12 de mayo de 2008

Arauco

La ducha fue rapidita para capear el frío que hace 8 días - desde que se acabó el gas - se levantaba junto con él. Miró a la Moni: casi una estatua en su sueño bosque, en su no despertar y sí soñar, soñar con que nos iría bien, la huelga está firme, es justo lo que se pide.

Mientras se vestía, Alvaro aún parecía oír al Julián diciendo - bajito - cuidado, es jodido hueviar a los patrones, ya hay hartos pacos dando vuelta, y casi de inmediato, al Alex diciéndole - fuerte - que no fuera maricón, que tenía que confiar en el sindicato, y qué tanto con los pacos a ver, qué tanto. Qué?

Levemente se movió la Moni. Como que se acomodó. Silencio. No hay desayuno esta vez. En la lejanía de la mañana un perro ladraba furioso. El sonido móvil del bosque era espeso y el cielo no decidía nada. Alvaro salió de casa pensando en sus compañeros, tan convencidos que estaban. Igual era justo lo que pedían. Con 60 mil no alcanza. Y qué buenos habían sido los cabros de las máquinas al negar eso de subirles a ellos más que al resto. A todos nos suben lo mismo! Se acordó del Rodrigo, ese que recién empezaba en la conducción de las grúas. Y del Marcelo, el José, el Ronald. Del viejo. Y el oso chico que siempre perdía su nombre.

Iba optimista el Alvaro. Algunos rayos de sol prendieron fuego a su mente y a pesar del frío, el hambre - que no era tan terrible tampoco - y de los miedos del Julián, sintió buenas vibras.

Y se fue silbando por el bosque, casi como en un poema, sin pensar en la selva.



Por Absalón Opazo Moreno. A la memoria de Rodrigo Cisternas, obrero forestal asesinado por carabineros la noche del jueves 3 de mayo de 2007, mientras participaba en una huelga indefinida por mejoras salariales, que unía tanto a trabajadores permanentes como sub-contratados de la empresa Bosques de Arauco. Publicado en revista Cavila de Valparaíso.