3 de agosto de 2013

Nocturno

Suaves retornos,
adorados y sobrios frutos
brotando de la tierra, donde antes cayó
una lágrima;

la complicidad de la luz
es total: ella desaparece
y nos convencemos que la mejor lámpara
es la que sirve para agrupar sombras.

Ahora
los materiales de la noche
se movilizan para construir
otro pedazo de infinito, otra baraja
de amor para el transeúnte,
nosotros mismos, en otra parte.

Y a mí me habla el antiguo sentido
    de las herramientas,
acumulándose en el taller;
    el suave retorno
de las manos de mi abuelo,
el lento trote de las nubes
por el piso del cielo.