15 de junio de 2015

Outro


La tarde decanta
hacia un tango:

Viejo barrio,
de tierra las manos
que te hicieron surgir
en el descampado cerro
de los primeros días;

de madre arcilla la cintura
de los ancestros, la noble
actitud de una clase obrera
conmovida por la tragedia
del hambre y los inviernos;

sin embargo la sonrisa
es su lejana herencia;
nuestra marca de la belleza
es el idioma telúrico
de una falla geológica;
el suave ajetreo del lenguaje
emancipado,
lluvioso, copado
de caspa metalúrgica
en las arterias,
con la policía del pensamiento
atenta, buscándonos.

Dolores hay pocos
sólo la áspera ruda
de la vida de cerro

Arriba no descansamos

En silencio formamos
fugitivos