25 de diciembre de 2014

Baila Monstruo (fragmento)



Yo ya olvidé lo que escribí y la poética mutará arrasando estas páginas que ya se fueron junto conmigo en alguna esquina inencontrable de la materia colaborando en silencio con el núcleo del caos en permanente malformación y ahora el estilo de las masas es cortar el césped de la literatura impregnar los labios con jarabe y no tener otra alternativa y así la calle suele repetirse el plato con las almas moribundas que la pueblan sufriendo o escribiendo o tanteando el desastre natural de la belleza que no claudica pero envejece hasta posar su brillo donde todos brillan



(...)

17 de diciembre de 2014

Nueva editorial para nuevos tiempos


Aplicación


Lo que falta
es siempre
lo que queremos.

Faltan quinientos
pa un ron achupallas.

Falta más papel
pa enrollar la vida.
Pa fumarla por los ojos,
leyendo.

Faltan las partes de un reloj
que se detuvo hace 40 años.

Y faltan las industrias retumbando,
sublimes, en la conciencia reposo
de nuestros días.

Hambre

hoy soy una sombra
una araña de rincón en la
oscuridad de su cueva

rehuir quiero cualquier mirada
y olvidar que mi voz resuena
mientras la humanidad
es asesinada todas las mañanas
al fondo de mi corazón

en esta oscura pagoda
mis días están contados
a pesar de las palabras que
escapan por la rendija de mi
esqueleto

(araña o vicio o eterna infelicidad
de la poesía

insecto o presa o voraz infamia)

(recuerdo aquel incendio que consumió
mi casa completa       conmigo adentro)

/araña o vicio o segregada virtud

/o un mar de olas oscuras como regalo final

Intento # 16



El viento sopla
hacia el norte.

Las llamas nos miran
y avanzan.

Nunca las casas
se habían sentido
tan pequeñas.

3 de diciembre de 2014

Los gatos


Por Carlos Peirano

1) Hace un par de años, cuando estaba viviendo en el sur de Chile, leí una novela de Haruki Murakami que tenía entre sus protagonistas a un hombre de mediana edad, algo calvo y un poco lento, que poseía la extraña capacidad de no asombrarse al ver que la mayoría de los gatos le hablaban. La novela en cuestión se llama Kafka en la orilla. Del nombre del japonés que hablaba con los gatos no me acuerdo, pero sí de la génesis de su extraño don. Como este pretende ser un inventario (con todas sus limitaciones), no voy a referirme a la trama de la novela. 2) En Islas en el golfo, novela póstuma, si mal no recuerdo, de Ernest Hemingway, hay un gato que se llama Cabrotas. 3) En La nueva novela, de Juan Luis Martínez, en la página 77, hay una bibliografía general sobre los gatos. El propio Martínez, en un poema que precede a la citada página 77, escribe con valor, y amargura, sobre la desaparición de un gato en su propia porcelana. Es posible que la bibliografía citada sea una broma bien elaborada, aunque tengo conocimiento del Old Possum´s Book of practical Cats, de T.S. Eliot. 4) Yo tengo cinco gatos que se llevan pésimo entre ellos (Jane Bowles escribió sobre las razones por la que los gatos no podían estar juntos y se parecen bastante a las razones que esgrimía para defender que dos escritores no pueden estar juntos: “Creo que los dos gatos juntos representan una desventaja, porque ninguno de ellos consigue la atención que desea y exige”). 5) ¿El gato de Cheshire era realmente un gato? 6) William S. Burroughs decía que cuando sus gatos se ausentaban sentía muchas ganas de llorar y a menudo lo hacía. 7) Justamente cuando vivía en el sur de Chile murieron dos de nuestros gatos, Manchester y Gengis Khan, y mi hermana tuvo que enterrarlos en el patio de la casa. 8) Paul Bowles escribió un cuento, “Kitty”, en el que una niña se convierte en gato. 9) Rolando Cárdenas alimentaba a sus gatos con sobras de pescado que encontraba en los alrededores del mercado central. 10) Paul Bowles tenía un gato negro en Tánger. 11) Una vez vi en Mendoza, a las afueras de la universidad nacional de Cuyo, cómo una jauría de perros mataba a un gato grande lleno de manchas que parecían dibujadas sobre su cuerpo. 12) No sé si Enrique Lihn tenía gatos en su altillo ubicado en la calle General Salvo. 13) La primera vez que vi un gato fue en Quillota, tenía como cuatro o cinco años, y me provocó mucha angustia verle. 14) Ted Hughes le regaló un gato siamés, en Londres, a Sylvia Plath, y ésta lo rechazó. 15) Uno de mis gatos se llama Joe, y es negro, como el boxeador que le impidió, según relata el hermano menor de Jorge Teillier, Iván, en su cuento Antes del otoño, conseguir la corona mundial al púgil nacional Arturo Godoy. 16) Clarice Lispector detestaba a los gatos. 17) En esta época del año, en mi casa, aparecen otros gatos. 18) Marcia Saavedra, que tiene sólo un poemario publicado, titulado Rumor en la sala, tenía un gato que se llamaba Carlos. 19) En los monasterios budistas se prohíbe el ingreso de felinos (y de otros animales). 20) Deleuze, en un documental titulado L´abécédaire de Gilles Deleuze, que vi hace bastante tiempo, decía que no le gustaban los gatos “por restregones”. 21) Robert Crumb creó una tira cómica notable que se llama Fritz the Cat. 22) Las últimas palabras de William S. Burroughs, nos cuenta Félix Romeo (a quien cito textualmente en algunos de estos párrafos), en Gato encerrado, son: “Nosotros somos los gatos encerrados. Somos los gatos que no pueden caminar solos y para nosotros sólo hay un lugar”. 23) Alejandro Jodorowsky, que conoció en el D.F. Mexicano a Leonora Carrington, dijo de ella que “tenía esa mirada penetrante, vivaz y misteriosa que sólo poseen los gatos”. 24) Edgar A. Poe, que nació en Baltimore, y era dipsómano, escribió en 1843 The Black cat. 25) Baudelaire, que tradujo al francés, parcialmente, la obra de Poe, vivía con dos gatos y su madre enferma en un París cercado por la miseria. 26) Giuseppe Ungaretti, en Alejandría, tenía una gata que se llamaba Liebre. 27) A propósito del Gato negro de Poe, dice el protagonista del cuento: “era un animal muy fuerte y bello, completamente negro y de una sagacidad maravillosa. Mi mujer, que era, en el fondo, algo supersticiosa, hablando de su inteligencia, aludía frecuentemente a la antigua creencia popular que consideraba a todos los gatos negros como brujas disimuladas.” 28) Robert Smith escribió, borrachísimo, una canción titulada All cats are grey.  29) En ninguna de las películas que he visto de Rainer Werner Fassbinder aparecen gatos. 30) Paul Bowles tuvo en su casa de Acapulco un ocelote, que es un gato grande, parecido a un puma, pero que puede domesticarse. 31) Witold Gombrowicz, que detestaba a los poetas, llegado a Buenos Aires, amaba (de manera displicente) a los gatos que rondaban las viejas pizzerías ubicadas en el barrio de Palermo. 32) En el colegio, yo y mis compañeros, tuvimos que embalsamar a un gato y algunos, cuando vaciamos las entrañas del animal en una pequeña palangana, vomitaron y se negaron a realizar el ejercicio. 33) En Gummo, de Harmony Korine, los adolescentes que protagonizan la película, cazan gatos con escopetas hechizas y los venden, por kilo, al administrador negro de una carnicería en Ohio. 34) Perry Farrell, en una de sus canciones, cuenta que su gato, Maceo, “es un pequeño hombre en el cuerpo de un gato”. 35) No tengo noticias de mis gatos, que ahora deben andar por el patio, o en las quebradas (mientras yo escribo esto), tomando el benévolo sol de este invierno que comienza a expirar, lamentablemente, hasta que llegue la hora en que vengan a pedirme comida y a beber el agua estancada del nenúfar que aún no ha florecido.

13 de noviembre de 2014

Confesión


Yo debí haber muerto el 2012
crucificado a balazos
en la avenida Rivadavia



...

26 de octubre de 2014

Sedimentos*


Eres la sinfonía
(lejana)
de algún poeta anónimo
que sin darse cuenta
se inspiró en ti.
Entonces,
tú bailas ahí,
en un cuaderno
que es el limbo,
entre lo que se recuerda
y lo que a propósito
no se quiere recordar;
algo así como una estatua
sobreviviente de un incendio;
una figura,
que en la oscuridad no se ve,
pero se siente.




* Carolina Gómez Maray (Con-Cón)

8 de octubre de 2014

Intento # 14

Limpié mis manos
lo mejor posible
retoqué mis ojos
lubriqué mis labios
el pelo arreglé
como quien guarda un llanto
en el fondo de un pozo.
El tiempo infalible
acaricia mis sentimientos
con intenciones
que no alcanzo
a dimensionar.
Me dicen que estás
perdida en algún punto
de esta ciudad.
Me dicen que me buscas
pero no me puedes encontrar.
Me arreglo.
Me preparo.
El invierno se abre paso
entre mis dedos morados
enciendo un cigarrillo
deseando que su luz de ceniza
te diga dónde estoy
solo
esperándote.

2 de octubre de 2014

Sueño de Federico García Lorca, por Antonio Tabucchi

Una noche de agosto de 1936, en la casa de Granada, Federico García Lorca, poeta y antifascista, tuvo un sueño. Soñó que se encontraba en el escenario de un pequeño teatro itinerante y que, acompañándose al piano, cantaba canciones de gitanos. Estaba vestido de frac, pero en la cabeza traía un mazantini de flecos largos. El público era de ancianas enlutadas, con una mantilla en la espalda, que lo oían extasiadas. Una voz, desde la sala, le pidió una canción, y Federico García Lorca se puso a tocarla . Era una canción que hablaba de duelos y de naranjos, de pasión y de muerte.

Al terminar de cantar, Federico García Lorca se puso de pie y saludó al público. Bajó el telón y sólo entonces se dio cuenta que detrás del piano no había bastidores, sino que el teatro estaba en medio de un campo desierto. Era de noche y había luna. Federico García Lorca se asomó por las cortinas del telón y vio que el teatro se había vaciado como por arte de magia, la sala estaba completamente sola y las luces se iban apagando. En ese instante escuchó un ladrido y a sus espaldas apareció un perrito negro que parecía esperarle. Federico García Lorca creyó que debía seguirlo y dio un paso. El perro, como a una señal convenida, comenzó a corretear poco a poco para indicar el camino. ¿A dónde me llevas perrito negro?, dijo Federico García Lorca. El perro ladró lastimosamente y Federico García Lorca sintió un escalofrío. Volteó la vista y miró hacia atrás y vio que las paredes de tela y madera de su teatro habían desaparecido. Quedaba una platea vacía bajo la luna mientras el piano, como acariciado por invisibles dedos seguía tocando él solo una vieja melodía. Un muro cortaba el campo; un largo e inútil muro blanco detrás del cual se veía otro campo. El perro se detuvo y ladró nuevamente y Federico García Lorca también se detuvo.

En ese momento, de la parte de atrás del muro surgieron repentinamente los soldados que dando risas le rodearon. Iban de negro y con tricornios. En una mano traían un fusil y en la otra una botella de vino. El jefe de ellos era un enano monstruoso con la cabeza llena de excrecencias.

- Eres un traidor - dijo el enano -, y nosotros tus verdugos.

Federico García Lorca le escupió en la cara mientras los soldados le detenían. El enano se rio obscenamente y gritó a los soldados que le bajaran los pantalones.

- Eres una hembra - dijo - y las hembras no usan pantalones, deben quedarse encerradas en la casa y cubrirse la cabeza con un velo. A una señal del enano, los soldados le ataron, le bajaron los pantalones y le taparon la cabeza con una manta.

- Asquerosa mujer que vistes de hombre - dijo el enano -, llegó la hora en que le reces a la Santa Virgen.

Federico García Lorca le escupió en la cara y el enano siguió riendo. Después desenfudó la pistola y le metió el cañón a la boca. Por el campo se oía la melodía de un piano. El perro ladró. Federico García Lorca sintió un golpe y se enderezó en la cama. Llamaban a la puerta de su casa en Granada con las culatas de los fusiles.

28 de septiembre de 2014

Intento # 19



La dignidad no se olvida
como no se olvida el respiro
el amor
el país
las canciones
los poemas
los cerros
el mar.

La dignidad no se olvida
se levanta
y no importa cómo:
con piedras cruzando el cielo
con trapos pintados de rojo
con poesía estremecida
en el pasaje de la pobla:
la dignidad es mía
es tuya, nuestra
hasta el fin de los tiempos
y nadie ha nacido aquí
con el derecho a quitarla.

25 de septiembre de 2014

8 de septiembre de 2014

Invierno # 4


Miro el cielo que envejece sobre mí.
El barrio reaparece entre la neblina.
Sonidos de perros ausentes
lamen las hojas secas, pienso,
mientras las casas retoman su forma
y los árboles acomodan sus ramas
para saludar a los fantasmas que
despiertan a esta hora, pienso.

Los antepasados. La hora última
de sus ojos mirando al techo
en estas mismas casas, pienso,
y ahora ya son fantasmas o
perros ausentes ejercitando
el lento movimiento
del envejecimiento personal.
La dulce muerte cotidiana
deshojando mis manos, pienso.



...

31 de agosto de 2014

17 de agosto de 2014

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No debe quedar rastro de ella
Ni de la arena húmeda en sus pies
Ni de la mancha de sol en su vientre
Ni de sus ojos incrustados en mis arterias
       impidiendo el paso de mi sangre





...

8 de agosto de 2014

Agosto


Cierro la puerta por esta noche
siempre hay más formas de hacer todo
distintas maneras de trenzar la realidad
en la fuga loca del papel

o la fuga local del papel
declaro las buenas noches
para todos los hombres de paz
para todos los hermanos de más allá

afuera correrá la sangre
quizás lloverá el hambre
la tierra gritará y nadie la escuchará
pero siempre saldrá el sol
con una oportunidad bajo el brazo

así que a descansar a dormir
a cargar las corrientes de las arterias
a sumergirse en el misterio de los misterios
aunque sea por algunas horas

en una de esas
la vida aparece en serio
una noche como esta



...

(Caraja)

30 de julio de 2014

Intento # 4


Es algo colorado
una punteada

colorida
frente a tanto incolor

una vez en la habitación
siempre fue lo mismo

la misma toma de posiciones
desde la hipocresía del discurso

algo colorido
nos campaneaba en la boca

(sin embargo algo incoloro
sonaba sabrosamente sonoro)

caíamos al final
en la desidia de la cámara lenta

que es el tiempo
si lo miramos desde muy arriba

...

27 de julio de 2014

Baila Monstruo

Cae la miel como cae la sangre de mi boca cuando muerdo tu ausencia pero soy criatura de golpes y me levanto con la última visión de ti refulgando y superando el brillo incandescente del aviso publicitario que quema mis ojos cuando tarde en la noche paso por el puente viejo y me pierdo en las poblaciones abandonadas por el derrame tóxico de la industria hace ya cuantos años hace ya cuantas vidas que venimos perdiendo viviendo contaminados y creciendo como larvas de una criatura crónicamente enferma sin ojos ni boca

16 de julio de 2014

Indigencia


Ya no está la pobreza
en nuestros zapatos.

Caminamos solos
y muy a la deriva
pero tenemos vino
para encendernos.

Una fogata
bajo el puente
recuerda esos veranos
de caza con los mayores.

Cuando los montes en Quilpué
tenían pumas y gatos hambrientos
esperándote en los arbustos.

El vino ahora
recuerda esa sangre.

Nuestra vida
es una botella
que se vacía lentamente
o violentamente de una sola vez.

Como un zarpazo
en los pasillos rocosos
de la ultratumba.


Al viejo Quilpué

28 de junio de 2014

La memoria histórica



Akira Nagasawa

15 de junio de 2014

Sueño antiguo

Hablaban, gesticulaban, se emborrachaban con coca-cola y algo más; musitaban algo de música, quizás, a esa hora extraña de la noche cuando el estómago se mordía a sí mismo y usaba el baño de alcohol como lujuria; nos hinchamos y nos cogoteamos mutuamente la palabra como feroz jauría enjaulada; algunos se cansaron pero nosotros amábamos, éramos animales; nos mantuvimos jugando en la cornisa, en la quebrada o el sexo selva; una maldita mañana nublada o un perfecto verano verde, bien borrachos los dos, colgando de los pezones cerro arriba; olvidamos, y yo ahora duermo una gran resaca y juego a vencerla: hablo, gesticulo, me emborracho con coca-cola y algo más, y creyéndome vencedor, tiro a correr desnudo, gritando, por la playa.

9 de junio de 2014

2 de junio de 2014

Última lección


Contemplamos la estrepitosa caída
del accidente cardiovascular.
La muerte tiene olor a revista médica.
Su color es el amarillo de los faroles urbanos
que te saludan por la ventana de la clínica
mientras tus ojos rebobinan las verduras
los juguetes los afectos los anzuelos
que te enganchaste en la lengua
cuando la vida era un trámite
y la rutina una cortina
que te impidió entender
el desapego
la química
los gusanos 
que vendrían por ti.


(inédito)

28 de mayo de 2014

La marca de una bandera quemada

La larga cicatriz
que nos atraviesa el ojo izquierdo
es la lengua de la víbora que hirió
a nuestro hijo en la cuna.
Mientras dormíamos.

Cuando era precaria la casa
en medio de la selva.

Y éramos salvajes cortando leña
en aserraderos clandestinos.

(Igual llegaron a nosotros
y nos abrieron el vientre
con la misma hoz
de nuestras banderas)

La larga cicatriz
es una geografía
que todos llevamos.

Como un tatuaje
con el que se nace.

“La marca de una bandera quemada”
según los poetas jóvenes.

19 de mayo de 2014

10.

El océano se torna color petróleo, padecemos un atardecer de tormenta, se divisa ya el viento desatado que inundará con sus aguas las arterias de la población, por debajo, reventando en agua y cañerías los baños y los enseres más preciados; los elementos se potencian con los amargos químicos de nuestro aliento y entonces sobreviene una fosa, una profunda escalera de piedras marinas que se prepara para darnos un manotazo, el último, el primero, el más doloroso.


LA ROSA PRISIONERA

11 de mayo de 2014

Las alitas caídas

Nadie imaginó que su baile coquetón arriba del ring era una danza de conquista. Nadie pensó siquiera que su mano derecha fuerte también podía acariciar los mentones y los hombros sangrantes. Nunca pensaron que el número uno de los guantes de oro, que el paladín de los sudamericanos, al que no le pegó nadie ni en el cuadrilátero ni en la esquina, el que se zumbaba a quien quería, al que no le quedó títere con cabeza en Los Lagos y sus alrededores, volvería de Santiago muerto y vestido de mujer.

Porque ¿cómo conjugar su título de campeón de box con su clandestino hábito de irse a Santiago a revolotear de mariposa nocturna? Difícil era figurarlo frágil y lechuguino, si todas las veces hacía rodar por el suelo a cuanto macho de pelo en pecho que se le ponía por delante. Cuando la copucha se repartió entre los intersticios del pueblo nadie la creyó. Si estaba “entrenando” decían en San Miguel, si “cuida autos” decían en la Cisterna, si era “sereno” en Conchalí, si era “junior” en Macul, si es “copero” en Maipú. Hasta que llegó “muerto no más” por una cuchillada nocturna y traicionera, que no pudo esquivar con las fintas de sus mejores noches, porque la pasta base y los zapatos de taco alto le entorpecieron su famoso baile de gorrión.

Ahí estaba ahora, en la vitrina de los muertos, cubriendo su palidez inerte con colorete. Su franco pelo duro se había trastornado en una brillante peluca rubia, el protector bucal lo había reemplazado por un lápiz labial escarlata, sus pestañas de indio eran ahora crespas y largas agujitas azabache. Nadie lo reconoció.

Sólo dos cosas anunciaban que era el campeón: primero, su nariz de aguilucho aporreado, estaba en la posición en que la dejan los guantes adversarios y que sus nuevos amigos santiaguinos no pudieron ocultar con mañas de maquillaje. Lo otro, era el cinturón de Campeón Sudamericano, que brillante e inútil estuvo todo el tiempo arriba del féretro y que lo acompañó como única flor en su viaje final hacia la tierra, que lo recibía envuelto en perfumes de mujer y con guantes de boxeador.


Por Javier Milanca

Extraído de “Pichi Epew”
Ediciones Periféricas

10 de mayo de 2014

Vitamina Vietnamita


La aldea y su herramienta
ardieron en mis ojos

La vieja fábrica
echó a andar en mis huesos

Un supermercado vietnamita
a siete cuadras de mi casa

7 de mayo de 2014

Nocturno de otoño morado



Nadie lo determina.
Yo personalmente
he muerto y resucitado
treinta y un veces.
Tengo tres árboles
como testigos.
Solamente
pido un juicio justo.

5 de mayo de 2014

Dora Esperanza Chas


Ella no sabía
que tenía un cielo
encerrado en la garganta

Lo supo cerrando los ojos
volviéndose muñeca
resolviendo su canción
como el viento que aparece
cuando los árboles
son arrojados a la tierra

Ella entró y salió del caos
para dominarlo con una sonrisa

El hielo azul encendió su boca

Un dulce sueño de mariposas
llegó a poblar su corazón

Con ese último gesto
saludó a la espesura
y los árboles
se quedaron hablando
de su paso por el mundo

Ahora
sentados en el jardín
recordamos su canto de madre
mientras lavaba las verduras

Ella no sabía
que tenía un cielo
encerrado en la garganta


Publicado en la antología La Plata Spoon River (2014).



4 de mayo de 2014

Baila Monstruo


Plaquette publicada por Ediciones Periféricas en abril de 2014.
Realizada en taller Cº Placeres.

24 de abril de 2014

20 de abril de 2014

Villa Berlín


Nombres de ríos
nombres de flores

Ciudades alemanas
que jamás conoceremos

Anabólicas mañanas
que no volverán

La sombra del amigo             
colgando del aromo cortado
hace diez años

Mi amigo muerto
hace diez años
colgando en la sombra
de este poema

Una estrella que se fuma solita
en la escalera Los Maitenes

Mirando la Fisher




Inédito

14 de abril de 2014

La marca del fuego


Puede ser también
la mancha del mar
la planchada cicatriz
que invisible solamente
se carga en los ojos

Ahí la arena
desintegra cualquier poesía

y el viento de igual forma
elabora estatuas sólo visibles
para los no videntes

el tacto es un áspero juego
de lenguajes y tonos de voz

la amplitud del incendio
semejando el ocaso
de todos nosotros

la intensidad
termina con todos

con nuestras letras
y papeles amarillos
en baúles con revistas

en barriadas extintas




Inédito

12 de abril de 2014

Luis Lhooner, Una Poética


Cierta vez
-en la base aérea de Morón-
vi a un perro perseguir
tercamente
a una avioneta,
correrla a través de la pista
saltando con un tarascón al aire
en el instante del despegue.
Ya con la sangre seca de la nada
entre sus dientes
la observará 
alejarse
haciéndose imposible.

Un poema se domicilia en ese perro
hay un poema
que alquila una pieza por ahí,
el intento desesperado
de morder
aquellas formas que despegan.



De "Los Perros del Muro de Berlín"
Ediciones Periféricas 2014

11 de abril de 2014

Así nacieron nuestros barrios



Villa Berlín. Cerro Placeres. Algo así como 1960.

5 de abril de 2014

Panquehue


Lo hice de nuevo
y habito un lejano territorio.
Duermo en una precaria carpa.
El cielo desliza su lengua
por todo mi cuerpo
minutos antes que salga el sol.
La montaña aún ronca
cuando mis manos escarban el agua
y lavan mis heridas faciales.
Venía cayendo
por una larga escalera de sueños.




Inédito

4 de abril de 2014

Cachapoal 61


Estoy sentado
en el techo más alto
del barrio.
Cojo una estrella
con la punta
de los dedos.
Escribo tu nombre
en la muralla invisible
de mi corazón.
Un poema de dolor
me sale por los ojos.



Inédito

2 de abril de 2014

Cerro abajo


Cada día que pasa
resbalo más abajo
me clavo espinas en las manos
y mi boca traga el polvo
que el camino arroja
con indiferencia celestial.
Mis ojos
buscan la última palabra
que alguna vez
me habló del amor.
Pero ya nada queda.
Solo la caída diaria
por las mejillas del olvido
entre rosas escuálidas
que olvidamos regar.



Inédito

31 de marzo de 2014

Avenida Matta

Las revistas se tragaban el gris de la época.
Engullíamos la miel de las madres
tan rápido como una avispa hambrienta.
Cayendo sobre una colmena dorada
rebosante de líquido.
Como anticipando la catarsis
de la adultez alcohólica.

Leíamos mientras caminábamos
tropezábamos con las raíces de los árboles
nuestras madres conversaban entre sí.
La época – reiteramos – teñía de gris la sangre
pero no había silencio: recuerdo el impacto
de un artesano callejero – amigo de mi padre
a quien le rompieron las manos los militares
por hacer tarjetitas de Pablo Neruda
y Violeta Parra.

En nuestros juegos las avispas estaban contra los milicos.
Recuerdo dibujar tanques incendiados por super-insectos
que éramos nosotros los niños de la cuadra: dos.
Dos abejas bastaban para incendiar un tanque
como anticipando las barricadas estudiantiles.
Tanques de cartón fueron quemados
en salvajes protestas contra el CAE.

El cerro a lo lejos era nuestro horizonte.
Soñábamos con esa jungla.
Colores que no conocíamos.

/ La revista era a colores. Mi madre también.
El barrio era gris y su recuerdo es ahora
como el barro frío en los pies de un indio
despojado de su cultura.
Los milicos siguen afilando sus armas.
La nueva constitución empieza a gestarse
en el corazón de un pueblo resurrecto.

La piedad es un palabra olvidada
en muchos de nosotros.



Inédito

27 de marzo de 2014

Bolero


Tanto tiempo disfrutamos de este amor y nuestras almas se acercaron, se acercaron los fantasmas, tu sabor enamorado, mi sabor acariciado. No pretendo ser tu dueño, no soy nada, me almidono esperanzada, yo no tengo ni retengo vanidad acaudalada, de mi vida doy lo bueno, soy tan pobre, qué otra cosa puedo dar?

- Hay amor eternidad? Hay amor donde tu estás?
- Hay amor igual que aquí: Picante como el ají



Por Marinero Miel

24 de marzo de 2014

Epitafio

Este animal murió solo, vivió solo,
no leyó ni la mitad de su biblioteca,
no conoció ni la mitad de su país,
no estuvo entre los ganadores
del premio al empleado del año,
no ganó ninguna elección,
no acertó jamás los números del concurso.
Fue un silencio, una herramienta afilada,
creadora de otras herramientas, sillas,
muebles, repisas, papel, mucho papel escrito
que no alcanzó a leer.

Estuvimos ahí, con él,
en el momento de la materia.

Sentimos que respiraba.


Inédito

22 de marzo de 2014

Inauguración del Seminario de Nueva Poesía Chilena* **



* poesía chilena de provincia
** incluye zonas de sacrificio 

16 de marzo de 2014

La cultura del terror

Yo niño
abusado por mi confesor

Yo niña
golpeada por mi padre

Yo mujer
menstruada con fusil
y arrojada muy azul
a una embajada extranjera

Yo callejón sin salida
fríamente ejecutado
en el más hermoso silencio

Yo estatua sin voz
pedazo de tierra sin fosa
simple horror de la presa

Yo soy la carne
que hace andar
tus máquinas

Tus relojes tus teléfonos
y la sangre dentro de ti

Yo soy
el esqueleto de tu cultura


De "Valparaíso Vintage"

15 de marzo de 2014

Supermercado Vietnamita (fragmento)





Bajo una lluvia de estrellas

mi corazón en picada

5 de marzo de 2014

Es olvido

Juro que no recuerdo ni su nombre,
mas moriré llamándola María,
no por simple capricho de poeta:
por su aspecto de plaza de provincia.
¡Tiempos aquellos!, yo un espantapájaros,
ella una joven pálida y sombría.
Al volver una tarde del Liceo
supe de la su muerte inmerecida,
nueva que me causó tal desengaño
que derramé una lágrima al oírla.
Una lágrima, sí, ¡quién lo creyera!
Y eso que soy persona de energía.
Si he de conceder crédito a lo dicho
por la gente que trajo la noticia
debo creer, sin vacilar un punto,
que murió con mi nombre en las pupilas,
hecho que me sorprende, porque nunca
fue para mí otra cosa que una amiga.
Nunca tuve con ella más que simples
relaciones de estricta cortesía,
nada más que palabras y palabras
y una que otra mención de golondrinas.
La conocí en mi pueblo (de mi pueblo
sólo queda un puñado de cenizas),
pero jamás vi en ella otro destino
que el de una joven triste y pensativa.
Tanto fue así que hasta llegué a tratarla
con el celeste nombre de María,
circunstancia que prueba claramente
la exactitud central de mi doctrina.
Puede ser que una vez la haya besado,
¡quién es el que no besa a sus amigas!
Pero tened presente que lo hice
sin darme cuenta bien de lo que hacía.
No negaré, eso sí, que me gustaba
su inmaterial y vaga compañía
que era como el espíritu sereno
que a las flores domésticas anima.
Yo no puedo ocultar de ningún modo
la importancia que tuvo su sonrisa
ni desvirtuar el favorable influjo
que hasta en las mismas piedras ejercía.
Agreguemos, aun, que de la noche
fueron sus ojos fuente fidedigna.
Mas, a pesar de todo, es necesario
que comprendan que yo no la quería
sino con ese vago sentimiento
con que a un pariente enfermo se designa.
Sin embargo sucede, sin embargo,
lo que a esta fecha aún me maravilla,
ese inaudito y singular ejemplo
de morir con mi nombre en las pupilas,
ella, múltiple rosa inmaculada,
ella que era una lámpara legítima.
Tiene razón, mucha razón, la gente
que se pasa quejando noche y día
de que el mundo traidor en que vivimos
vale menos que rueda detenida:
mucho más honorable es una tumba,
vale más una hoja enmohecida,
nada es verdad, aquí nada perdura,
ni el color del cristal con que se mira.
Hoy es un día azul de primavera,
creo que moriré de poesía,
de esa famosa joven melancólica
no recuerdo ni el nombre que tenía.
Sólo sé que pasó por este mundo
como una paloma fugitiva:
la olvidé sin quererlo, lentamente,
como todas las cosas de la vida.


Nicanor Parra
Poemas & Antipoemas

21 de febrero de 2014

Pata de Conejo

III

olas miniatura en ciudades miniatura
ha finalizado la gran guerra

el pueblo en silencio
escucha el canto de las aves

el canto que no es canto
es vuelo

(...)

las plumas que hierven en cazuelas infernales
el brote de una casa que se esmera en apagarse
un cerro de Valparaíso avanza como caballo de troya



(...)


"Pata de Conejo"
Felipe Ugalde

19 de febrero de 2014

Árbol quieto entre nubes

Aquel joven soldado
era sonriente y tímido y erguido
como un joven durazno.
El vello de su rostro se doraba
con el rubor de los duraznos
al amarillo sol de mediodía.
Sus ademanes eran
como los ademanes del durazno
cuando el viento lo mueve, en la colina.
Si sonreía era su sonrisa
un imprevisto florecer durazno.
Una ráfaga a veces lo nublaba
y entonces, serio, ensimismado,
era un durazno al aire, deshojado.

Jugaba con los niños, en la tarde,
con un fervor nostálgico, lejano,
con la misma ternura de la ola
que se aleja volviendo la cabeza.
Un viento melancólico barría
nubes en flor, apenas nubes,
y en el jardín volaban hojas
¡oh despeinada primavera!
Árbol quieto entre nubes, hojas, niños,
se preguntaba aquel soldado:
¿Es nube todo, todo es hoja, viento?


¿Los familiares árboles son nubes?
¿Esta rama que toco, esta corteza,
estos niños, son nubes? ¿Nube el sueño
y la muchacha aquella y su perfume,
fantasma de la carne, nube, espuma
apenas sostenida por el viento?

Y se alejó, callada nube negra.



Octavio Paz

18 de febrero de 2014

Hotel

Me despierto a oscuras
en una habitación extraña.
Hay una voz en el techo
con un mensaje para mí.

Repite una y otra vez
la misma ausencia de palabras,

el sonido que el amor hace
cuando alcanza la tierra,

metido a la fuerza en un cuerpo,
acorralado. Arriba hay una mujer

sin cara y con un animal
desconocido que tiembla dentro de ella.

Enseña los dientes y solloza;
la voz susurra a través de las paredes y el suelo;
ahora está suelta, libre y corriendo
cuesta abajo hacia el mar, como agua.

Examina el aire alrededor y encuentra
espacio. Al final,
me penetra y se vuelve mía.


Margaret Atwood
Poéticas del Cuerpo

14 de febrero de 2014

Soy el último poeta de la aldea

Soy el último poeta de la aldea,
mis cantos son humildes como un puente de madera.
Asisto a la misa final entre abedules
que inciensan el aire con sus hojas.
Se extinguirá la dorada llama
de este cirio de cera humana
y el remoto reloj de la luna
gruñirá mi postrer campanada.
Pronto saldrá el huésped de hierro
al sendero del campo azul,
sus negras manos recogerán
la avena derramada por la aurora.

¡Muertas manos, palmas extrañas,
no vivirán entre vosotras mis canciones!
Sólo los corceles de las espigas
llorarán por los viejos amos.
El viento acallará sus relinchos
mientras baila la danza del adiós...
Y el remoto reloj de la luna
gruñirá mi postrer campanada.

Arde, estrella mía, no caigas...
Arde, estrella mía, no caigas.
Derrama tus rayos fríos.
Tras la muralla del cementerio
ya no late ningún corazón.

Luces con el agosto y el centeno
y llenas la quietud de los campos
con el temblor sollozante
de las grullas que aún no partieron.
Me alcanza viniendo de lejos,
quizá del bosque o del cerro,
otra vez aquella canción
de mi país, y de mi casa natal.
Y el otoño dorado
reduciendo la savia de los abedules
llora sus hojas sobre la arena
por todos los seres que amé.
Lo sé. Lo sé. Dentro de poco,
ni por mi culpa ni por la ajena
tendré que tenderme también
detrás de la negra muralla.
Se apagará la llama cariñosa
y se convertirá en polvo el corazón.
Los amigos pondrán una piedra gris
con una alegre inscripción.
Mas yo, pensando en la triste muerte
así la compondría para mí:
"Amó a su patria y a su suelo
como un borracho a su taberna".

Serguéi Esenin

6 de febrero de 2014

Réplicas

Durante el terremoto que azotó la octava región de Chile
y que dejó un país devastado
todos los santos cayeron de sus pedestales
y al igual que la iglesia de la merced
en sólo tres minutos
fueron polvo.
Bajo los escombros yacía el cuerpo del cura párroco
don Celestino Callao.
Bajo los escombros también
la puerta que daba a los sótanos. Y allí…
las réplicas, los santos de utilería.
Fue allí donde se cavó primero.
Y por la tarde antes de que cayese el sol
ya un santuario improvisado se alzaba frente a las ruinas de la iglesia.
Allí podían acudir los desgraciados a pedir o dar gracias como Dios manda.
Está visto:
la iglesia desentierra primero a sus santos que a sus muertos.



Carlos Gallegos
"Dios me dio la bendición de ser ateo"

4 de febrero de 2014

Ladra la tarde en la literatura


Ladra la tarde en la literatura
los poetas somos perros viejos
comiendo charqui envasado
en un supermercado vietnamita

Algún día nosotros
seremos esa carne en oferta



Supermercado Vietnamita (fragmento)