15 de abril de 2013

Viaje


Osorno y su plaza oxidada.
Quillota y su producción en serie,
Vicuña Luján Pelluhue Chanco
Los Andes y el respiro.
Suave atardecer colgando en las ramas
de una preciosa cáñamo, perfecta, inolvidable.
Creíamos estar en Talca, pero amanecimos en
Pichilemu. Nos metimos al mar y aparecimos en
Caldera, subimos en micro a Vallenar y de pronto:
la tumba de Gabriela Mistral, en Montegrande.
Ahora Cartagena, en las fauces del mar
frente al litoral perdido de Los Vilos.
Un viaje sin restricciones,
una geografía nada infructuosa.

Nocturno


Primero una suave sonrisa;
después tus ojos, categóricos,
señalando la ruta de mi lengua,
buscando el refugio de mis palabras,
atesorando el eco de ellas, dejándote
hermosa como una mirada hacia la lluvia;
después el sueño, la imagen,
el campo solitario y su lámpara encendida,
diciéndole a la niebla esta es nuestra aldea,
aquí están nuestros huesos,
listos para la primavera.

San Justo


21.07



Cae la tarde en la periferia.
Escucho viejas canciones:
locos arrecifes de coral,
olas infinitas, jaulas de lluvia,
algas marinas como ninfas,
mutando hacia sirenas, dioses,
animales paganos y oficiales:
un cuadro preconcebido
en las viejas cavernas del paleolítico.
La belleza de la bestia,
el exacto perfil de la hembra,
la desgraciada mano del macho:
la fiesta del cadáver iluminado.
El inminente regreso
al polvo de la materia.

(...)

13 de abril de 2013

El poeta


Guardo bajo mi piel
un océano despedazado y regado
con la sangre de todas las madres
con los huesos de todos los padres
una masa oscura de humanidad
esparcida con pegamento negro

escupo el tiempo de todos los tiempos
baba humana y lombriz
tras cinco siglos de trabajo
rompiendo la piedra
vaciando la montaña
cayendo al mar de cabeza
para terminar lavando pañales
en el tibio amanecer

Una carga pesada
llevan mis manos
herramientas quemadas
amistades muertas
ásperas heridas

una época mojada
donde nació lo bruto

el tedio

la boscosa actitud de yacer




*De "Valparaíso Vintage" (inédito a la fecha)

9 de abril de 2013

Serguéi Esenin


El último poeta de la aldea

Una tarde antes de la Navidad de 1925 un sombrío viajero pedía alojamiento en el Hotel Angleterre de Leningrado. Durante tres días yace en su cuarto, sumido en estado de ebriedad. Termina por ahorcarse, no sin antes dejar escrito con su propia sangre un poema que termina diciendo: "Hasta pronto, amigo mío, sin gestos ni palabras, / no te entristezcas ni frunzas el ceño. / En esta vida el morir no es nuevo / y el vivir, por supuesto, no lo es".

Quien se suicida a los treinta años de edad dejando como testamento estas líneas es Serguéi Esenin, considerado junto a Maiakovski y Boris Pasternak como el más importante de los poetas ruso–soviéticos, siendo los tres considerados como lo señala Sophie Laffitte: "figuras mitológicas contra el fondo apocalíptico de la Revolución".


La vida de Esenin se inicia como una especie de cuento de hadas. Nació en el centro mismo de Rusia, en la aldea de Konstantinovo, cerca de Riazán. Hijo de campesinos, sus padres lo habían destinado a ser preceptor primario, pero rehusó continuar sus estudios, para dedicarse a la poesía, para la cual desde su infancia había mostrado la más viva disposición. "Serguéi Esenin, más que un hombre es un órgano que ha creado la naturaleza exclusivamente para la poesía", dijo Máximo Gorki cuando lo conoció. Desde niño escuchaba a los poetas populares errantes y repetía sus canciones, a la vez que componía las propias. Se unía a los peregrinos para visitar las catedrales, admirar los íconos, haciendo una vida de vagabundo y nómade. "En el transcurso de uno de esos peregrinajes –cuenta Franz Hellens–, Esenin cantó sus poemas, a los peregrinos que esperaban el tren agrupados en una pequeña estación. Conmovió en tal forma a esas almas simples, que los hizo llorar; un viejo se salió del grupo, y aproximándose al poeta, tembloroso de alegría, desanudó el pañuelo que le servía de monedero y sacó de él cincuenta kopeks, toda su fortuna para el camino, que obligó a Esenin a aceptarlos".

El renombre del poeta campesino se extendió más allá de su aldea y un funcionario que lo tomó bajo su protección, lo llevó a leer sus versos ante los zares. "Seguirá la luna creciente o menguante / derramando sus remos por los lagos. / Y la Rus, como siempre vivirá, bailará y llorará botada en el camino". La Emperatriz halló que los versos eran "demasiado tristes". "Rusia es así" le contestó el poeta.

Esenin empieza a oír el llamado de la venidera Revolución, ese sordo fragor como de un mundo que se derrumba que escuchaba Blok mientras escribía Los 12 y entra a formar parte del grupo dirigido por Ivanov-Razumnik, ideólogo del "socialismo místico" proclamador que en "el socialismo el sufrimiento del mundo salva al hombre", al revés del cristianismo; y que Rusia es revolucionaria y orgánicamente socialista, en contraposición al Occidente burgués, individualista y ateo.

En Moscú, Esenin obtiene una fulminante popularidad, ya surge su fama de "camorrista y escandaloso", seduce a todos con su figura de joven de cabellos rubios y ojos azules. Poéticamente, encabeza el grupo de los Imaginistas, pero lo abandona prontamente y declara que "lo importante no es la imagen, sino el sentimiento poético del mundo". Su expresión poética proviene del sentimiento ancestral del campesino que ignora las comparaciones abstractas y para el cual todo objeto es definido en comparación con otro objeto. Así, para Esenin los sauces son ancianos, el sol una rueda, la aurora una gata que se lava en el tejado, la tierra una nodriza, la luna una miga o una oveja.

Se puede decir de la poesía de Esenin lo que se dijo en su tiempo de la poesía de Francis Jammes: "que aparece como una muchacha desnuda en el rocío", rompiendo el aire enrarecido que había traído el simbolismo de Balmont y Merezhkovski a la poesía rusa. Parece no estar escrita con palabras, sino con surcos de arados, bosques, perros que ladran a la luna. La poesía de Esenin se singulariza por ser un intento de revivir la tierra natal y los días de infancia –esas hermanas gemelas– que constituyen el "paraíso perdido", en este caso el mundo campesino estable y ordenado. Mientras para Maiakovski era preciso escupir sobre el pasado y la poesía era un vehículo para transformar el mundo, Esenin –aunque desgarrado por contradicciones internas– fundamentalmente se volvía hacia un mundo pasado, al que presentía condenado a desaparecer, tal como en un poema en el cual describe un caballo que se esfuerza inútilmente por alcanzar una locomotora.

Al llegar la Revolución de Octubre, Esenin se pone de lado de los bolcheviques, escribe poemas revolucionarios y un largo poema "Inonia" ("Otra") en la cual –influido por el poeta Nicolai Kliúiev– expone su mesianismo campesino, según el cual la Revolución traerá a Rusia el reinado del mujik, el paraíso terrestre aldeano. Lo que halló expresión artística en la poesía de Esenin, dice el crítico Suren Gaisarian, "fue el sueño con el justo país del mujik, y en ese sueño se mezclaban caprichosamente los sentimientos y estados de ánimos más contradictorios. El secular apego a la tierra, la exaltación del atraso de la aldea y el miedo a la ciudad. El anhelo de acabar con la vieja vida y el desconocimiento de las auténticas vías de lucha, el temor a los cambios. El ingenuo carácter soñador y la animadversión a los señores. Plegarías, óleos sagrados y granujadas, golfería, sobre todo entre la juventud campesina. "Fuerzas ciclópeas y debilidad de espíritu, impotencia".

La popularidad de Esenin se acentúa durante los tiempos de la Revolución, en los cuales en las ciudades la poesía oral o escrita es el género más apetecido hasta por los tranquilos burgueses, y desplaza a la prosa en plazas y cafés como lo describe Ilya Ehrenburg en sus Memorias. Pero la Revolución se desplaza política y económicamente en un sentido distinto al que esperaban Esenin y los poetas campesinos. "El comunismo es el poder soviético más la electricidad" decía Lenin. La Revolución ha sido fundamentalmente obra del proletariado industrial que dirigido por los bolcheviques empieza a hacer salir de su letargo al coloso ruso. "Edificación", "Cemento", "El torrente de hierro" son las obras de éxito, que la situación requiere. Aunque Esenin escribe poemas revolucionarios como "Anna Sniéguina", "Lenin", "Balada de los 26" empieza a acentuarse su desajuste con la realidad. Su poema dramático "Pugachov", biografía del héroe rebelde cosaco del siglo XVIII, en el fondo exaltación del individualismo anárquico, es mal acogido por la crítica. Esto aumenta su depresión, su afición a la bebida. Entretanto aparece en la URSS como un meteoro la bailarina Isadora Duncan, que se une en matrimonio con el poeta (1921) y lo lleva consigo, para darlo a conocer en el Occidente.

Aparecen sus primeras antologías en Alemania y Francia. Pero Esenin que hasta se negaba a hablar en un idioma que no fuera el suyo, se sentía totalmente desambientado en el extranjero. "Occidente es el reino del dólar, del fox trot, de la espantosa pequeña burguesía, siempre vecina a la idiotez", escribía a su amigo Marienhof. Y añadía: "Aquí hasta los pájaros se posan sólo donde les está permitido". Después de numerosos incidentes y escándalos vuelve a su tierra, en donde siente acentuarse sus contradicciones interiores, por los cambios revolucionarios. En un poema expresa su deseo de "remangarse los pantalones y correr en pos del komsomol". Y en "De vuelta a la patria" exclama: "Yo veo / que más triste, más desolados parecen mi madre y mi abuelo / más alegre, y sonriente el rostro de mi hermana. / Para mí, sin duda / Lenin no es un ícono / pues yo conozco el mundo. / Pero amo mi hogar. / Y mi hermana comienza / abriendo como una biblia el Capital ventrudo / a hablarme de Marx y de Engels. / jamás, en ninguna estación / yo he leído, por cierto, esos libros...".

Llegan los años de la NEP, calificada por los críticos soviéticos como la "época más tenebrosa en la vida y la obra del poeta". Escribe Las tabernas de Moscú, en donde describe su vida de "hooligan", de desplazado social. La inadaptación, los fracasos sentimentales, la dipsomanía lo llevan al suicidio. "El pueblo ha perdido a su resonante guitarrero borrachín" escribió reprobatoriamente Maiakovski, el que se suicidaría cinco años más tarde "al estrellarse la barca del amor contra la vida".

En sus momentos de depresión Esenin consideraba que su poesía resultaría superflua en una nueva sociedad. Sin embargo, como le decía su amigo el pintor Rybikov, el triunfo del socialismo no significaba necesariamente que se terminaran los sauces y los atardeceres. Hoy día, Esenin es considerado uno de los grandes de la poesía soviética, sigue siendo uno de los favoritos del público, sus obras se editan en miles de ejemplares.

Entregar una antología de su obra poética es una tarea casi insuperable, como es costumbre decir en los traductores, máxime considerando que la poesía de Esenin está íntimamente ligada a una musicalidad de la palabra que necesariamente se pierde al vertirse a otro idioma. Sin embargo, confiamos en que "el espíritu que sopla donde puede" ha estado con nosotros y aunque sea en un espejo turbio, el lector encontrará la huella luminosa del "último poeta de la aldea".




"Prologo" en Serguéi Esenin, La confesión de un granuja (Antología poética). Traducción directa del ruso de Gabriel Barra, versión poética de Gabriel Barra y Jorge Teillier. Editorial Universitaria, Santiago, 1973, pp. 9-14. Primera versión en El Siglo, Santiago (26.05.1963).

3 de abril de 2013

Poema de Winétt De Rokha


Montaña del espíritu
   
Con una libertad que gime,
adherida al reino de coral
donde los cetáceos dan manzanas,
perdí mi camafeo negro
y el azúcar de las pestañas.

Todo está en éxtasis, dormido,
el mito semejante y extraño
con una igual fragancia entre las ruinas.

Remeda mi emoción de juncos líquidos
el terciopelo sin piedad del horizonte.

Son infinitos los dolores ilustres
que parten el aspecto exterior de mi suerte,
e innumerables los ecos
de los charcos divinos.

Pero mi canción recoge
el diapasón de la sombra que canta.

Bella urraca del cielo,
voy, (celeste), encuadernando
mi imagen de azahares confundida.

Existo para descifrar un alfabeto disperso,
agrupado de odios explayados
sobre la multiplicidad de los abrojos.

Mercadería tristemente arrinconada,
en mi barco de vela azul y oro,
la poesía me defiende de mí misma,
ahora, cuando como sarmiento de Julio
quemado en lo amarillo profundo,
te entrego un corazón adolescente.