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En verdad son amargas las estatuas
porque el tiempo se queda
depositado en ellas, oxidado,
y aunque las flores llegan a cubrir
sus fríos pies, las flores no son besos,
llegan ahí tambien para morir.
*Extracto del poema XII del libro "Elegía" (1971-1972). En la foto: estatua del poeta en el cerro Bellavista de Valparaíso.
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