-Reseña de Basurita
Cósmica, de Fabián Burgos-
…
Siempre fue una imagen terrible
ver el cielo reflejado en los charcos
ver el cielo reflejado en los charcos
Un presagio de la poética contenida en este trabajo lo
encontramos en la portada misma de la plaquette, publicada por Ediciones
Periféricas: una neurona y una galaxia, una al lado de la otra, una
fotografiada por un telescopio inmenso y la otra por un microscopio
refinadísimo; ambas frente a frente, con sus exorbitantes distancias pero con
una semejanza que la poesía de Burgos se encarga de enlazar a través de
filamentos y tormentas, con herramientas lingüísticas claro está.
Todo parte con un poema inicial donde se establecen los contornos.
Una formación inicial que gira, revolotea, se rearma y se esparce con un ritmo
marcado por la intensidad y la cólera, tomando nota del caos que acontece
violentamente alrededor de nosotros:
Tanto el autor como el
poema
Son desechos
Ínfimas porciones de finito
Que ya quisieran
Andar errantes
Buscando azotar las mejillas
Contra los límites del espacio.
Es probablemente
A partir de esta sensación terrible
Que algunos científicos
A nosotros humanos
Han llamado: Las basuritas del cosmos.
Son desechos
Ínfimas porciones de finito
Que ya quisieran
Andar errantes
Buscando azotar las mejillas
Contra los límites del espacio.
Es probablemente
A partir de esta sensación terrible
Que algunos científicos
A nosotros humanos
Han llamado: Las basuritas del cosmos.
A partir de ese momento empieza un recorrido por distintos rincones
del pliego cerebral, con sus correspondientes mutaciones y subterfugios,
lanzando certeros dardos que bien podrían pasar por máximas científicas: “Existen tantas estrellas como neuronas en
nuestro cerebros” dice, por ejemplo, el poema “Conclusiones
místico/poéticas a partir de un apunte al vuelo tomado en un congreso de
astronomía”, publicado anteriormente en el folletín del encuentro de escritores
Letras en la Arena, de caleta Horcón. El texto prosigue, justamente, como en
una libreta de apuntes:
a) Es cierto aquello
de que el pensamiento no se desintegra junto al cuerpo, sin embargo
desaparecemos a la velocidad del cosmos. Nada es infinito.
b) El conocimiento
humano se expande al mismo tiempo que lo hace el Universo. Nunca lo podremos
saber todo, pero la carrera es inevitable. El corazón es un placebo.
c) Es probable que
haya cierta conexión entre las neuronas de la humanidad entera. Por cada
estrella muerta, un poema a punto de ser parido despierta en una galaxia
inexplorada, donde seguramente en centurias se encontrará consigo mismo, pero
no encontrará un lenguaje.
Y así hasta la letra g). Y así también sucesivamente van cayendo otros poemas, como asteorides que al chocar con las neuronas del lector generarán quizás el mismo gesto que dos galaxias azotándose en la profundidad del cosmos. Porque a decir de Burgos, “destruir neuronas como destruir estrellas, es el único espectáculo posible”. En ese sentido, la poesía, como el alcohol, tendría la capacidad espectacular y soberbia de destruir o al menos mutar nuestras neuronas hacia algo peor o mejor, como nuestras visiones del Universo: un océano salvaje sin retorno y sin sentido, o una mágica unión eléctrica de voluntades y existencias.
Ya hacia el final del libro, la plaquette toma sentido en
cuanto anticipo o extracto de una obra mayor, sentido primario del concepto, con
la aparición de una “Introducción a Cosmogonía para los salvajes”. El poema
cumple la función de enhebrar lo leído anteriormente, con sutileza y seguridad:
Luego de tanta razón
construiré un poema en el que podamos habitar los salvajes
un poema en espiral que gire por debajo del Universo
que le cambie las órbitas y provoque sinapsis a las estrellas
somos el infinito escribiéndose a sí mismo.
construiré un poema en el que podamos habitar los salvajes
un poema en espiral que gire por debajo del Universo
que le cambie las órbitas y provoque sinapsis a las estrellas
somos el infinito escribiéndose a sí mismo.
Basurita Cósmica tiene 24 páginas y fue impresa en abril de 2007 en el taller Elías de Ediciones Periféricas (Valparaíso). Además fue publicada en México (Guadalajara) por Ediciones Pipa Tapada, también en 2017. Constituye el tercer adelanto de un libro que según el mismo autor, “nunca se termina de escribir”, y que lleva por nombre “Para estrangular el lenguaje de los pájaros”.
Vía Revista Cavila