6 de junio de 2017

El gran libro del horror de la poesía chilena

“Rompan filas” de Bruno Vidal. Ediciones UDP, 2016.

Espectador de la obra relájese / Aquí la luz de los reflectores / No le hará daño ni maltrato / Se usará sólo en la producción / De efectos escénicos

Los horrores cometidos por los militares contra la población de Chile, una vez consumado el golpe de Estado del 11/9/73, han sido reconstruidos a través de distintas voces: la de los protagonistas (víctimas), cuyos testimonios siguen latiendo en las páginas de los informes Rettig y Valech; la de los periodistas, cuya labor de investigación permite tener hoy un nítido cuadro de nombres, fechas y escenas del genocidio; y la de los responsables, principalmente uniformados, que podrían dividirse entre los arrepentidos, conscriptos en su mayoría, y los que siguen alegando inocencia, a pesar todas las evidencias en su contra.

“Rompan filas” de Bruno Vidal (Ediciones UDP, 2016) se engancha con esta última variante. Como libro, por su documentación, constituye un aporte para nuestra contundente biblioteca de la memoria. Y como poesía, se sitúa en la vereda incómoda y políticamente incorrecta de quienes siguen justificando la sangrienta matanza perpetrada por las fuerzas armadas contra su propio pueblo. En ese sentido, el poeta cumple aquí con el rol “provocador” que se espera del artista en la sociedad, y entrega un relato donde la narrativa legal y periodística antes mencionada, adquiere un tono dramático e irónico en su mutación poética, que sin anestesia, va revelando los terribles laberintos escondidos en la cabeza de estos tipos.

Al Jefe Seccional de la comuna de Independencia
Lo detuvimos en plena vía pública
Cerca del J.J Aguirre
No opuso resistencia
recuerdo claramente el momento de la detención
Se puso pálido
Lo conducimos al Nido 21
Apenas llegamos
Le aplicamos la corriente en los testículos
Lo dejamos inconsciente
Al recobrar el conocimiento
Le dije:
Te estamos torturando
Por feo
Por rasca
Por idiota
Por infeliz
Por penca
Por mísero
Por upeliento
Por no tener idea del forro
En que te estabas metiendo

Un punto importante a destacar aquí es la documentación. Los poemas de Vidal no se construyen sobre nombres o situaciones imaginarias. No inventa apellidos de obreros asesinados ni recrea acciones ficticias. Cada caso, cada chapa, cada regimiento y centro de tortura, tuvo su existencia en los pasillos de la historia. No se está improvisando ni jugando. Se nota una lectura rigurosa en el levantamiento de la obra, y de ahí su valor histórico como testimonio y bibliografía.

Otro aspecto destacado es la impostura, fundamental en la poesía. En este caso, se van dibujando emociones, pensamientos, miedos y recuerdos de militares y civiles entregados con todo su ser a la tarea de torturar y asesinar. Así, la voz poética logra acercarse, con aciertos y excesos, al relato mental de los “vencedores”, explorándolo con un estilo que a ratos recuerda la anti-poesía, en el sentido del habla coloquial y cotidiana, sin adornos ni artificios, intercalando todo con bandos y frases de la época. 

Cambió de actitud subió el pelo / No volvió a su barrio de origen / Se ha hecho imprescindible en ese cuartel / Fue ganando posiciones / Agarró papa con ese género de vida / A su cargo la base de datos / Conocía varios organigramas en sus registros / Perdió contacto con la familia / La jefatura lo pone a prueba / Corresponde liquidar a tres comunistas / Del comité central / ¿Eres poco hombre? / No señor soy capaz de degollar a esos carajos / No me temblará la mano / Llega el momento crucial / Le pasan un corvo / Los tres tipos a eliminar / Están arrodillados / En plena intemperie / Y los jefes con altos estudios / En la Academia de Guerra / Quedan con muy buena impresión / Ese servidor de la patria / Se maneja con las distintas formas: / Picotazo, tajo, cachazo, revés, y zarpazo

“Rompan filas” no es un libro fácil de leer. Cuesta digerirlo. A ratos, dan ganas de abandonarlo. Muchos derechamente no continuaron con su lectura. Los que lo terminaron, hablan de un “libro catarsis”, una especie de obra maestra del horror, que si bien puede agotar anímicamente, ayuda en definitiva a una mejor percepción de la historia, por cuanto visualiza con certero lenguaje las motivaciones del odio profundo que se desató contra el pueblo y sus organizaciones políticas.

Pero la lectura también deja otra sensación, no menor. Me refiero a la incertidumbre, válida, de que estos hechos vuelvan a ocurrir. Porque, ¿cuánto han cambiado las Fuerzas Armadas desde la caída de Pinochet? Nunca lo sabremos, o mejor dicho, mejor nunca saberlo. Quizás basta con saber que en el Museo Naval de Valparaíso, al lado del turístico y concurrido paseo mirador 21 de Mayo, se encuentra una imponente estatua del almirante Merino, uno de los artífices del golpe. Es decir, si el aspecto simbólico de la Dictadura sigue vivo y presente en las instituciones armadas, ¿por qué no su ideología?

Desde ese punto de vista, el libro de Vidal constituye un llamado de atención, una advertencia severa y recargada sobre lo poco que sabemos sobre las Fuerzas Armadas, y sobre cómo éstas han ido construyendo su propio relato -críptico, si se quiere- sobre lo sucedido en Chile desde 1973. Porque lejos de ponerse “del lado de los asesinos” o intentar “humanizarlos”, como han sugerido algunas lecturas superficiales sobre su obra, lo que hace Vidal es mostrar la pequeñez, cobardía y desequilibrio de estos sujetos, dejando en evidencia lo impresentable que es seguir defendiendo sus actos en la actualidad.

Con mi obra autoritaria / Con mi espíritu de sicopedagogo / Con mi afán redentor con mi estilo en la escenografía teatral / Con mi voluntad de hierro con mi arte conceptual con mi fuerza en bruto / -Con mi conocimiento cabal de las luchas de clases- / Te enseño a no comprometer tanta sangre tanto sudor tanta lágrima

Desde esa lógica, -y lo digo desde mi ser romántico e ingenuo - “Rompan filas” debería ser lectura obligatoria en todas las escuelas militares del país, por guardar y reflejar, como un espejo, todo el horror cometido. Quizás de esa forma las nuevas generaciones podrían superar definitivamente a sus antecesores, protagonistas del capítulo más vergonzoso y triste en la historia de Chile. 

Publicado en www.criticasculturales.cl