“Porque el arte es arte de clase, y, en ese instante, arte de la clase burguesa o arte de la clase obrera, de la burguesía que periclita (decae) o del proletariado que asciende. Y también la crítica. Pero no echemos a correr las ideas ni las premisas del razonamiento. Es preciso ir metódicamente. La sociedad da el contenido y el artista da la forma, entendiendo que en el contenido ya están dadas las premisas de la forma, porque contenido y forma son dos procesos contradictorios, no antagónicos, contradictorios, no antagónicos que, luchando, dan la unidad expresional del estilo, como conciencia y sub-conciencia, o los reflejos condicionados y los reflejos absolutos luchando dan la unidad expresional del estilo y dan la unidad de la personalidad humana.
Existen las formas logradas y las formas frustradas, las formas épicas y las formas líricas, las formas caducas y las formas contemporáneas y las formas demagógicas y las formas extemporáneas, y la forma por la forma, el formalismo del arte por el arte. Ahora, como todo el arte grande es social, el realismo popular constructivo, insurgente, revolucionario, combatiente, que correspondería a América Latina, el realismo socialista propio del pueblo que ha tomado el poder público como URSS, la China Popular, las Democracias Orientales Europeas o Cuba, la heroica, y el realismo crítico, que engendran como contrapartida y réplica las culturas muy maduras de Europa, como todo el arte grande es social, y es, según Engels: “la fijación de las características típicas en circunstancias típicas”, el arte grande arrastra en las entrañas la lucha de clases y la lucha de clases es su condicionante y su imponderable específico”.
Fragmento de “Crítica y autocrítica”, de Pablo de Rokha, texto aparecido en el volumen titulado “Obras Inéditas”.
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