24 de agosto de 2010

Alerta en la tierra


Dicen que unos bandidos venden semillas transgénicas, alteradas genéticamente, no naturales, y las diseminan por los territorios americanos, africanos, asiáticos, y se van a dueñando de siembras, cosechas, y después van cobrando derechos por la producción de vegetales y hortalizas cuyas patentes de propiedad les pertenecen, haciéndose dueños finalmente de nuestra comida y de nuestra tierra.

No podemos dejar que esta locura suceda. El parlamento chileno está a punto de aprobar la entrada de semillas transgénicas al país. Si tienes la oportunidad, junta semillas, de todas tus verduras y vegetales, de todas tus hermosas frutas chilenas, porque en un tiempo más valdrán oro. La totalidad del mercado podría quedar bajo los efectos de los ejemplares transgénicos eliminando para siempre el equilibrio natural, ya que por ejemplo, los tomates se hacen resistentes al frío porque les inyectan el gen de un pescado que vive en el polo.

No podemos dejar que esta locura siga expandiéndose por el mundo.

La naturaleza, la tierra, somos todos.

No podemos agredirla tanto.

Infórmate.


Valparaíso, agosto de 2010.

Invierno crudo, azul, y a lo lejos, una Aurora roja llena de sol.




(...)

16 de agosto de 2010

Invierno porteño

Caleta El Membrillo
8 am
litoral azul congelado
hombres recogiendo pieles
gaviotas como centinelas del mundo

i r r e a l i d a d
en la mirada pájaro



(...)

13 de agosto de 2010

De espejismos y naufragios

Si hay algo que nos recuerda cada invierno de qué estamos hechos, de dónde venimos y hacia dónde vamos, son los naufragios, que como perplejos espectadores, vemos aparecer a lo largo de nuestra costa central.

Debo reconocer a titulo personal que si hay algo que me vuelca de cabezas al lugar de antaño y a la ilusión del presente son los naufragios, me fascinan... estos acontecimientos producen en mí espasmos lisérgicos de visiones y memorias olvidadas, hacen que caiga de rodillas y me rinda frente al viento y el océano señalándome la fragilidad cotidiana en la cual estamos insertos.

Cada habitante de este puerto es en sí un náufrago, de sus ilusiones, de sus sueños rotos y logrados, de sus derrotas y victorias, de sus vivos y muertos. Este puerto nos toma de las manos y nos lleva a ver sus barcos varados para ver si logramos aprender algo de la perdida y la razón, nos muestra que esos gigantes de fierro por muy estables que se vean a lo lejos, igual sucumben ante la fuerza tiránica de los temporales porteños.

De repente aparecen en Errázuriz esos buques estáticos como témpanos silenciosos y cual imagen surrealista las gentes que transitan por las veredas parecieran no ver que hay un barco frente a sus narices. Cierran los ojos e intentan fijar la vista hacia otro lado, hacia la luminosidad del atardecer quizás, porque saben que en el fondo ese buque varado los representa, es una fiel copia de sus intenciones proyectadas dentro de su misterioso transito hacia lo que no se sabe pero se intuye como vida después de la tierra.

En la otra vereda estamos aquellos habitantes que de pequeños nos hemos sorprendido con naves estrellándose en nuestra playas, en nuestras rokhas. Recuerdo bajando de Placeres para visitar un buque que encalló en la antigua playa de Barón. Caído hacia un costado, parecía inmensa el área de conchas y especímenes marinos que fijaban su estadía desde la popa hasta la proa. Y así después de la visita a la playa uno volvía a la casa, a dormir para soñar con veloces barcos estrellandose en las playas y caletas de Valparaíso.

Ya en los noventa tenemos el mítico naufragio de la nave Río Rapel, pieza de museo que deleitó a los habitantes por largos meses varado en la antigua estación giratoria de Barón. Y qué decir del más reciente choque de aquel gran buque en Caleta Portales, en plena madrugada, como un estruendo que sacudió a las gentes en las camas, como un profundo estallido en la arena para después aparecer como un velero metálico durmiente dentro del muelle de Portales.

En el presente, quizás la particularidad del naufragio del Cerro Alegre, aparte del nombre, fue su capacidad de tenderse perfectamente en las rokhas del paseo de la bandeja central. Si pasan de noche podrán apreciar todas sus luces encendidas, lo cual da para pensar que podríamos dejar el buque ahí para siempre, como una especie de castillo para ser visitado, y realizar eventos nocturnos en sus salones y cabinas, lecturas poéticas, recitales folk, entre otros voladores de luces.

Propongo entonces una gran asamblea ciudadana para entregar a las autoridades un petitorio en donde quede expresamente indicado la no remoción de la nave Cerro Alegre, esto para el futuro aprendizaje y deleite de las generaciones venideras de porteños...que levanten los remos los que estén conmigo.


Por Felipe Ugalde

5 de agosto de 2010

Poema de la familia porteña

La tarde cuelga del techo
blanco el techo como una espuma

y salimos a la esquina
a tomar vuelo al cerro

mucho sol mucha picardía
a veces congoja por el silencio

juntos recorriendo palabras
escaleras que culebrean

A lo lejos
las nieves de los Andes
nos miraban con profundo amor



(...)

2 de agosto de 2010

Callejeros

San Telmo, Buenos Aires
Argentina