23 de noviembre de 2016

Sotavento


Trato de escarbar la tierra
que me va quedando.
Las luces de la ciudad
prendieron barricadas
en todas las calles
de mi historia personal.
El estío y el ocaso
se revelan como titanes
y el pájaro ebrio de todos
los poemas cambia su plumaje
como el mundo de piel, despojándose
de nosotros e iniciando nuevos poemas
con el sedimento de todas las épocas.

Recorrí todo aquello
manchado con la grasa subliminal
que deja la conciencia
tras el sombrío pasar
de los acontecimientos.
La bestia humana
con todas sus llagas abiertas
al mismo tiempo
y el hijo dentro de una
jaula de leche.

Tomo nota
en la pared rupestre
que serán mis huesos
como quien golpea un viento
contra la ventana.

Con ese sonido de mundo.

18 de noviembre de 2016

17 de noviembre de 2016

Valparaíso Vintage (fragmento)


Composición
de elementos sobre
la página en blanco:
está la sangre, la sal,
la herida que cicatriza
al ritmo de la tierra,
cambiando la piel
como una serpiente
ancestral cargada
de símbolos:
está el aire,
que nos dibuja
como los remolinos
de las hojas, altos
e impredecibles,
musicales y fríos;
y está la luz, esa luz
que se enciende en tus ojos
cuando dices pueblo, escuela,
periferia, hijos;
un delirio estallando
como dos galaxias
fusionándose,
con gesto de océano
revolcándose en las rocas.

Alguna vez alguien
hablará de esta poesía
como quien examina
una época:
la post guerra de una guerra
que nunca terminó;
he ahí la primera traición
del lenguaje de la historia,
tan ajeno ante la sombra, enorme,
de la poesía.

Yo fui una guerra
en las palabras y en la calle:
la crecí bebiendo cada gota
de sangre que me caía
de los libros, recogiendo
cada pétalo arrebatado
a la primavera salada
de nuestros cerros;
mi época parte en la matanza
de una cultura ancestral
donde mis antepasados
bailan alrededor de la fogata
de la memoria, resistencia
histórica de la América casi
fantasma, casi bandida en su
insurgente espíritu de tierra,
tan selva, tan brava, tan voz.

Cada una de estas palabras
es una gota
que llegó a tierra
y germinó en tu ojo.

Y yo elegí la poesía porque en ella
está el rastro de mis huesos.

La nomenclatura es simple:
quieren incendiar nuestras aldeas
y no lo permitiremos. 

Quieren enterrar nuestros recuerdos
y no lo permitiremos.

Quieren bailar sobre nuestros huesos
y no lo permitiremos.

(*)




* Poema "Despedida", del libro "Valparaíso Vintage"

2 de noviembre de 2016

Cerro Monjas


Olvidaré todo lo que aprendí.
Esperaré la máscara final
mirando al sol,
señalando sus sombras
como la música de mi vida.
La oscuridad anunciándose,
el sueño eterno del árbol
emergiendo en la espuma
de los libros.

Piedras, minerales, espuma.
Tus manos pálidas, ausentes.
El amor ya no brilla en tus ojos.
Se lo llevaron todos tus amantes,
lo enterraron al irse de casa,
en alguna ladera inaccesible
de tu corazón.


Volveré a la tierra,
pero dejaré mis huellas
luminosas
en las pieles
de la aldea.

Y en mil amaneceres más
estaremos donde mismo:
sentados, solos, en la roca fósil
del tiempo, lamiéndonos las 
heridas que la humanidad nos dejó 
como castigo por ser humanos.

(Una luz que agrupe sombras
un libro que aún no se escriba
un niño anciano que vuelva a sonreír.
Buenas intenciones, catástrofe
del nuevo siglo: es el tiempo
de las bestias, del colmillo
y la no-poesía).

(Un sueño:
nuestros vasos
eran calaveras).

(La sombra
y su bostezo
como la caricia de un sol negro
sublimando las pieles que subyacen 
bajo nuestros pellejos)

(Pieles del tiempo: transparentes)

(La deriva de una memoria,
una fogata de huesos
y mil estrellas reagrupándose)

(La expansión del cosmos
en nuestras cabezas,
moldes del multiverso)

(Nos duele el mundo
que no supimos vivir)