21 de septiembre de 2018
Madrugada en calle Capilla
La luz amarilla
es el licor que alivia
mi sangre
tarde en la noche
La garganta
de la humanidad
ya vomitó todos
sus poemas
en mi boca
Mientras tanto
un niño llora
por el padre
que nunca tuvo
Yo tuve diez padres
al mismo tiempo
y ninguno nunca
supo leer mis manos
Estaban demasiado ocupados
organizando sindicatos
alfabetos
bibliotecas con revistas
que ahora son mías
Su amarillo de tiempo ido
me recuerda la noche
y la muerte
que a todos ellos encontró
con las herramientas
en la mano
Con qué ojo llorar ahora
Con qué cuerpo enfrentarse
a estas calles
que aún tienen su sangre
chorreando en mis pupilas
Con qué perro hacer frente
a esta soledad de esquina
sobrepoblada de basura
Con qué amor
seguir siendo humano