El mismo Vargas Llosa lo dijo una vez. Ser un gran escritor no es sinónimo de lucidez política. Esa frase, de hace algunos años, le viene muy bien al ahora flamante y orgulloso Premio Nobel de Literatura. Porque su primera intervención política realizada tras la obtención del galardón (creado por el inventor de la dinamita, para lavar su imagen de vendedor de bombas), no pudo ser más desacertada.
En una conferencia con periodistas en Sao Paulo, el escritor peruano, catalogado por la prensa derechista del continente como “el nuevo intelectual”, señaló que en Venezuela existe una “semi-dictadura” de Chávez, frase de contenido falso pero muy conveniente para los grandes intereses que quieren fuera al gobierno bolivariano para apoderarse del petróleo y otros recursos naturales.
Vargas Llosa ignora seguramente que en la constitución política de Venezuela, existe la figura del “referendum revocatorio”, que establece que la ciudadanía, mediante la presentación de una determinada cantidad de firmas, puede exigir una consulta popular para suspender del cargo a una autoridad, incluido el Presidente de la República, en la mitad de su mandato.
La herramienta constitucional ya fue utilizada por la misma oposición venezolana: en 2004, un 58,25% de los votantes dijo NO a la propuesta de la derecha de revocar al Presidente. ¿Cómo puede entonces una persona que se dice intelectual ignorar estos hechos, que son prueba de una democracia popular efectiva y concreta? ¿Cuántos de nuestros países están en condiciones hoy de implementar la consulta popular como parte de su constitución política?
El “nuevo intelectual” es una figura muy discutible. En el caso de Vargas Llosa, se suma el adjetivo irresponsable, pues miente por omisión o ignorancia sobre un tema que es muy sensible. Este tipo de declaraciones después justifican intervenciones armadas y asesinatos de poblaciones enteras. La historia política de Latinoamérica en los últimos 50 años es sinónimo de golpe de estado, tortura y desaparecidos, fabricados por este tipo de personajes que acusan de “dictador” a cualquier Presidente que no siga las reglas del Fondo Monetario Internacional.
La labor del intelectual latinoamericano debe ser ahora, más que nunca, jamás callar la historia de nuestra tierra. El pueblo venezolano fue durante décadas el más pobre del continente, mientras de su suelo salían miles de millones de dólares en petróleo hacia los grandes mercados mundiales. A la llegada del gobierno bolivariano al poder (1998), cerca del 80% de los venezolanos estaba bajo la línea de pobreza según las mediciones del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo: “la población venezolana es 25 millones de habitantes, de los cuales 20 millones viven en condiciones de pobreza y 30% de ellos (6 millones) en extrema pobreza”, señala el documento.
Hoy, a más de 10 años de gobierno bolivariano, las cifras señalan un 33% de pobreza en Venezuela. En total, 12 millones de personas que ahora cuentan con una creciente red de servicios sociales implementada por el gobierno, con oportunidades en la salud, la educación y con una legislación que protege los recursos naturales. En ese sentido, Venezuela destaca por ser uno de los países que prohibió la pesca de arrastre por sus nocivas consecuencias contra el ecosistema.
La industria petrolera hizo de Venezuela un país poderoso, pero por primera vez en mucho tiempo en la historia de este país, esa riqueza está llegando a los habitantes, que en una sencilla frase de por medio (“nos cansamos de ser pobres”), ha apoyado al gobierno bolivariano ganando en las urnas 14 de 15 elecciones, entre presidenciales, parlamentarias y consultas populares, todos procesos fiscalizados y aprobados por veedores de todo el mundo, incluido Chile.
¿Por qué entonces Vargas Llosa cree que en Venezuela hay una semi-dictadura? ¿Por la clásica imagen del “militar en el poder”? Demasiado simple para un intelectual Premio Nobel. ¿Por no renovar la licencia de un medio de comunicación que incitaba al asesinato masivo de personas? Impresentable, demasiado ¿manipulado? ¿desinformado? ¿Por qué no habla de los pobres en Venezuela Vargas Llosa?
Quizás esas son las características del “nuevo intelectual”, un personaje más cercano a los “opinólogos”, con vagas nociones de todo, con un par de buenos libros, con muchas buenas frases, pero con poca o nula responsabilidad social. El escritor peruano definitivamente desilusionó en su primera intervención post-nobel, quizás por estar devolviendo algún favor o algo por el estilo.
Por Absalón Opazo Moreno