16 de julio de 2014

Indigencia


Ya no está la pobreza
en nuestros zapatos.

Caminamos solos
y muy a la deriva
pero tenemos vino
para encendernos.

Una fogata
bajo el puente
recuerda esos veranos
de caza con los mayores.

Cuando los montes en Quilpué
tenían pumas y gatos hambrientos
esperándote en los arbustos.

El vino ahora
recuerda esa sangre.

Nuestra vida
es una botella
que se vacía lentamente
o violentamente de una sola vez.

Como un zarpazo
en los pasillos rocosos
de la ultratumba.


Al viejo Quilpué