Texto de Roberto Castro Herrera (extracto)
“No podemos dejar de indicar que los tres más grandes escritores chilenos, Gabriela Mistral, Pablo Neruda y Vicente Huidobro, fueron muy prolíferos en su arte, la literatura, y que sus temas eran totalmente humanistas, pacifistas, a fin de lograr la felicidad del hombre. Que con los versos libres en su medida, con sus prosas poemáticas y con sus sonetos alejandrinos expresaron una enorme cantidad de temas y asuntos.
Ellos se preocuparon de los problemas humanos, abarcando al hombre en todas sus edades, expresando el sentir y los problemas de su pueblo, de sus gentes y muy especialmente de la niñez y los pueblos étnicos.
La escritora elquina de Vicuña centró su obra literaria en muy importantes temas de clara lucha social, dejando preciosos mensajes para los pueblos. Se destaca su preocupación por la justicia social basada en la paz y no en la guerra cuando dice “no creo en la mano militar para cosa alguna”, haciendo airada alusión a los oscuros dictadores Mussolini en Italia y Hitler en Alemania. Sobre el mismo importante tema de la paz, debemos mostrar su incomparable prosa titulada “La palabra maldita”, refiriéndose a la guerra y la paz, y que en parte dice: “No se trabaja y crea sino en la paz, es una verdad de perogrullo, pero que se desvanece, apenas la tierra pardea de uniformes y hiede a químicas infernales…”.
Gabriela Mistral, como se sabe, se preocupó del trabajador campesino y lo demuestra su declaración hecha a la prensa de Suecia al día siguiente de la recepción del Premio Nobel: “La tierra debe pertenecer a quien la cultiva y esto forma parte de la verdadera tradición española, legada por Isabel La Católica, tradición que hasta el presente ha sido traicionada”.
Otro gran tema desarrolla la poetisa Nobel en su prosa, en su poesía y en sus comentarios. Es la defensa del indio americano, especialmente de sus compatriotas aborígenes. Precisamente en su obra denominada “Araucanos”, dice: “Ellos fueron despojados, pero son la Vieja Patria, el primer vagido nuestro y nuestra primera palabra…”. En una de sus prosas, preciosamente expresa: “Que el indio espere sin apremios, Dios le dio ese don natural y sobrenatural a la vez, él tiene paciencia; él parece llevar la paciencia derramada sobre todas sus potencias, en cuerpo carácter y costumbres”. En el año de 1934, en su obra “Breve descripción de Chile”, escribe: “Esta raza india fue dominada a medias, pero permitió la creación de un pueblo nuevo, en el que debe insuflar su terquedad con el destino y su tentativa contra lo imposible”. Y finalmente, en su defensa de sus aborígenes, ella dice: “Los extranjeros nacionales que se blanquean para alejarse de su indio personal y presumir de europeos, no son leales consigo mismos…”.
Es un deber de sinceridad hacia nuestra Premio Nobel reconocer que fue una abnegada e inteligente defensora de los derechos de la mujer. Ya en 1904, cuando sólo tenía 15 años de edad y siendo una joven maestra, empezó a pedir por la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer, a solicitar salarios justos e iguales para campesinos y campesinas. También debemos recordar que cuando era una especie de secretaria en el Liceo de Niñas de La Serena, ella aceptó como alumnas a unas jovencitas humildes que cumplían con los requisitos necesarios para ingresar al establecimiento, pero la directora las rechazó por ser pobres y pidió la renuncia a Gabriela Mistral.
Finalmente es un deber resumir los ideales humanistas que contiene toda la obra de la poetisa elquina: la defensa de los derechos humanos con su actuación destacada en las Naciones Unidas en representación de Chile; la defensa enérgica del aborigen americano tanto en su prosa como en sus versos; la defensa con energía y en forma preciosa de la igualdad de derechos para el hombre y la mujer, pidiendo salarios iguales en todas las áreas de trabajo. Pero su mayor preocupación fue la defensa de la paz y su claro aborrecimiento a los regímenes dictatoriales, defendiendo la paz mundial en casi toda su incomparable obra imperecedera”.
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