“Rompan filas” de Bruno Vidal.
Ediciones UDP, 2016.
Espectador de la obra
relájese / Aquí la luz de los reflectores / No le hará daño ni maltrato / Se
usará sólo en la producción / De efectos escénicos
Los horrores cometidos por los
militares contra la población de Chile, una vez consumado el golpe de Estado
del 11/9/73, han sido reconstruidos a través de distintas voces: la de los
protagonistas (víctimas), cuyos testimonios siguen latiendo en las páginas de
los informes Rettig y Valech; la de los periodistas, cuya labor de
investigación permite tener hoy un nítido cuadro de nombres, fechas y escenas
del genocidio; y la de los responsables, principalmente uniformados, que
podrían dividirse entre los arrepentidos, conscriptos en su mayoría, y los que
siguen alegando inocencia, a pesar todas las evidencias en su contra.
“Rompan filas” de Bruno Vidal (Ediciones
UDP, 2016) se engancha con esta última variante. Como libro, por su
documentación, constituye un aporte para nuestra contundente biblioteca de la
memoria. Y como poesía, se sitúa en la vereda incómoda y políticamente
incorrecta de quienes siguen justificando la sangrienta matanza perpetrada por
las fuerzas armadas contra su propio pueblo. En ese sentido, el poeta cumple aquí
con el rol “provocador” que se espera del artista en la sociedad, y entrega un
relato donde la narrativa legal y periodística antes mencionada, adquiere un
tono dramático e irónico en su mutación poética, que sin anestesia, va
revelando los terribles laberintos escondidos en la cabeza de estos tipos.
Al Jefe Seccional de
la comuna de Independencia
Lo detuvimos en plena vía pública
Cerca del J.J Aguirre
No opuso resistencia
recuerdo claramente el momento de la detención
Se puso pálido
Lo conducimos al Nido 21
Apenas llegamos
Le aplicamos la corriente en los testículos
Lo dejamos inconsciente
Al recobrar el conocimiento
Le dije:
Te estamos torturando
Por feo
Por rasca
Por idiota
Por infeliz
Por penca
Por mísero
Por upeliento
Por no tener idea del forro
En que te estabas metiendo
Lo detuvimos en plena vía pública
Cerca del J.J Aguirre
No opuso resistencia
recuerdo claramente el momento de la detención
Se puso pálido
Lo conducimos al Nido 21
Apenas llegamos
Le aplicamos la corriente en los testículos
Lo dejamos inconsciente
Al recobrar el conocimiento
Le dije:
Te estamos torturando
Por feo
Por rasca
Por idiota
Por infeliz
Por penca
Por mísero
Por upeliento
Por no tener idea del forro
En que te estabas metiendo
Un punto importante a destacar aquí
es la documentación. Los poemas de Vidal no se construyen sobre nombres o
situaciones imaginarias. No inventa apellidos de obreros asesinados ni recrea acciones
ficticias. Cada caso, cada chapa, cada regimiento y centro de tortura, tuvo su
existencia en los pasillos de la historia. No se está improvisando ni jugando. Se
nota una lectura rigurosa en el levantamiento de la obra, y de ahí su valor histórico
como testimonio y bibliografía.
Otro aspecto destacado es la
impostura, fundamental en la poesía. En este caso, se van dibujando emociones,
pensamientos, miedos y recuerdos de militares y civiles entregados con todo su
ser a la tarea de torturar y asesinar. Así, la voz poética logra acercarse, con
aciertos y excesos, al relato mental de los “vencedores”, explorándolo con un
estilo que a ratos recuerda la anti-poesía, en el sentido del habla coloquial y
cotidiana, sin adornos ni artificios, intercalando todo con bandos y frases de
la época.
Cambió de actitud
subió el pelo / No volvió a su barrio de origen / Se ha hecho imprescindible en
ese cuartel / Fue ganando posiciones / Agarró papa con ese género de vida / A
su cargo la base de datos / Conocía varios organigramas en sus registros /
Perdió contacto con la familia / La jefatura lo pone a prueba / Corresponde
liquidar a tres comunistas / Del comité central / ¿Eres poco hombre? / No señor
soy capaz de degollar a esos carajos / No me temblará la mano / Llega el
momento crucial / Le pasan un corvo / Los tres tipos a eliminar / Están
arrodillados / En plena intemperie / Y los jefes con altos estudios / En la
Academia de Guerra / Quedan con muy buena impresión / Ese servidor de la patria
/ Se maneja con las distintas formas: / Picotazo, tajo, cachazo, revés, y
zarpazo
“Rompan filas” no es un libro
fácil de leer. Cuesta digerirlo. A ratos, dan ganas de abandonarlo. Muchos derechamente
no continuaron con su lectura. Los que lo terminaron, hablan de un “libro
catarsis”, una especie de obra maestra del horror, que si bien puede agotar
anímicamente, ayuda en definitiva a una mejor percepción de la historia, por
cuanto visualiza con certero lenguaje las motivaciones del odio profundo que se
desató contra el pueblo y sus organizaciones políticas.
Pero la lectura también deja otra
sensación, no menor. Me refiero a la incertidumbre, válida, de que estos hechos
vuelvan a ocurrir. Porque, ¿cuánto han cambiado las Fuerzas Armadas desde la
caída de Pinochet? Nunca lo sabremos, o mejor dicho, mejor nunca saberlo.
Quizás basta con saber que en el Museo Naval de Valparaíso, al lado del
turístico y concurrido paseo mirador 21 de Mayo, se encuentra una imponente
estatua del almirante Merino, uno de los artífices del golpe. Es decir, si el
aspecto simbólico de la Dictadura sigue vivo y presente en las instituciones
armadas, ¿por qué no su ideología?
Desde ese punto de vista, el
libro de Vidal constituye un llamado de atención, una advertencia severa y
recargada sobre lo poco que sabemos sobre las Fuerzas Armadas, y sobre cómo
éstas han ido construyendo su propio relato -críptico, si se quiere- sobre lo
sucedido en Chile desde 1973. Porque lejos de ponerse “del lado de los
asesinos” o intentar “humanizarlos”, como han sugerido algunas lecturas
superficiales sobre su obra, lo que hace Vidal es mostrar la pequeñez, cobardía
y desequilibrio de estos sujetos, dejando en evidencia lo impresentable que es
seguir defendiendo sus actos en la actualidad.
Con mi obra
autoritaria / Con mi espíritu de sicopedagogo / Con mi afán redentor con mi
estilo en la escenografía teatral / Con mi voluntad de hierro con mi arte conceptual
con mi fuerza en bruto / -Con mi conocimiento cabal de las luchas de clases- /
Te enseño a no comprometer tanta sangre tanto sudor tanta lágrima
Desde esa lógica, -y lo digo desde mi ser romántico e ingenuo - “Rompan filas” debería ser lectura obligatoria en todas las escuelas militares del país, por guardar y reflejar, como un espejo, todo el horror cometido. Quizás de esa forma las nuevas generaciones podrían superar definitivamente a sus antecesores, protagonistas del capítulo más vergonzoso y triste en la historia de Chile.
Publicado en www.criticasculturales.cl