20 de diciembre de 2011

Arte Lírica

Poema de Julio Faúndez Herrera

Cuando las enredaderas invaden el balcón de mi ventana
las entradas de esta alcoba se iluminan.
Mis oídos se despiertan como flores
y el silencio reverdece como un concierto de violines

Durante ciudades que cambian de colores,
el ventilador reparte filosofía.
Los espejos sonríen de forma misteriosa.
Mis cabellos crecen con melancolía

Cuando las enredaderas invaden el balcón de mi ventana
las tardes germinan por los frascos de colonia,
las goteras suspenden su caída inexorable
y las sombras se retiran de todos los salones

A estas alturas
debiera de ser el dueño del mundo,
ir y robar la guinda de todos los postres:
persiguiendo el rumbo de palabras aladas
mis zapatos van sobre algodones


Cuando la enredaderas invaden el balcón de mi ventana
mis ojos se convierten en brazos extendidos al cielo
entonces,
la invitación que surge del aire perfumado
los artefactos que se unen en millones de fragmentos
las camisas que flamean henchidas en los patios
y los ayeres que desbordan el marco de su fotografía

son
más inmensos que el mar, el amor
o el futuro que me aguarda
en sempiterno movimiento

A través de las horas que se alejan y se acercan
a través de los astros que refulgen y que expiran
los instantes se prolongan como años

Así,
aislado en paredes de silencio cristalino
y adornando el mundo con obsequios oceánicos
los días se suceden unos a otros
como versos y estrofas y páginas.

29 de noviembre de 2011

Incertidumbre

Habla Elena

Por un varón perdido en los
baños de la parte baja de la
ciudad, un rojo pajarito algo
triste pero encantador con
sus pelitos tan semimorados
y faunitos como el efecto de
su canto en mis domingos,
cuando el varón perdido en
los baños de la parte baja
de la ciudad respira profundo
y no sabe si vestirse rápido o
esperar y ver que pasa, y yo
entonces escucho su respiración
que no encuentra el momento
y cicatrizo de a poco, así de
cerca estoy de sus pieles y
de su avalancha amarilla de
fuego y botellas quebradas,
en una época que se quedó
dormida como el otoño que
se lo llevó entre secreteos de
sapos funcionarios borrachos,
perros sueltos babeando por
las calles que antes recorrimos
rumbo al bar o a la cama, donde
yo escuchaba su respiración y
cerraba los ojos esperando sus
brazos en mi espalda.


...

13 de noviembre de 2011

Recuerdo

- ¿Qué es un rito? - dijo el principito.
- También es algo demasiado olvidado - dijo el zorro. Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días, una hora de las otras horas. Por ejemplo, entre mis cazadores hay un rito. Los jueves bailan con las chicas del pueblo. ¡Entonces los jueves son días maravillosos! Voy a pasearme hasta la viña. Si los cazadores bailaran en cualquier momento, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.


(...)

5 de noviembre de 2011

Contorno

Llevo años recorriendo aceras sucias, vagos momentos de lucidez y pequeñas postales mentales de días nublados, secos, como frutos secos y humo de alquitrán, pequeños espacios abiertos en el cielo, jugosos y emotivos recuerdos que siempre juegan en contra, que siempre patean las costillas del sentimiento y nos dejan tirados en una poza de palabras sin sentido, formas que serán quemadas, enterradas, olvidadas, cazadas por un ave de rapiña o devoradas por el silencio del gusano, por la baba insomne del caracol de la noche que contornea todas las angustias del universo, esa nada sin faroles ni fogatas, esa nada que borramos cada día, con nuestros poemas, con nuestras imágenes de labio rojo, con las manos abiertas como una hoja nueva, en un jardín lleno de flores hijas, tranquilas, serenas, con rocío cósmico en las piedras mejillas de sus abismos espectaculares, infinitos como la llamarada del apocalipsis.

(...)

28 de octubre de 2011

Oleajes

La noche es áspera. El frío o el calor es de color negro. La mar y el mar te sitúan siempre en una posición de inferioridad, mientras en el cielo una gaviota recorre el alfabeto de nuestras vidas de una sola mirada. Un ojo poderoso como el sol poniéndose, frente al horizonte, entregándonos el concepto del ocaso, el color de la caída, el fin de la tarde. Entonces respiro y recuerdo el amanecer, el término del sueño, el color de tu mirada. Y agradezco ser hija del mar, vagina oscura hermosa de corales, princesa suburbana, bebiendo los testículos de las merluzas, grandes, nuestras, no arrastradas. Reinas del océano, flores nacidas de la noche áspera.

(...)

26 de octubre de 2011

Pesadilla

Cuando caen las conciencias, cuando se enciende el fuego de la guerra y no hay salvajismo mediano o suave, aparece el animal, la bestia babosa llena de sangre en el alma, llena de heridas en el corazón, agrietada por los cinco mil años de saqueo a su tierra, poblada de predadores y sus presas, dulces hervíboros que deben morir destrozados para que la vida tenga sentido, para que la vida siga siendo esa bella postal de naturaleza virgen y limpia que tanto sueñas conocer, sin saber que tu piel vale menos que la piedra, que el fuego te quema y el agua te seca, incubando gusanos invisibles en tus venas que se comerán tu carne cuando ya sea demasiado tarde y no tengas otra alternativa que dormirte y olvidar, olvidar que fuiste hombre, olvidar que exististe, que conociste un cielo y una tierra, que naciste y un fuego se te encendió en el pecho como un pequeño y hermoso universo, bello pero castigado, castigado con la conciencia de la muerte, perdido, perdido entre millones de universos iguales, torpes, toscos, animales.

(...)

24 de octubre de 2011

Quebrada

Amarilla
la voz que se levanta
cuando enciendo un cigarrillo
y un pedazo del universo
se abre para nosotros
en el celeste cielo que se inunda
y hace brotar jardines de agua
y ríos de color gris y azul
y verdes criaturas que nacen
en la soledad de la materia
en el calambre de la carne

16 de octubre de 2011

Último deseo

En secreto nos miramos
la mañana tiene tu color
tu piel es la cordillera
y los valles tu pelo
lleno de vida junto al viento
en el silencio de la montaña

Los secretos que caen del cielo
el tesoro que llega de los ríos
la nieve oculta en tu cuerpo de fruta
el viñedo que podrían ser tus ojos
te hacen el poema más frenético
de la edad de piedra urbana

En secreto nos miramos
en silencio en tu altar de pluma
en el ropaje almático que cantas
con esa guitarra sin medida
con esas manos sin límite conocido
el infinito es posible en tu voz

Alguna vez seremos más que esto
más que una tibieza oculta
más que un montón de palabras
buscando una salida

Alguna vez
estaremos con los elementos
al fin en ellos mirándonos
como siempre
en secreto

Con la calma
que nace el día


(...)
* Extraído de "Caraja", año 2008.

5 de octubre de 2011

Sábado

Poema de Hurón Magma

La lluvia galopa sobre el techo de la casa
la niña tira sus muñecas sobre la alfombra
la locura del puelche se cuela por las rendijas
la mesa está preparada para la once del sábado
el pan sale del horno
mientras tu mirada me pide un momento
la lluvia se pierde en el sendero
y nosotros contemplamos a través de la ventana
que da al patio lleno de cerezos


(...)

4 de octubre de 2011

Tregua

Poema de Jacques Dupin

El tiempo corregirá la huella de nuestras luchas,
dando una razón, un techo, a mis impulsos febriles.

Lo expulsé, combatido pie a pie,
estrangulado en cada nudo,
dado a luz en cada ruptura.

Hoy hacemos ruta común
como el río y el dosel de álamos.

En mi voz duermen perros
y su rabia mantienen viva.


...

3 de octubre de 2011

El miedo

Poema de M. Eugenia Navia

Un dolor ancestral
atraviesa tu cuerpo,
imaginas la muerte,
disminuye tu espacio.
Te acorrala y se yergue
con mirada de acero,
transfigura tus sueños
y te seca la boca.
Nublado el pensamiento
te has hundido en un oscuro
pozo, no hay agua, ni polen
ni semillas, ni claridad del día.
Inmóvil, sofocado te ha cogido
en sus manos y lentamente

en sombras empiezas a caer.



*Extraído de la antología "Los poetas y el general" de Eva Goldschmidt.

25 de septiembre de 2011

Fiesta Patria

Alejo Barrios 2011

22 de agosto de 2011

Después de esto los punkies me van a acosar

Poema de Marjorie Dávila

Quien se enamora de la Mayo atenta contra el sistema
no me ames, como la canción, porque mi cuerpo gordo
no sale en las revistas

y no tienes porqué encontrarlo bello.
No me ames porque soy cochina y sospecho
que en cada palabra hay muchas no dichas
dudosas, sexuales, la mayoría violentas.

No me ames porque crecí en plazas donde pastan caballos.
Y ahora bebo teorías boca a boca de los malos y les muerdo la lengua
tanto que a veces soy lesbiana y a veces también sueño con sodomizar a mis amigos.
Soy así y lo siento por los limpios sin polvo y paja.

Soy tan sucia que me podrían creer adulta
y vincular a la política pero yo de verdad
quiero a la gente, aunque no sea recíproco.

Y escribo en letras negras lo que me da miedo reconocer con la voz.

Así que este poema es sólo un mirarte en voz alta pasivo.
Inofensivo, tierno y dulce como yo, que disimulo la fragilidad con palabras feas.


* Publicado en la antología "Desmanes, Poesía Combativa para las Luchas Cotidianas", editorial Quimantú, 2010.


20 de agosto de 2011

Sentencia


"El hombre es una caña pensante suspendida entre el Universo y la Nada.
Una piedra lo aplasta, un veneno lo mata, un perfume lo asfixia.
Pero así y todo, el hombre es más grande que el Universo que lo mata,
porque el hombre sabe que muere, y el Universo no".

Blaise Pascal


...

12 de agosto de 2011

Poesía porteña


Avenida Independencia
Marcha No Autorizada
4 de agosto de 2011





Escribe tu propia historia

...

10 de agosto de 2011

Y arriba quemando el sol

Por Absalón Opazo
Publicado en Revista Cavila Nº22

En Alto del Carmen, 3ra región, el río se seca cada vez más. Las comunidades del sector, dependientes de la agricultura, empiezan a caer en desesperación pues se muere lo que para ellos es su vida. Pero los reclamos de los habitantes del Valle del Huasco – párroco incluido – no se escuchan. Algo pasa en el sordo país.

La debacle se debe a la empresa canadiense Barrick Gold y su proyecto minero Pascua Lama, que ha intervenido ferozmente el valle destruyendo glaciares en la cordillera para sacar oro. Esta transnacional llegó dispuesta a todo, tal como Mr. North en el siglo 19 para llevarse el salitre. Repartiendo dólares, comprando municipios, prensa, dirigentes, logró consumar una brutal agresión a un ecosistema único en el mundo. Lo más preocupante sin embargo es el drama humano.

En Alto del Carmen, la gente está empezando a vivir lo que se conoce como “migración forzada”. Se ven obligadas a dejar su lugar de origen y sus lazos. La situación es dramática pues hablamos de familias que no saben hacer otra cosa que vivir de la tierra. No son mineros, no son urbanos, no son pescadores, son agricultores. ¿Cómo van a vivir ahora? “Como mano de obra barata en las ciudades”, dirá algún apóstol del libre-mercado.

Hace poco, una pobladora de Alto del Carmen encontró en el Metro de Santiago a Rodrigo Rivas, gerente de la Barrick, que iba con un par de socios a quienes contaba “el excelente trabajo de nuestros antropólogos y sociólogos con la comunidades del sector”. Al parecer, desde las alfombradas oficinas gerenciales no se divisa el río seco ni la migración forzada. No deben saber siquiera de qué trata el término.

Fue tanta la hipocresía del gerente, que la pobladora explotó en rabia y comenzó a gritarle en su cara la otra versión – la de la gente –, en pleno vagón del Metro. “Infórmese mejor” fue la nerviosa respuesta de Rivas. Como si no bastara vivir en Alto del Carmen y ver cada día el río secarse y la gente perder sus animales y su tierra.

6 de agosto de 2011

La libertad sociológica

Es la posibilidad del individuo de expresarse autónomamente de la estructura social pero, también, la posibilidad de cuestionar y transformar aquellas estructuras de coacción, no sólo por parte de los individuos, sino que también por parte de colectivos sociales, pues la libertad y la ausencia de ésta – está asociada al poder. Es decir, la libertad nunca es general ni abstracta: es concreta e histórica. Una cosa es el concepto y otra muy distinta su materialización en derechos, prácticas sociales e instituciones que la salvaguarden.

Por Tito

Texto publicado en la Revista Cavila Nº22

29 de julio de 2011

Linchamiento



Mercado de Arequipa
Julio 2011

7 de julio de 2011

Las estaciones del olvido

Miré hacia atrás
nunca dije basta
las bestias del rebaño
saben oler sangre
y te salen a buscar
con sus colmillos afilados

Un corvo es más amigable

Pero la periferia porfía
y el día siempre empieza
con un muerto tibio
y su cabeza negra
reventada en la vereda

(Mientras
el papel de los siglos
miente y denuncia
oprime y sentencia)
(Cabalga en la historia
el héroe nacional)

Una leche fría
y a la perrera
otro tibio atardecer
cargando cadenas
otra pesada herencia
de esqueleto y tos

5 de julio de 2011

Despacho nocturno

La noche no cambia
como no cambia el músculo
que limpia las ciudades

Siempre la misma escoba
el mismo papel inconciente
que enchueca la columna

Mis hijos nacieron muertos
ninguna estrella es mía
sólo un número mi voz

Los nadie nos llaman
menos que un minuto
en la suave tinta poética

1 de julio de 2011

Mensaje al Presidente



Avenida Pedro Montt,
Valparaíso, Julio de 2011



(...)

26 de junio de 2011

We Tripantu



Toda mi sangre
en tus banderas

20 de junio de 2011

El Encuentro



No hay más motivos para la poesía
que encender una fogata
una lámpara una luz
en la oscuridad reinante

11 de junio de 2011

Domicilio en el Báltico

* Poema de Gonzalo Rojas

Tendré que dormir en alemán, aletear,
respirar si puedo en alemán entre
tranvía y tranvía, a diez kilómetros
de estridencia amarilla por hora, con esta pena
a las 5.03, ser exacto
y silencioso en mi número como un lisiado
más de la guerra, mimetizarme coleóptero
blanco.

Envejecer así, pasar aquí veinte años de cemento
previo al otro, en este nicho
prefabricado, barrer entonces
la escalera cada semana, tirar la libertad
a la basura en esos tarros
grandes bajo la nieve, agradecer,
sobre todo en alemán agradecer,
supongo, a Alguien.



(Publicado en el poemario "Oscuro", año 1977)

1 de junio de 2011

Con mi hija en el jardín

(...) 
 Las flores no se detienen
Juegan con los colores en nuestros ojos
Nos hacen creer en la esperanza
Habitar el silencio de las tardes
Contar cada nota en sus pétalos
Creer que el amor se les parece
En su largo recorrido hacia el ocaso
En su tierna espera de más estaciones 
 (...)

30 de mayo de 2011

Bitácora nocturna

...


dolores hay pocos
solo la áspera ruda
de la vida de cerro

arriba no descansamos

en silencio formamos
fugitivos



(...)

24 de mayo de 2011

La contienda es desigual


Protesta social
Valparaíso
21 de mayo de 2011


(...)

10 de mayo de 2011

Atardecer en Papudo




luces en algún sector desconocido
una empanada antes del silencio
y cuando el sol hacía su camino
dormitábamos quietos y azules
como cactus que brotan


(...)

6 de mayo de 2011

Poema al campesino chileno

Los primeros días regresan
y entonces estoy solo, solo
en un pequeño bosque,
con una montaña nacida
entre medio de las cejas,
con un cigarro encendido
en la leña de mis dedos,
con los pies llenos de barro,
con la boca caliente y su voz
apagada, áspera como una
víbora o una horca, con el
vientre de cobre brillando
oscuro bajo tierra, con la
estepa libre del corazón
llena de vientos y rumores,
con una limpia melodía azul
llenando mis huesos de rocío,
cuando el sol del mediodía
ilumina las ciudades y las
periferias, cuando las flores
inspiran la vida, mi vida
bajo estas cuatro estaciones,
cuando ya nadie sueña y el
campo es una cicatriz bella,
y yo soy un nicho, una huesa,
un afiche, la sórdida factura
del estado de derecho,
la carcomida bandera
de la dignidad, enterrada
y nunca, nunca sacada
de nuevo al sol, jamás
sembrada otra vez
en los jardines
privatizados
del país.


(...)

Autor: Absalón Opazo (Chile)

20 de abril de 2011

Semana Santa

Todas las noches había rezo

Las velas encendidas en su amarillo silencio
Las sábanas manchadas de fantasma y cristo
Los ojos del crucificado en las buenas noches
Las rodillas del nazareno se me aparecían en pesadillas

Soñé un mundo sin cruces
Soñé una iglesia sin sangre
Soñé las rodillas de cristo
Reventadas por las piedras

En el nombre del padre
El hijo y el espíritu sacro
Las velas se apagan
La noche abre su fosa

El niño se estremece de terror

El cristo agoniza y no deja de mirarlo


(...)

18 de abril de 2011

Los indios chavantes


Si bien se evoca siempre a estos indios como a un pueblo de guerreros sin compromiso, por las muchas matanzas que ejecutaron en los últimos tiempos, se recuerda, sin embargo, una época en la historia en que esta raza firmó un juramento de eterna fidelidad a la reina de Portugal y de alianza con los blancos.

Cuando los conquistadores portugueses empezaron a internarse en las selvas del Brasil para buscar oro, piedras preciosas y especialmente para esclavizar indios, se encontraron con la tribu de los chavantes, que en aquel entonces habitaba la orilla del río Araguaia, y que se resistió con suma violencia a la esclavización por los bandeirantes. Mantuvieron muchos sangrientos combates, que distanciaron cada vez más a indios y conquistadores. Los salvajes se volvieron progresivamente más desconfiados y más feroces, y las poblaciones de la región sufrieron las consecuencias de la lucha.

En la segunda mitad del siglo XVIII, siendo Tristán de Cunha gobernador de Goiaz, se propuso pacificar a los chavantes y con este fin envió tropas al mando de oficiales versados en el trato con los indígenas. Pero toda diplomacia era inútil. Los chavantes siguieron hostilizando a las tropas, sin preocuparse de las intenciones de éstas. Finalmente el alférez Miguel de Arruda Sá consiguió apresar a un guerrero junto con varias mujeres y criaturas. Dejó libres a éstas, y llevó al hombre a la capital de Goiaz, donde le dieron un excelente trato, colmándolo de agasajos. Seis meses después lo hicieron volver a su aldea, y él prometió convencer a sus congéneres de las buenas intenciones de los blancos.

Entonces empezaron a acercarse pequeños grupos de salvajes, con toda precaución, y todos fueron colmados de presentes de toda especie. Finalmente, aquellos accedieron a la invitación de trasladarse en masa a la capital de Goiaz, como huéspedes de los blancos.

En dos grandes grupos iban acercándose los chavantes, formando un total de 3 mil almas. A la vista de hecho, el gobernador previó la imposibilidad de recibir a semejante multitud. Entonces hizo demorar la marcha, mientras acababan de construir toda una ciudad, especialmente destinada a los indios, a la cual denominaron Pedro III. Se inauguró esta ciudad solemnemente en el año 1788, en presencia de los chavantes y de grande y calificada representación de las autoridades portuguesas. Los chavantes firmaron allí un juramento de "paz perpetua" y alianza con los blancos. Con este acto parecía haber terminado la época de luchas sangrientas entre los terribles chavantes y los invasores de sus territorios.

Vivieron así felices unos años, hasta que eliminaron todos los animales salvajes de los alrededores, los peces de los ríos y las frutas silvestres, y se dieron cuenta de que para subsistir necesitarían trabajar la tierra y criar ganado tal cual lo hacen los blancos. Evidentemente, estaban desilusionados, pues no era esto lo que esperaban cuando los llenaban de regalos y los invitaban a vivir entre los blancos como "huéspedes" de éstos.

No sé - y otros tampoco lo saben - si fue precisamente ésta la causa de lo que aconteció luego. Las crónicas anotan, solamente, que un buen día se levantó toda la aldea y abandonó el paraíso creado especialmente para sus nuevos habitantes, encaminándose hacia el Norte. Cuando los chavantes llegaron a cierta altura, bastante alejada de su antigua morada, una parte de la tribu determinó cruzar el río Araguaia, mientras que la otra decidió quedar en la orilla derecha. De aquí viene la división de la tribu en cherentes, que hoy en día habitan los alrededores del río Tocantins y son en parte salvajes y en parte mansos, y los chavantes, que cruzaron el Araguaia y se establecieron entre este río y el Xingú.

Deben de haberse quedado muy resentidos con el trato que les dieron los blancos, pues desde esa fecha hasta hoy han rechazado sistemáticamente todos los intentos de los civilizados y también de otras tribus indias, de ponerse en contacto con ellos, observando una política de aislamiento hermético y considerando como enemigo mortal a cualquier persona que no sea chavante. También rechazan sistemáticamente - salvo pocos casos - el uso de objetos usados por los blancos.

No se sabe a ciencia cierta, pero es probable que exista entre ellos un juramento según el cual se mantendrían alejados de la "maldición" de los civilizados. Y quizás no sea del todo infundada esa cautela. Es sabido que los indios no resisten a la enfermedades que la convivencia con los blancos les trae. La gripe, la tuberculosis y la sífilis son plagas que la civilización siembra entre los hijos de la selva; combate sus constumbres ancestrales y les impone su religión y su lengua; los somete a trabajos desagradables y a ganarse el pan de todos los días con el sudor de su frente. En una palabra, anula la vida de los indios y los convierte en parias dentro de otra nación. Tal vez no lo sientan tan claramente los chavantes, pero tienen un instinto de conservación quizás más fuerte que los demás indios.


Extraído del libro "Por tierras de indios" de Tibor Sekelj, 4ta. edición en "Libros Centenario" de editorial Peuser, 1967, Buenos Aires, Argentina.-

13 de abril de 2011

Abril

Amé del otoño su luz amarilla
cayendo chispeada en techos de
casas lejanas, siempre borrosas,
pero presentes en sus lámparas
encendidas tarde en la noche,
cuando el espiritismo de los
bosques antiguos se bebe en
vasos de piedra encontrados
en el fondo de la quebrada.

Son azules las lámparas del cielo
y cuando brota una semilla ellas
están encendidas, siempre.

Las hojas amarillas son poemas
derramados sobre la milenaria
alfombra que cargaremos como
costra algún no lejano día.

Por eso amé las estaciones,
amé el otoño de luz amarilla y su
cárcel hojalata en los cerros, allá,
en la denuncia justa de la barricada
y el apagón, en el fósforo pequeño
que nos ilumina el poema.

Ahí amé tu calor, tu vida entera
amé, y fue en otoño cuando nos
vestimos de árbol y fuimos ramaje
perdido del viento y repartimos
semillas, viejas y hermosas, y
encontramos una palabra, una
palabra, como la voz del vino,
como la voz del poema, como
la tibia entrega de un colosal
otoño, salpicado de sangre
y esperma en la barricada
sentimental de nuestras
vidas.

10 de abril de 2011

La “palabra maldita” de Gabriela Mistral

Texto de Roberto Castro Herrera (extracto)

“No podemos dejar de indicar que los tres más grandes escritores chilenos, Gabriela Mistral, Pablo Neruda y Vicente Huidobro, fueron muy prolíferos en su arte, la literatura, y que sus temas eran totalmente humanistas, pacifistas, a fin de lograr la felicidad del hombre. Que con los versos libres en su medida, con sus prosas poemáticas y con sus sonetos alejandrinos expresaron una enorme cantidad de temas y asuntos.

Ellos se preocuparon de los problemas humanos, abarcando al hombre en todas sus edades, expresando el sentir y los problemas de su pueblo, de sus gentes y muy especialmente de la niñez y los pueblos étnicos.

La escritora elquina de Vicuña centró su obra literaria en muy importantes temas de clara lucha social, dejando preciosos mensajes para los pueblos. Se destaca su preocupación por la justicia social basada en la paz y no en la guerra cuando dice “no creo en la mano militar para cosa alguna”, haciendo airada alusión a los oscuros dictadores Mussolini en Italia y Hitler en Alemania. Sobre el mismo importante tema de la paz, debemos mostrar su incomparable prosa titulada “La palabra maldita”, refiriéndose a la guerra y la paz, y que en parte dice: “No se trabaja y crea sino en la paz, es una verdad de perogrullo, pero que se desvanece, apenas la tierra pardea de uniformes y hiede a químicas infernales…”.

Gabriela Mistral, como se sabe, se preocupó del trabajador campesino y lo demuestra su declaración hecha a la prensa de Suecia al día siguiente de la recepción del Premio Nobel: “La tierra debe pertenecer a quien la cultiva y esto forma parte de la verdadera tradición española, legada por Isabel La Católica, tradición que hasta el presente ha sido traicionada”.

Otro gran tema desarrolla la poetisa Nobel en su prosa, en su poesía y en sus comentarios. Es la defensa del indio americano, especialmente de sus compatriotas aborígenes. Precisamente en su obra denominada “Araucanos”, dice: “Ellos fueron despojados, pero son la Vieja Patria, el primer vagido nuestro y nuestra primera palabra…”. En una de sus prosas, preciosamente expresa: “Que el indio espere sin apremios, Dios le dio ese don natural y sobrenatural a la vez, él tiene paciencia; él parece llevar la paciencia derramada sobre todas sus potencias, en cuerpo carácter y costumbres”. En el año de 1934, en su obra “Breve descripción de Chile”, escribe: “Esta raza india fue dominada a medias, pero permitió la creación de un pueblo nuevo, en el que debe insuflar su terquedad con el destino y su tentativa contra lo imposible”. Y finalmente, en su defensa de sus aborígenes, ella dice: “Los extranjeros nacionales que se blanquean para alejarse de su indio personal y presumir de europeos, no son leales consigo mismos…”.

Es un deber de sinceridad hacia nuestra Premio Nobel reconocer que fue una abnegada e inteligente defensora de los derechos de la mujer. Ya en 1904, cuando sólo tenía 15 años de edad y siendo una joven maestra, empezó a pedir por la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer, a solicitar salarios justos e iguales para campesinos y campesinas. También debemos recordar que cuando era una especie de secretaria en el Liceo de Niñas de La Serena, ella aceptó como alumnas a unas jovencitas humildes que cumplían con los requisitos necesarios para ingresar al establecimiento, pero la directora las rechazó por ser pobres y pidió la renuncia a Gabriela Mistral.

Finalmente es un deber resumir los ideales humanistas que contiene toda la obra de la poetisa elquina: la defensa de los derechos humanos con su actuación destacada en las Naciones Unidas en representación de Chile; la defensa enérgica del aborigen americano tanto en su prosa como en sus versos; la defensa con energía y en forma preciosa de la igualdad de derechos para el hombre y la mujer, pidiendo salarios iguales en todas las áreas de trabajo. Pero su mayor preocupación fue la defensa de la paz y su claro aborrecimiento a los regímenes dictatoriales, defendiendo la paz mundial en casi toda su incomparable obra imperecedera”.

(...)

8 de abril de 2011

Por encima de los techos


Una catástrofe natural ocurrida en la ciudad argentina de Santa Fe da origen a este poemario de Roberto Daniel Malatesta, cuyo ojo observador se expresa en imágenes húmedas, colores en escampado y un relato cuyo tono es la humildad severa a la que nos obliga la naturaleza con sus manifestaciones.

En la presentación del libro, Malatesta señala: “Este es un libro surgido de la necesidad, ni preciosuras ni autoayuda. Este es un libro desprolijo, no hay cronologías, todo el hecho es uno. Este es un libro que tenía que escribir para acabar con el tema. Y por sobre todo es un libro que debía buscar al lector puesto que no podía permanecer solo sin perder su sentido. Y es un libro, también, para decir: Gracias”.

El texto narra poéticamente los efectos de un gigantesca inundación que afectó a Santa Fe entre el 30 de abril y el 24 de mayo de 2003. Una tragedia oscura, un desborde de río que trajo consigo el caudal imperio de los elementos, arrasando con todos los caprichos del hombre. Según constata la prensa de la época, y como el mismo poeta lo confirma, la lengua del río entró a las casas destruyendo libros, trabajos, electrodomésticos, muebles, álbumes familiares y alfombras, aislando a miles de personas. Incluso varias familias quedaron varadas sobre los techos de sus casas, por días.

En esa estancia, lo primero que aparece es el observador desamparado, el poeta sin posibilidades de escribir en el instante mismo del desborde del gigante: “Advierto que no tengo tinta ni papel / y el río crece. Para mí y para mi perro / lo único seguro es el techo de la casa”.

De ahí en adelante, se suceden una serie de imágenes sobre la catástrofe, hasta que lentamente, centímetro a centímetro, el agua va bajando y la vida de la población de Santa Fe vuelve a aferrarse a la normalidad, en un territorio “sin fechas, sin calendarios”, donde la visión de algo tan cotidiando como un medidor de luz o una casillita de cartas, es celebrado por personas que se aferran a la esperanza de poder empezar de nuevo, tras sobrevivir al desastre.

“Por encima de los techos” plantea una poesía llena de perplejidad ante la magnitud de las fuerzas naturales, tema que podría ser cada vez más recurrente debido a los graves daños al medioambiente y al clima causados por el actual sistema de vida, del cual somos todos responsables. Pero además, y esto es muy importante, Roberto Malatesta reivindica el rol de poeta como testigo de su época, en cuya bitácora está casi siempre la historia que no cabe en la literatura oficial ni en los estrechos temarios escolares, aquella de la esquina, que se escribe con brazos arremangados, trabajo y algo más.

A continuación, algunos poemas:

Y el río crece

Advierto que no tengo tinta ni papel
y el río crece. Para mí y para mi perro
lo único seguro es el techo de la casa.
Quiero gritar, pero mi grito es tinta
y no tengo papel en dónde derramarlo.
Miro al cielo: Llovizna. Detrás de la llovizna
veo la cara húmeda de Dios.
Brilla su oscuridad, su penumbra luminosa.
Me digo: - aún tengo Dios - y me doy bríos.
Descubro que después del papel,
aunque mucho más alto, está Dios,
y sinceramente agradezco.
Dije una plegaria que no recuerdo.
La hubiera escrito, no importa,
todos los hombres la saben,
llegado el momento.

Ver

Desde la ventana del primer piso de mi vecino
veíamos aparecer marcas, señales, en la vereda de enfrente.
Una nueva hilera de ladrillos, asomar un tapial,
la puertezuela del medidor de luz y de ella
el tornillo donde la pinza abre, más abajo
la aparición del cristal, luego, su final
y así todos estos elementos que durante años
estuvieron a nuestra disposición, y no vimos,
ahora sobredimensionados por su efecto esplendoroso:
el río comenzaba a bajar, el río se retiraba de la ciudad.
Al final de aquel día mi vecino dijo: mirá,
la ranura para las cartas de aquella puerta
está a la altura del picaporte de aquel portón.
Cuánto significado encontrábamos a estas cosas.
¡Y eso era mirar!
Todo un día y la mitad de otro estuvimos viendo.
Los vecinos de enfrente, tres familias en una casa de alto,
hacían lo mismo con nuestra vereda
e intercambiábamos saludos y bromas
increíbles, y más, risas.
Quién sabe quién sufriría aquel día,
en aquel mismo instante,
por una mancha de humedad o por la copa
que se derrama sobre el mantel.

Cosas inútiles

- Cuántas cosas inútiles teníamos -
le dice la vecina a mi esposa,
y las casas iban quedando vacías,
y el vacío mismo era un sentido, y,
aún en medio del desasosiego,
¡se parecía a la esperanza!

Por encima de los techos

Detrás de la vía el río subió más allá de los techos.
Ahora, veíamos cómo se había llevado al barrio,
a su alma.
Pilas enormes de basura bloqueando las calles,
y caminando por allí alguien
que con fruición pasa la escoba a un mueble.
Yo no sé si de allí nacerá algo nuevo,
desde el ruido de la escoba, desde el músculo
que se tensa.
Pero al hombre no parece importarle otra cosa
que el efecto de la escoba sobre la maltratada madera.
Ese hombre que cree en la escoba
y cree en su viejo mueble
y sopla su trabajo como un dios sobre el barro.


(...)

6 de abril de 2011

Playa Ancha

Siempre una resaca
Siempre una muralla gris
pidiendo el carnet
meta lumazos costilla
en la jeta discurso
a callar mierda los guarenes
del último sector
bolsas de nichos tan grises
como la niebla afilada en los
acantilados o como la daga
que podría vaciar tu vientre


...

28 de marzo de 2011

24 de marzo de 2011

15 de marzo de 2011

Cine Minerva

Poema de Horacio Eloy

Minerva, protectora de las artes
y las ciencias,
San Pablo, apóstol y santo,
Chacabuco, batalla,
campo de concentración.

San Pablo con Chacabuco.

Francisca iba a la vermut
todos los sábados,
Pablo también,
miradas furtivas cabalgaban
de uno a otro,
miradas cómplices,
ese asunto
de ojos y pelvis.

Ella vivía en Libertad, con sus padres,
él, con su abuela, en Cueto.

Ella estudiaba en el Liceo 1,
él en el Instituto Nacional.

Ella leía a Simone de Bauvoire,
él, a Jack Kerouac.

Se conocieron en la posta Chacabuco
a la vuelta del hospital San Juan de Dios.
Ella se había roto una pierna,
él se había partido la cabeza.

Se besaron mil veces en el Minerva.

Ella vive ahora en Rotterdam,
él, en el patio 29.


(Del libro "Rituálica de despedida")

10 de marzo de 2011

La única mujer

Poema de Berthalicia de Panamá


La única mujer que puede ser,
es la que sabe que su vida empieza ahora,
la que no derrama lágrimas,
sino dardos para sembrar la alambrada de su territorio.

La que no comete ruegos,
la que opina y levanta su cabeza y agita su cuerpo,
y es tierna sin vergüenza y dura sin odios,
la que desaprende el alfabeto de la sumisión,
y camina erguida.

La que no teme a su soledad,
porque siempre ha estado sola.

La que deja pasar los alaridos grotescos de la violencia,
y la ejecuta con gracia.

La que se libera en el amor pleno,
la que ama.

La única que puede ser la única,
es la que dolorida y limpia, decide por sí misma,
salir de su prehistoria.




*Reconocimiento Día Internacional de la Mujer, 8 de marzo de 2011

23 de febrero de 2011

La nueva canción chilena


Santiago de Chile
Estación Metro Parque O'Higgins

(...)

17 de febrero de 2011

Alturas de Valparaíso

Unas tablas manchadas de tiempo
un techo limpio de vientos
una mañana azulada de sueños
bajo la existencia del rancho.
Al alero de la sombra campestre
enciendo mi pipa.
Son tantos los recuerdos que salen del humo
como flores esparcidas en primavera.
Son tantas las caras
mujeres niños y hombres
ancianos y sombras
las que me hablan en este susurro matinal.
Valparaíso abajo se ve como una invención siniestra
de algún arquitecto egoísta.
Y yo acá
en esta corona de nubes
me veré como una invención del carbón
aquel que yace en mi piel
después de tantos besos en las minas del sur.
Como las tablas del rancho
manchadas de tiempo
mis manos van por el aire
manchadas de carga
cansancio y fatiga
después de 100 años sudando
bajo la incógnita de la tierra.

Me duermo en el pasto.
Abajo un barco sale de la bahía.
Todo sigue igual.


(...)

16 de febrero de 2011

Pido respeto

José Manuel Parada era jefe de Procesamiento y Archivo del Departamento Jurídico de la Vicaría de la Solidaridad cuando fue degollado por Carabineros el 29 de marzo de 1985, a los 34 años de edad.

El caso conmocionó al país y a la opinión pública internacional. Parada – sociólogo de profesión – fue secuestrado desde las puertas del Colegio Latinoamericano de Integración mientras dejaba a su hija pequeña. También se detuvo en esa ocasión al profesor Manuel Leonidas Guerrero, dirigente de la Asociación Gremial de Educadores de Chile e inspector del colegio. Otro profesor que intentó resistir el atraco fue baleado a quemarropa. Un día antes, la policía había raptado en plena vía pública a Santiago Nattino Allende, publicista de militancia comunista, argumentando “la vigencia del estado de sitio en la totalidad del país”.

Los tres hombres aparecieron ferozmente degollados el 30 de marzo de 1985 en el camino que une Quilicura con el aeropuerto de Pudahuel. La investigación judicial determinó la participación de Carabineros en el horrendo crimen. Entonces, el mundo entero escuchó estupefacto la explicación del general de Carabineros y golpista de 1973, César Mendoza: “Por algo los habrán degollado pues”. Pocos meses después, este oscuro personaje dejaba su cargo justamente por la tremenda conmoción que provocó el asesinato de los tres profesionales.

A José Manuel Parada le costó la vida trabajar en la Vicaría de la Solidaridad, apoyando a las víctimas de la represión derechista. Dejó 4 hijos, “con quien formaba un grupo hermoso, con un padre aventurero y alegre, un caminante de la vida, capaz de asumir las más duras responsabilidades en su trabajo y de sentirse libre, intensa y verdaderamente libre, en el ejercicio de su creación”. La cita es de María Estela Ortiz, esposa de José Manuel y principal impulsora de la publicación de un libro con los poemas de su esposo, “Pido respeto”, que hoy, a 26 años de su desaparición física, llega a mis manos.

Se trata de un hermoso volumen de poemas acompañados por dibujos de Parada y otros de destacados artistas nacionales, como Nemesio Antúnez y Gracia Barros. Fue editado en el mes de mayo de 1986 por Emisión Limitada, en una edición de lujo y otra rústica, con 2 mil ejemplares c/u para distribución. La edición general estuvo a cargo de Héctor Cereceda y María Estela Ortiz, quien en la presentación agrega algunos detalles sobre los textos.

“José Manuel comienza a escribir poemas después del golpe militar. Los hacía tarde en la noche, cuando los niños dormían y siempre me los mostraba preguntando mi opinión. No quería conservarlos; por él, los habría botado. Tampoco quería mostrarlos a otras personas, pues decía que eran muy suyos y muy míos. Tuvimos muchas discusiones al respecto. Me los iba regalando con el compromiso que no los diera a conocer. Tiempo después lo convencí que los pasara en limpio en un solo cuaderno y así se fueron juntando y yo guardando mi pequeño tesoro”, dice Ortiz.

Finalmente, María Estela reconoce haber “roto el compromiso que tuve con él, en relación a los poemas, pues creo que forman parte, al igual que los dibujos, de lo que era José Manuel hombre, político, amante de la vida y de la lucha por los que más sufren”.

En los poemas está el enorme sentir de una generación que se la jugó por completo por un ideal. Parada aporta desde su poética una visión inteligente del mundo, un constante merodeo por las preguntas, por la inquietud de aprender y crecer como persona, siendo mejores con los demás y comprometidos simplemente con vivir en un mundo con justicia.

Se nota además una fuerte presencia de la experiencia histórica que significó la Vicaría de la Solidaridad, donde llegaban cada día cientos de casos de violaciones a los derechos humanos, los que eran archivados y estaban a cargo del sociólogo. Es inevitable no imaginarse al poeta abrumado escribiendo uno de los textos más profundos del libro, “Los hijos del silencio”, tras una extenuante jornada de trabajo en la Vicaría, en contacto diario con la injusticia y la brutalidad impuesta por la Junta Militar.

Oponer a esta violencia la voz de la poesía, fue dejar a José Manuel para siempre vivo en la profunda cavidad de la conciencia, ahí donde su poesía levantó el canto más hermoso de su sinfonía celeste, el canto a la humanidad y al amor que somos capaces de entregar, a pesar del adversario. Un poemario que pone en valor el libre e importante ejercicio de la creación y el derecho de todos a alzar la voz y exigir “respeto”. En la imagen, vigilia de la familia de José Manuel Parada, una vez conocida su desaparición.


A continuación algunos poemas del libro:

TRIÁNGULO

El torturador
no sabe lo que quiere.
El traidor
apenas sabe de qué quiere escapar.
El que resiste
sabe la esperanza del hombre.

El tiempo
es olvidado por el que aplica la tortura.
El pasado
persigue al delator.
El que resiste
camina hacia el futuro.

El más omnipotente con el más indefenso
está ya condenado.
El que entregó a su hermano
está preso en sí mismo para siempre.
El que resiste
ya es parte de la dignidad de la tierra
y de todo lo que vive.

ALGÚN DÍA

La ropa está colgada en los cordeles
vacía está. Sin gente.
Son cáscaras de nuez,
ventana sin morada,
soledad sin reencuentro.
Pero es cuestión de tiempo:
el sol lo seca todo, y entonces
ya mañana
se irá la ropa puesta
a pasear
calle abajo
al rumbo que ella quiera.

EL HAMBRE

El hambre
trae un cerco
callado, silencioso.
No da golpes violentos:
avanza como el tiempo
aprieta desde lejos
y mientras más se acerca
más parece olvidada;
junto a su gran silencio
más habla de la vida
de lo que pudo ser,
hasta el límite extremo
y de los muchos niños
cercenados
presentes.

LOS HIJOS DEL SILENCIO

Si yo tuviera un hijo
le pondría Manuel.
Hubo un obrero que se llamaba así.
Salió de un barrio gris del sur.
Anduvo por el Norte
y publicó un buen diario clandestino.
Cayó en Arica.
Cayó y calló.
Calló y murió.
Es joven y está enterrado
no sé dónde.

Si tuviera una hija, tal vez
le pondría Teresa.
Hubo una mujer
con otro nombre:
no se llamaba así
pero ése era su nombre de combate
y a mí me basta y sobra en este día.
Apareció
en una playa, masacrada.
Fue torturada hasta el extremo.
Yo sólo sé
que camina hoy mucha gente en la calle
por su ejemplar silencio.

Puedo seguir así hasta el infinito.
Sus silencios
son gritos de exigencia
y sus muertes
cimientos de la vida:
mi alegría
será mi pena siempre
si yo tuviera un hijo.


(...)

12 de febrero de 2011

El juego en que andamos

Poema de Juan Gelman

Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.

(...)

10 de febrero de 2011

26 de enero de 2011

Agonía

Poema de Cesare Pavese

Andaré por las calles hasta caer exhausta;
sabré vivir sola y retener en mis ojos
cualquier rostro que pase y seguir siendo la misma.
Este frescor que asciende a buscarme las venas
en un despertar que jamás había sentido tan verdadero
por la mañana: sólo que hoy me noto más fuerte
que mi cuerpo y que un temblor más frío acompaña la mañana.

Lejos están las mañanas de mis veinte años.
Y mañana, veintiuno: mañana saldrá a la calle,
me acuerdo de todas sus piedras y de las franjas de cielo.
Desde mañana la gente me verá nuevamente
caminando erguida y podré irme parando
y verme reflejada en los escaparates.
En las mañanas de antaño,
yo era joven y no lo sabía, ni tan sólo sabía
que era yo mismo quien pasaba - una mujer dueña
de sí misma. La delgada chiquilla que fui
ha despertado de un llanto perdurado por años:
ahora es como si aquel llanto nunca hubiese existido.

Y tan sólo deseo colores. Los colores no lloran,
son como un despertar: mañana volverán
los colores. Las mujeres saldrán a la calle,
cada cuerpo, un color - e incluso, los niños.
Este cuerpo vestido de color rojo claro,
tras tanta palidez, recobrará la vida.
Sentiré en torno a mí deslizarse miradas
y sabré ser yo misma: con una simpoe ojeada,
me veré entre la gente. Cada nueva mañana,
saldré a la calle en busca de colores.



De "Poesías completas".
Edición de Italo Calvino.

10 de enero de 2011

Niña en el jardín

Alejandra Pizarnik

a Daniela Haman



Un claro en un jardín oscuro o un pequeño espacio de luz entre hojas negras. Allí estoy yo, dueña de mis cuatro años, señora de los pájaros celestes y de los pájaros rojos. Al más hermoso le digo:
- Te voy a regalar a no sé quién.
- ¿Cómo sabes que le gustaré? - dice.
- Voy a regalarte - digo.
- Nunca tendrás a quien regalar un pájaro - dice el pájaro.



1966

7 de enero de 2011

Cátedra de aterrizaje

locación:
-pelluhue.litoraldelmaule-
-27feb.dosmildiezveces
amaneciendobajolamar-
:
La suave brisa nos contiene,
lentos y amarillos,
sobrinos de una catástrofe:
cobijos de la mar y su pescada
nos hicieron bolsa de arena y basura:
fugaz pigmento en la escapada
nos temblaron las rocas lunares.

La mano del mar lo sublima.

Una dignidad parida con sangre,
un hombre flotante apareciendo de lejos
un gris reojo por los botes sobrevivientes
un amanecer mezclado con arena y ron:

Llamas y vengo rezando de mentira
Ojos piadosos son llamas no cruces:
Carnadas y manos sacudiendo la arena:
Pez sol durmiendo sobre las camas:
Cangrejo ebrio cortando alambradas:
Lágrima de sangre subiendo por el pecho:

Maniobra sutil de hombre piadoso
Amanecer patipelado en fogata de cerro
Rompimos en llanto por cada escombro
Con un tibio paisaje como recuerdo.

:

(Umbrías regiones ahorcadas
en destrozados indios litorales
fusilados con fuego tormento
en el amanecer de la conquista oscura
antes de la pesadilla de la república
antes del salvaje animal que escarba)

(La naturaleza
no es tan mala como el hombre
hay círculos en los lagos
ciruelas en los caminos
sobrias habitaciones de poetas
no tan malos como el hombre)

(Soñé un pedazo de bosque entre los dientes
soñé tajada de abeto roble y muchas lágrimas
y una gran arcada por el tóxico alumbramiento
del humus:
químico bienestar de la república celulosa
entrando lentamente al óxido,
con clara sobredosis de veneno.

Crimen azul y amarillo
en la mirada de nuestras abejas)

:

Resistencia es la acción,
resistencia nuestra boca:
la frágil república cadáver,
con su carne faenada en terremotos.
¿Nos sentamos en la misma mesa?
O en definitiva el frío nos divide
y la espuma del mar en las lágrimas
y la hoja resistencia de la imagen
y la canción triste de las caletas
y el oscuro tiempo de los fusileros
(sobrinos de embajadores,
apuntándote a la cabeza)

Quién limpió el vómito de la casta social?
Quién cargó el hábito manchado del sirviente,
la costra oscura de sus manos,
quién se alimentó bajo la alfombra,
y le sangraron las rodillas arrastrándose
por clemencia?

Hay un fragmento que queremos escarbar,
escuchar voces en el oleaje, peces nadando
hacia un reloj azul: ay, arrase de nuestra
vida material, ay, pesado reino de la arena,
cochayuyos y hembras gloriosas de escama
brillante: de rodillas, como antiguo testigo de dios,
cancerbero de letras o enemigo de la química,
viramos a perfil de gaviota ante el amanecer,
con un cangrejo rojo caminando hacia las estatuas,
a picotear el silencio nacional de los gobernados.

(Epílogo)

El memorial de los abuelos
es la bitácora del aprendizaje.
La cátedra del aterrizaje.

Ahora,
un rastro,
sólo un rastro,
en el sol que se va.

Ahora el silencio,
y nosotros el diluvio y todas las palabras.
Finalmente, brotaron verduras,
agiles y rosadas, amarillas, sutiles y azules.
El reloj del cielo amaneció y nació un vino,
rojo y nuevo como sangre de ojo y boca,
uteroso como el vientre del mar, pulposo,
como entraña de madre y reina pez.

Una sola copa es el silencio que tuvimos.

Y entonces levantamos estatuas, esculturas líricas,
oníricas y cláricas, fabulosas y marítimas,
faros de luz en la espesura del litoral,
rastros de nuestro hermoso esqueleto de amor.