31 de octubre de 2016

26 de octubre de 2016

Cabildo


Van y vienen mis huesos:
la antigua provincia
establece algo de su muerte
en mis ropas.
Miro a los pájaros volar:
en su gesto de fuga
encuentro la sustancia
de mis poemas pasados.
Llevo una tristeza
colgando de las palabras.
Busco el fuego
que perdí enamorándome:
amando lo superfluo
expandido como verdad.
Una máscara:
una falsa sonrisa
es el mundo en mi vida.
Voces que me buscaron
como quien busca comida.

(El polvo del mundo
me ensucia la piel:
las manchas, el color,
entregan a mi rostro
un perfil de agotamiento,
una sensación de derrota).

Muero cada día
en cada palabra escrita.
Escribo esta poesía
como un gran epitafio
de mi existencia.
La selva muriendo conmigo
(muriendo).

Mi poesía es el ave
que escapa de esa muerte,
de ese incendio forestal
en el alma.

Una sola cáscara
es mi diáspora emocional.
Me reparto en pedazos
en cada momento
en cada sentimiento.
Así las cosas todas
llevan un poco de mí
y así me marchito lentamente.

Espero algo
que jamás llegará.

Una ventana se abre
al fondo de mi alma.
Veo al mundo muerto
al otro lado.
Respiro paz,
una sombra amigable
es el pozo oscuro
del universo.

La poesía no me sirvió
para entender la vida.
Me sirvió
para entender la muerte.
Para amarla, como a una
madre bella.

18 de octubre de 2016

Un poema de amor


Salen de mi boca humos negros
las víboras acechan mi carne
como escualos que no dan tregua
me cuesta tanta sangre la poesía
que prefiero descuerar flores
de una mirada directo a su corazón
una cicatriz sola como la marca antigua
de mi periferia desnuda y amígdala

el humo negro es la versión jamás definitiva de mi ocaso
estoy en el territorio ancestral que me tocó
ahí donde habitan los espíritus de mis sueños
y se posan suavemente las melodías infinitas
que aprendí amándolos
a todos ustedes

12 de octubre de 2016

Cerro Florida


Bajo el cerro.
Toda la tarde, su color,
sus pájaros, la basura
que escurre hacia nuestra boca,
toda la inmensa latitud del océano,
listo para tragarnos, todo,
todo, todo me recuerda
la familia que fuimos,
el humo del fuego y la voz
de los antepasados,
la televisión siempre encendida,
los pájaros picoteando las frutas
en el patio de arriba, con la sombra
de un suicida colgando de un árbol,
así como el perfil de mi ojo
en tu dibujo; todo, todo, todo igual
a esta tarde, con el alma a media luz,
río al mar, penumbra de tiempo ido.

5 de octubre de 2016

Álbum Familiar


Le cambió la cara, le salieron arrugas
y unas ojeras como cataratas incas;
se leía en sus ojos el mapudungun de ayer
y en los gestos que entregaba se distinguió claramente
la señal del agua. Pero le cambió la cara,
el pelo ya desaparecía, las orejas colgaban tristes;
las manos transpiraban ocaso, y sus labios deslizaban
un tierno lenguaje de partida.

El bastón en un rincón, la cadera quebrada,
la montaña bajo sus pies balanceando piedras;
todas las noches un cargamento negro
se depositaba en sus sueños.

Se requerían sus manos
para la próxima primavera.