22 de diciembre de 2005

La madrugada mece los párpados...

La madrugada mece los párpados.
A campo abierto, la luna se alza en el cielo.
Valparaíso es una maqueta ante mis ojos
maqueta iluminada por una luna estudiante
escalonada / construida en el apuro
en la hora nocturna del silencio.

No hay cemento aquí, a lo lejos
en las alturas del bosque porteño:
sólo caballo, sólo flor, sólo polo,
como una latitud antártica
desterrada del vientre planetario.
Es esta estancia el descanso de la tierra
ante el peregrino ardor del tiempo.
Ante la llamarada del hombre
que con su multitud belicosa
arrinconó la aurora
y vendió los cerros
al postor más impostor.
Es la tierra virgen de los primeros días
ceñida sobre el puerto
como una corona vegetal
implacable en su página rural.

Hasta aquí llegamos algunos
a lomo de burro
en los primeros días del 1900
y aquí seguimos
fumando en pipas negras
como los abuelos campesinos de ayer.