Por Carlos Peirano
1) Hace un par de años, cuando estaba viviendo en
el sur de Chile, leí una novela de Haruki Murakami que tenía entre sus
protagonistas a un hombre de mediana edad, algo calvo y un poco lento, que poseía la extraña capacidad
de no asombrarse al ver que la mayoría de los gatos le hablaban. La novela en
cuestión se llama Kafka en la orilla.
Del nombre del japonés que hablaba con los gatos no me acuerdo, pero sí de la
génesis de su extraño don. Como este pretende ser un inventario (con todas sus
limitaciones), no voy a referirme a la trama de la novela. 2) En Islas en el golfo, novela póstuma, si
mal no recuerdo, de Ernest Hemingway, hay un gato que se llama Cabrotas. 3) En La nueva novela, de Juan Luis Martínez, en la página 77, hay una bibliografía general sobre los gatos. El
propio Martínez, en un poema que precede a la citada página 77, escribe con
valor, y amargura, sobre la desaparición de un gato en su propia porcelana. Es
posible que la bibliografía citada sea una broma bien elaborada, aunque tengo
conocimiento del Old Possum´s Book of
practical Cats, de T.S. Eliot. 4) Yo tengo cinco gatos que se llevan pésimo
entre ellos (Jane Bowles escribió sobre las razones por la que los gatos no
podían estar juntos y se parecen bastante a las razones que esgrimía para
defender que dos escritores no pueden estar juntos: “Creo que los dos gatos
juntos representan una desventaja, porque ninguno de ellos consigue la atención
que desea y exige”). 5) ¿El gato de Cheshire era realmente un gato? 6) William
S. Burroughs decía que cuando sus gatos se ausentaban sentía muchas ganas de
llorar y a menudo lo hacía. 7) Justamente cuando vivía en el sur de Chile
murieron dos de nuestros gatos, Manchester
y Gengis Khan, y mi hermana tuvo que
enterrarlos en el patio de la casa. 8) Paul Bowles escribió un cuento, “Kitty”, en el que una niña se convierte
en gato. 9) Rolando Cárdenas alimentaba a sus gatos con sobras de pescado que
encontraba en los alrededores del mercado central. 10) Paul Bowles tenía un
gato negro en Tánger. 11) Una vez vi en Mendoza, a las afueras de la
universidad nacional de Cuyo, cómo una jauría de perros mataba a un gato grande
lleno de manchas que parecían dibujadas sobre su cuerpo. 12) No sé si Enrique
Lihn tenía gatos en su altillo ubicado en la calle General Salvo. 13) La
primera vez que vi un gato fue en Quillota, tenía como cuatro o cinco años, y
me provocó mucha angustia verle. 14) Ted Hughes le regaló un gato siamés, en
Londres, a Sylvia Plath, y ésta lo rechazó. 15) Uno de mis gatos se llama Joe, y es negro, como el boxeador que le
impidió, según relata el hermano menor de Jorge Teillier, Iván, en su cuento Antes del otoño, conseguir la corona
mundial al púgil nacional Arturo Godoy. 16) Clarice Lispector detestaba a los
gatos. 17) En esta época del año, en mi casa, aparecen otros gatos. 18) Marcia
Saavedra, que tiene sólo un poemario publicado, titulado Rumor en la sala, tenía un gato que se llamaba Carlos. 19) En los monasterios budistas se prohíbe el ingreso de
felinos (y de otros animales). 20) Deleuze, en un documental titulado L´abécédaire de Gilles Deleuze, que vi
hace bastante tiempo, decía que no le gustaban los gatos “por restregones”. 21)
Robert Crumb creó una tira cómica notable que se llama Fritz the Cat. 22) Las últimas palabras de William S. Burroughs,
nos cuenta Félix Romeo (a quien cito textualmente en algunos de estos párrafos),
en Gato encerrado, son: “Nosotros
somos los gatos encerrados. Somos los gatos que no pueden caminar solos y para
nosotros sólo hay un lugar”. 23) Alejandro Jodorowsky, que conoció en el D.F.
Mexicano a Leonora Carrington, dijo de ella que “tenía esa mirada penetrante,
vivaz y misteriosa que sólo poseen los gatos”. 24) Edgar A. Poe, que nació en
Baltimore, y era dipsómano, escribió en 1843 The Black cat. 25) Baudelaire, que tradujo al francés,
parcialmente, la obra de Poe, vivía con dos gatos y su madre enferma en un
París cercado por la miseria. 26) Giuseppe Ungaretti, en Alejandría, tenía una
gata que se llamaba Liebre. 27) A
propósito del Gato negro de Poe, dice el protagonista del cuento: “era un animal muy fuerte y bello, completamente negro y de
una sagacidad maravillosa. Mi mujer, que era, en el fondo, algo supersticiosa,
hablando de su inteligencia, aludía frecuentemente a la antigua creencia
popular que consideraba a todos los gatos negros como brujas disimuladas.” 28)
Robert Smith escribió, borrachísimo, una canción titulada All cats are grey. 29) En
ninguna de las películas que he visto de Rainer Werner Fassbinder aparecen
gatos. 30) Paul Bowles tuvo en su casa de Acapulco un ocelote, que es un gato
grande, parecido a un puma, pero que puede domesticarse. 31) Witold Gombrowicz,
que detestaba a los poetas, llegado a Buenos Aires, amaba (de manera
displicente) a los gatos que rondaban las viejas pizzerías ubicadas en el
barrio de Palermo. 32) En el colegio, yo y mis compañeros, tuvimos que
embalsamar a un gato y algunos, cuando vaciamos las entrañas del animal en una
pequeña palangana, vomitaron y se negaron a realizar el ejercicio. 33) En Gummo, de Harmony Korine, los
adolescentes que protagonizan la película, cazan gatos con escopetas hechizas y
los venden, por kilo, al administrador negro de una carnicería en Ohio. 34)
Perry Farrell, en una de sus canciones, cuenta que su gato, Maceo, “es un pequeño hombre en el
cuerpo de un gato”. 35) No tengo noticias de mis gatos, que ahora deben andar
por el patio, o en las quebradas (mientras yo escribo esto), tomando el
benévolo sol de este invierno que comienza a expirar, lamentablemente, hasta
que llegue la hora en que vengan a pedirme comida y a beber el agua estancada
del nenúfar que aún no ha florecido.