23 de octubre de 2007

El racismo de los españoles hacia Gabriela Mistral

Gabriela era muy susceptible. Según su traductora Matilde Pomes sufría a ratos delirios de persecución. Durante una comida de escritores en Madrid, le pareció que alguien pronunció un discurso “muy especialmente endilgado a mí”. Escucha decir – según explicó más tarde – que ella siente gratitud porque los conquistadores españoles entraron en contacto con las indias, cosa que efectivamente no sólo había dicho sino también escrito. Algún exagerado – que los hay no sólo en Andalucía – o algún chusco – que sobran en España – o un mal pensado – que tampoco faltan – hizo en voz alta una aclaración muy específica: “Lo que sucede es que esta señora no sabe que si los españoles tomaron indias, fue porque allí no habían monas”. Gabriela se pone fuera de sí. Pretende replicar. ¡Imposible! Todo es risotada, burlas, chistes, comentarios jocosos y picantes.

No puede decir lo que piensa y lo que siente. Enardecida, se dirige al que le parece el más noble de los presentes, moral e intelectualmente hablando, “la conciencia de España”, don Miguel de Unamuno. Éste no le da la razón. Ella quiere argumentar pero la atmósfera ha perdido toda seriedad. Dice algo a favor de los indios y mestizos de América; nadie la escucha; alguien (ella lo atribuye a Unamuno, lo cual resulta casi inverosímil) responde: “¡Qué mueran!”.

Después confesó que en ese momento preciso sintió que se le cortaba el cordón umbilical que la unía a España. Amargadísima, escribió cartas a Chile contando lo sucedido. Su decepción se agravaba por la persecución y las groserías que le llovían…


* Extraído del libro “Gabriela Mistral, pública y secreta”, de Volodia Teitelboim.