"La concentración de la riqueza no es una excepción,
sino la regla; no es el resultado marginal de una situación difícil -como les
gustaría que el mundo creyera- sino la base de un proyecto social; no es un
sacrificio económico sino un éxito político temporal. Su real fracaso no es su
evidente incapacidad para redistribuir la riqueza o para generar un camino más
parejo de desarrollo (no son éstas sus prioridades), sino su incapacidad para
convencer a la mayoría de los chilenos que sus políticas son razonables y
necesarias.
En resumen, ellos han fracasado en destruir la conciencia del pueblo de Chile. El plan económico ha tenido que ser impuesto, y en el contexto chileno ello podía hacerse sólo mediante el asesinato de miles de personas, el establecimiento de campos de concentración a través de todo el país, el encarcelamiento de más de 100.000 personas en tres años, el cierre de los sindicatos y organizaciones vecinales y la prohibición de todas las actividades políticas y de todas las formas de expresión.
Mientras los “Chicago boys” han proveído una apariencia de respetabilidad técnica a los sueños de “laissez-faire” y a la avidez política de la vieja oligarquía agraria y alta burguesía de monopolistas y especuladores financieros, los militares han aplicado la fuerza bruta requerida para alcanzar esos objetivos. Represión para las mayorías y “libertad económica” para pequeños grupos privilegiados son en Chile dos caras de la misma moneda".
1976