Suceden lunas en otras estatuas.
Calcio, sombras que nadie verá,
un viento que suena pero no,
no hay nadie para oírlo entonces
no existe; una amalgama de fuego
y una ventana celeste que como
un gran ojo azul nos observa
en silencio; nada existe ni nosotros
cuando suceden lunas y el calcio
llueve sobre la atmósfera formando
huesos, cavidades, párpados, pies,
dedos suaves, blancos, como los tuyos;
tu gesto recuerda el gesto de la materia,
ardiendo; basta mirar tus ojos, imaginarte,
en la seca longitud de un desierto, pastora,
para pensar irremediablemente en el cosmos,
dramático y mortal para nosotros,
hormigas luminosas del lenguaje.