó a gritarle en su cara la otra versión – la de la gente –, en pleno vagón del Metro. “Infórmese mejor” fue la nerviosa respuesta de Rivas. Como si no bastara vivir en Alto del Carmen y ver cada día el río secarse y la gente perder sus animales y su tierra.