23 de diciembre de 2007

Un minuto de amor

Tomó la caja y la apretó suavemente contra su pecho. Cerró los ojos. Por un minuto, tan sólo por un minuto, dejó entrar nuevamente aquel prohibido sentimiento, desterrado de su vida hace tanto tiempo, cuando decidió no sentir más y olvidar, olvidar y olvidar. Sumergirse. Perderse en la vagancia.

La noche era como todas. La ciudad, despreciable como siempre. Pero la soledad se hacía más tibia gracias a la caja, la bendita caja que esperaba por él para llevárselo lejos, donde nadie pudiera encontrarlo.

Dejó entonces fluir la sensación, esa cosquilla en el vientre que crecía y subía hasta los labios y la lengua para diluirse así, delicada, en sus ojos. En su corazón de hombre solo hace rato que no había espacio para esto. Pero qué carajos, es sólo un instante, un instante para sentir. Y lo hizo. Amó los litros en su pecho. Amó ese instante bajo la escalera, sus trapos y cartones, sus tarros, amó sus zapatos, sus heridas y las arrugas de su cuerpo. Y por primera vez en mucho tiempo, amó su estirpe indigente. Al menos durante un mísero minuto, no se odió. Se amó. Y eso fue suficiente. Ahora a seguir, seguir adelante, adiós, adiós nuevamente, me voy, me voy para siempre.

El viejo Alberto despertó de la ensoñación y de un mordisco abrió la caja. No hay más motivos para esto, pensó. Y con desesperada angustia se metió a la boca un largo trago de vino negro, que una vez más llegaba a apagar cualquier atisbo de amor en su persona.


*Texto de Absalón Opazo M., aparecido en la revista porteña "Cavila", durante 2007.

9 de diciembre de 2007

A los borrachos ciudadanos del puerto misterio*

Uds. abandonaron el futuro
Vuestro camino es el ayer en pendientes
Les hablo
Ya que soy el encargado de regar ... para siempre ...
Las plantaciones de gaviotas
Cuando Uds. duermen
Nosotros trabajamos y vice-verso
Las paredes están escritas con letras invisibles
La trasnocha para resucitar muertos
Ida es regreso


* Poema de Felipe Ugalde, aparecido en la "Antología de poemas nocturnos Valparaíso Bohemio" de José Miguel Camus y Rodrigo Gutiérrez.

4 de diciembre de 2007

Schibboleth*

- por eso puede hablar
de las palomas

Si tu boca habla y no este poema
si habla tu boca siempre desnuda
tal un coigüe inmenso en la hoja que cae
todo tu cuerpo está en tu boca.

Si entonces tú me hablas
yo escucho el mar detrás de tus palabras
y un silencio nos recuerda
como el mar se lleva una hoja seca

o tu boca, este poema.




*Poema de Claudio Gaete, del libro El Cementerio de los Disidentes.

30 de noviembre de 2007

Hora de almuerzo

Alguna vez el mar
será la tumba de mis versos

alguna vez la noche
alguna vez tu sombra
alguna vez un cactus
en la carretera al norte

el país mineral
el país fluvial
el país vocabulario

los niños a pie pelado
me saludan desde los calendarios
quemados por la inconciencia

hay un montón de preguntas
y muy pocas respuestas
pocos diccionarios que valen

Hora de almuerzo
caen las verduras de su testículo vegetal
y desde qué páginas tú entiendes esto

abrirás la puerta cuando tarde en la noche
alguien te pida comida

abrirás sabiendo que es invierno
y llueve torrencialmente

Yo vi las caras de la noche
los niños empapados buscando un pan
le vi los ojos en la sopa caliente
que mi abuelo les servía
y después en el plato de comida
y en la fruta y en la leche

y esa sonrisa es lo más cerca que he estado de la poesía

Los niños se perdieron en el tiempo
en alguna calle perdida duermen sus pasos

y yo qué hago en estas páginas?

No cerrarán los mares nunca
su puerta de mil años

en su vientre está el latido
que necesitamos escuchar
de vez en cuando

Hora de almuerzo
paso / respiro

El sol como cada tarde cuelga de la pared
una flor se marchitó en el florero
y en el aire de la pieza dos moscas
se baten a duelo
en un bello ejercicio de física solar
y energía en movimiento

22 de noviembre de 2007

Esta es para hacerte feliz


Niños porteños jugando a los monitos

Playa Ancha, octubre de 2007

8 de noviembre de 2007

Un poeta

Enciendo un cigarrillo
respiro
miro la ciudad que se puede mirar
el mar que se puede conocer
el horizonte que te saluda con melancólica mirada

Cayeron las órbitas de ciertos astros
yo creo a partir de ese vacío
no pienso en despegar mi vista del sol que me espera
en la oscuridad la vida no tiene sentido
por mucha poesía que escriba el impostor hablante

30 de octubre de 2007

La poesía qué podemos decir de la poesía

Mejor enrollemos algo seco
nada en polvo
algo de ramas y
alguna botella achinada

Mejor tus ojos abiertos
botando las cenizas que antes
fumamos amables
mirando de reojo
el devenir mundial
en esa tele que da vueltas
y vueltas

Lentes oscuros para la mente
mientras soñamos con la estatua
de la diosa creadora del gemido

La vida se parece a un afiche
pegado con esa cola nocturna
de la independencia cultural
antes mucho antes
de patrimonios y concursitos

Hay quienes cayeron reventados
en los acantilados del olvido
hay otros que duermen en las cajas
de sus medicamentos (pastillas crónicas)
hay a veces olor a colonia de guagua en tu pieza
cuando la mañana se parece a tu vaso ciego
que me mira y no me reconoce

Quisiera tocar ese pétalo de cactácea
que se te sale del pecho
aunque nunca lo sabrás

No sé cuándo mirarás el reloj
y admirarás el tiempo caído
en mi amable conversa

Mejor pongamos la radio
en esa canción que tanto nos gusta

Esa canción de agosto
diciembre y abril
esa de guitarras ardientes
en un descontrol que se fuga

Ahora hay que seguir (poner la cabeza)
y no titubear ante una sombra
la ciudad está llena de sombras
tus manos están llenas de sombras
de machucones de aceites
y ya duerme el que dijo ‘la poesía está en decadencia’
mientras sus pies despiertan en medio de la playa
y se agitan en su presencia los monumentos naturales
que las olas pulen por los siglos de los siglos

También duerme el conductor del ferrocarril al sur
pero tus labios siguen fraguando combate
a medida que pasan las horas

‘Dónde estás prenda querida’
esa es la canción
que tanto nos gusta

Mientras
un esqueleto se estremece en el cementerio de Playa Ancha



(...)

28 de octubre de 2007

Pasatiempo*

Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía

luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque era un océano
la muerte solamente
una palabra

ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros

ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.


*Texto de Mario Benedetti.

23 de octubre de 2007

El racismo de los españoles hacia Gabriela Mistral

Gabriela era muy susceptible. Según su traductora Matilde Pomes sufría a ratos delirios de persecución. Durante una comida de escritores en Madrid, le pareció que alguien pronunció un discurso “muy especialmente endilgado a mí”. Escucha decir – según explicó más tarde – que ella siente gratitud porque los conquistadores españoles entraron en contacto con las indias, cosa que efectivamente no sólo había dicho sino también escrito. Algún exagerado – que los hay no sólo en Andalucía – o algún chusco – que sobran en España – o un mal pensado – que tampoco faltan – hizo en voz alta una aclaración muy específica: “Lo que sucede es que esta señora no sabe que si los españoles tomaron indias, fue porque allí no habían monas”. Gabriela se pone fuera de sí. Pretende replicar. ¡Imposible! Todo es risotada, burlas, chistes, comentarios jocosos y picantes.

No puede decir lo que piensa y lo que siente. Enardecida, se dirige al que le parece el más noble de los presentes, moral e intelectualmente hablando, “la conciencia de España”, don Miguel de Unamuno. Éste no le da la razón. Ella quiere argumentar pero la atmósfera ha perdido toda seriedad. Dice algo a favor de los indios y mestizos de América; nadie la escucha; alguien (ella lo atribuye a Unamuno, lo cual resulta casi inverosímil) responde: “¡Qué mueran!”.

Después confesó que en ese momento preciso sintió que se le cortaba el cordón umbilical que la unía a España. Amargadísima, escribió cartas a Chile contando lo sucedido. Su decepción se agravaba por la persecución y las groserías que le llovían…


* Extraído del libro “Gabriela Mistral, pública y secreta”, de Volodia Teitelboim.

18 de octubre de 2007

Anécdotas literarias: Pablo De Rokha

El ladrido del perro es agobiante. Ha caído la noche, y De Rokha intenta concentrarse en su lectura, pero es imposible. El perro del vecino no cesa de ladrar y dar aullidos. El poeta deja la lectura e intenta conciliar el sueño. Pero no puede. El perro no se lo permite.

Al día siguiente, se levanta y sale de su casa. Con sus largos pasos llega hasta la puerta del vecino, toca el timbre, le abren. De Rokha entra a la vivienda, la cruza y llega hasta el patio. Allí busca al perro de su insomnio. Lo llama. Los dueños de casa lo siguen. No entienden nada. El poeta no ha intercambiado palabra con ellos. Cuando tiene al animal frente a él, le dice:

- Usted, perro, es un desgraciado, un infortunado, y lo compadezco. Porque tiene un amo que es un estúpido y no sabe cómo tratar a los animales.

Pronunciada la adhesión canina, De Rokha se dio media vuelta y salió tal cual. Sin dirigirle ni una sílaba a sus vecinos, que lo seguían estupefactos.

Luis Sánchez Latorre, Filebo (crítico literario recientemente fallecido, N. de la R.), se ríe mientras cuenta esta historia. Se la narró su protagonista, De Rokha, claro, y la repite hoy porque a la imagen de hombre áspero, rudo, polémico, quiere oponer la del personaje tierno, humano, generoso y sensible, que tiene como lecturas de cabecera a Esquilo, el Quijote o la Biblia.

Cuando a Pablo de Rokha le dieron el Premio Nacional de Literatura, en Licantén, su pueblo natal, decidieron nombrarlo Hijo Ilustre. De Rokha invitó a Filebo a integrar su comitiva. – Para él yo era y tenía que ser el cronista de estos homenajes –, dice el crítico y periodista. Como no pudo acompañarlo, envió a un estudiante que hacía su práctica en el diario. – Era el muchacho más quitado de bulla de todo el equipo – aclara Filebo – por lo que pensé que era la persona más adecuada para cubrir esos eventos.

A los cuatro días regresa el joven reportero y Filebo lo interroga:

- ¿Transcurrió todo bien?
- Sí, todo bien.
- ¿Y usted, cómo lo pasó?
- Más o menos…
- ¿Por qué?
- Hubo una fiesta, y pasó algo raro, yo estaba ahí como cronista solamente, pero no me creyeron, me tiraron al suelo y me patearon.

Filebo, impresionado, llamó por teléfono a De Rokha. Pero el poeta nada sabía del asunto:

- Mire, compañero, usted sabe que yo soy un caballero, que jamás voy a hacer algo así. Esto debe ser una calumnia.

Ofendido, Sánchez Latorre insiste en la responsabilidad rokhiana en el atentado contra su reportero. Durante tres días discutieron por teléfono. Al cuarto, De Rokha mandó de delegado a su hijo José, que explicó la situación:

- Mi padre no estaba presente, pero en un momento de la fiesta, ya estaban todos borrachos, el periodista miró a una niña, y todos creyeron que le estaba haciendo gestos, y le pegaron.

Satisfecho con las explicaciones, y ya más tranquilo, Filebo interroga nuevamente a su protegido:

- Bueno, ¿pero el viaje lo hicieron en automóvil?
- Sí, y yo me fui con don Pablo.
- ¿Y notó algo extraordinario?
- Sí. Llevaban unos tiestos con cerveza.
- ¿Y tomó Pablo De Rokha?
- Sí.
- ¿Cuántas se tomó de aquí a Licantén?
- Unas cuarenta cervezas…

Esto fue en 1965. De Rokha tenía setenta y un años. Y a la imagen cálida, Filebo suma otra, la de la desmesura, en este retrato de un De Rokha colosal.


* Extraído del libro “La guerrilla literaria”, de la periodista Faride Zerán.

5 de octubre de 2007

Violeta Parra

A propósito de los 90 años del nacimiento de la gran cantora de Chile. Siempre se ha comentado el escaso material bibliográfico sobre Violeta Parra. Yo tengo la suerte de tener un libro con la poesía de Violeta. Las letras de sus canciones en el papel. El título es “21 son los dolores. Violeta Parra, Antología Amorosa”. La edición es la cuarta, del año 1981 y pertenece a Ediciones Aconcagua, Colección Mistral.

En total son 75 los poemas, más la introducción, algunas notas, datos sobre la bibliografía y discografía, y explicaciones sobre los cantos en décimas. El título de la introducción es decisivo: Violeta Parra, fundadora musical de Chile. Recopiladora, creadora, en todas las artes. Fundadora musical de Chile.

Un caballero de edad me dijo que había visto cantar a Violeta Parra en la plaza Sotomayor, muchos años atrás. No le gustó. La encontró muy monótona. Otra persona antigua del campo chileno recordaba la llegada de Violeta a un pueblo del sur: con una damajuana de vino en una mano, con la guitarra en la otra, se instalaba con sus hijos en la casa que siempre la recibía, y todos estaban invitados a escucharla cantar y a compartir con ella. Llegaban todas las personas de los caseríos. O los que podían. Los peones en labores se la perdieron varias veces.

En un principio cantaba en cabarets santiaguinos. Animaba fondas y fiestas populares con un repertorio de valses peruanos, corridos mexicanos y boleros. Su hermano Nicanor la motivó: “ándate al campo, busca el folclor”. De ahí vinieron años de investigación y lo que ya todos sabemos. Sin Nicanor no hay Violeta, dijo ella misma una vez ante varias personas. Hoy todos rinden tributo a la Violeta inmortal y en Las Cruces, Nicanor le deja migas a los pájaros. Siempre sembrando vida, alimento, creación. Como lo hizo en su momento con su “hermana vieja”.

Ahora, una anécdota de Violeta, extraída del libro “Quilapayún, la revolución y las estrellas”, de Eduardo Carrasco:

“Cuando nosotros la conocimos debo decir francamente que no le caímos en gracia. En esa época, ella vivía muy problemáticamente los albores de la adolescencia de su hija Carmen Luisa. Unos aturdidos y deslucidos amores de nuestro inefable Numhauser con esta última bastaron para que Violeta nos comenzara a mirar con gran desconfianza, llegando hasta el extremo de negarse a participar en giras donde nosotros fuéramos incluidos en el programa. Más de una vez las cosas se hicieron insoportables, pero el colmo llegó cuando Carmen Luisa se fue a Valparaíso detrás de su galán, sin siquiera pedirle permiso a su madre. Estábamos cantando en la peña del puerto, cuando de pronto apareció Violeta transformada en una furia. El estrépito de puertas, de gritos y de recriminaciones fue tal, que se acabó la función, y todos nos quedamos esperando el desenlace del temporal que se nos venía encima. Felizmente salimos ilesos, pero la pobre Carmen Luisa tuvo que soportar estoicamente la paliza.

Menos mal que los amores tormentosos duran siempre menos de lo prometido: con la indiferencia llegó la calma, y con ella pudimos volver a intentar acercarnos a Violeta, que pasional como era, olvidó con extrema facilidad lo que había sido causa de tantos males, y comenzó a mirarnos con ojos más benevolentes. Esta amistad fue corta y dolorida, porque vino al final de su vida. Lamentablemente, ese amor mal escogido nos privó de una relación más profunda, que habría sido preciosa para nuestro andar futuro. (…)

De esta amistad con Violeta queda una vieja fotografía, y un recuerdo imborrable el día en que fue sacada. Era a fines del invierno, llovía todavía cuando llegamos a la Carpa de la Reina, que Violeta hacía poco había inaugurado. En el programa se anunciaba a Los Jairas, ese famoso grupo que dirigía el suizo Gilbert Favre, uno de los grandes amores de Violeta; después venía un grupo de música araucana, cuyo nombre no recuerdo, tocaban trutuca y bailaban la danza de la cabeza; después venía el Quilapayún y finalmente, Violeta, que cerraba el espectáculo. Se ofrecía mistela, “sangre de toro” (vino caliente con naranjas) y empanadas. Después de algunos vinachos, nos sentamos todos alrededor del brasero a esperar la hora de comenzar la función. Dos horas después seguíamos esperando que por fin llegara algún amante del folclor. El público no asistió a la cita. Nadie llegó. En Santiago no había nadie que quisiera escucharnos. Y entonces, en una mezcla de desilusión, de tristeza y de despecho, sin que nos hubiéramos puesto de acuerdo, iniciamos un extraño rito: comenzamos a actuar para nosotros mismos. Cuando el turno le tocó a Violeta, hacía tiempo que ya habíamos recuperado nuestra alegría habitual. Todos cantamos en la carpa vacía, como si multitudes nos hubieran estado escuchando. Esa fue la última vez que vimos a Violeta. Seguramente esa ingratitud que nosotros, recién llegados, podíamos fácilmente olvidar, a ella ya le había hecho una herida insoportable. Me pregunto qué pasaría hoy día si pudiéramos de nuevo anunciar ese mismo programa en algún lugar de Chile”.

2 de octubre de 2007

Muy señor mío y señora mía*

pohetas:

te tienes que escribir con algo de letra muda para
entenderte, y entender que no puedes entrar en
globo aerostático o montado en burro a la ciudad.

¿vives acaso en la cima de una columna o estás
tratando de arrebatar el micrófono? (constato que
hoy todos chupamos ese candy de palabras con la
rara excepción tuya) ¿cuál es la palabra del poeta?
(quizás ya no quedan palabras)

te recomiendo mejor una de nuestras fiestas de
larga duración donde hombres y mujeres caen del
cielo y a pedir de boca el suche es rey y el rey paco
raso y las paganas vírgenes sabias mujeres, etc.
Todo se revuelve

no sé dónde deberías comprar ropa para lucir con
eso del hábito y del monje, ¡habitar tanto lugar
común!... Pórtate mejor como chaqueta amarilla

si te has ido a pique sobrevive en la submarina y
escríbenos en la arena porque igual te queremos


*Texto de Elvira Hernández, perteneciente al libro "Album de Valparaíso", del año 2002.

20 de septiembre de 2007

Al oído del tiempo*

Tengo grandes sueños que acumulan tesoros en las raíces de los árboles
Tengo ese oficio que hace morir al mar
Voy andando en semejanza de cosa alada
A veces canto porque las lágrimas se hacen demasiado gruesas
El universo viene a picotear en mis manos
Los que no saben lo espantan torpemente

Tengo grandes ansias y vergüenza de todo
Como una hora que se detiene a pedir pan
Como aquel que no puede decir lo que quiere
Enterrado al fondo de su raza

Contemplo de tan alto que todo se hace aire
Contemplo el ojo enorme de la tierra
Qué hacer qué hacer
La luna insomne pasa dulcemente
Un río sin voluntad se extasía en silencio
La luz empapada en sus faroles de puertos angustiados
No sabe tampoco qué decir
Ni el faro que ilumina la vitrinas del mar

El río tiene pena
Y una tal cantidad de ojos extasiados
Que la noche podría equivocarse
Que los árboles podrían hacerse vagabundos
Luego todo se va
Y yo miro la tierra y sus distancias desesperadas
Cuando las olas se hablan entre sí

No hay formas no hay colores
No hay seres al fin en esta luz sin luz
Desaparece la creación y sus augurios
Sus pensamientos sus sensaciones y también sus imágenes
Y hasta sus sueños de substancias prisioneras
La nada luminosa
Ni luminosa ni oscura
La armonía de la nada sin armonía
La nada y el todo sin todo
Para ver esto hay que resucitar dos veces
Para sentirlo hay que morir primero


*Poema de Vicente Huidobro, publicado en el libro "El ciudadano del olvido", del año 1941.

12 de septiembre de 2007

Resaca

El soplido de la estética, el vértigo amanecer de la palabra cuadrada en el infinito, dejando su ventana abierta para siempre. En casa, algunas moscas muertas, algo de sangre en la ventana, cuadernos que se transforman en raquetas, y el sonido de la construcción del frente me recuerda el trabajo, sus sindicatos, la obra, la acalorada reunión nocturna, las impresiones clandestinas y un millar de historias de aquí a Iquique.

Llego a otro lugar. El soplido del cementerio, lleno de titanes, como una cáscara oceánica abriéndose al cosmos, como cayéndose a la galaxia, en esas noches limpias de enero, el cementerio, el océano de la tierra, lleno de historia silenciada, con un rumor de paz y marea que complica cualquier teoría sobre la vida eterna. La vida eterna y sus primas, el perdón de los pecados, el pariente rico, que no comparte nada, la vida eterna, la reencarnación, el juicio final. No. No hay nada, nada más que mar, tierra y los elementos cruzados entre sí.

Nos hacemos parte de este ecosistema, como esa zanahoria que cayó olvidada a la tierra y volvió a ser tierra (así dejó de estar sola y olvidada y formó parte de un todo). Los sentidos se van con el cuerpo. Por ende cualquier concepción al respecto es imaginaria. A mi me inquieta más pensar quien sujeta los planetas en el aire, quien los amarra en órbitas, quien enciende los soles. Hay límites o todo es infinito. Por ahí va la intuición, una tenacidad media pariente de la necedad pues a fin de cuentas nunca descubriré nada.

El soplido de la estética. Caen las últimas banderas y el gran rey corrupción capital se instala a gozar sus últimos años. Aún agoniza el cristianismo en Europa y en otros lados, pero en América Latina muchos cristianos aún dan cara y se les respeta. Caen en pedazos los edificios agrietados de la creencia partidaria. Todo se empieza a revolver, hay muchas armas en muchas manos, algo de cocaína, más de lo que creemos, y en el horizonte aúlla un pelícano convertido en zorro culpeo.

Dejo constancia de mis reparos. El soplido, la épica social americana, los trabajadores, el encanto de tus faldas. Voy y vengo por la avenida del descrédito y la lección, el aprendizaje sublime del silencio, escarbando arcilla en periferias ajenas a toda lógica. Lejos, muy lejos del centro de tus manos. El soplido, esa tierna brisa de media tarde en Playa Ancha, cambia todo y va y viene revolviendo la imaginación, las ganas, la locura.

El soplido de la estética, concepto imagen, algo inconcluso, buscando partes por el territorio castigado, donde antes hubo una patria joven y madura como la más linda de las viñas, donde antes hubo un sol que alumbraba a todos por igual. Al margen de los libros siempre han estado nuestras orillas. No entramos, no cabemos en los cuadernos sacrosantos, en los conventos convertibles del país capital. Pero nosotros somos tierra y crecemos en las raíces.

8 de septiembre de 2007

La historia de Luchín

Una noche de junio, el mes más frío del año, se cernieron nubes negras sobre la cordillera y estalló una violenta tormenta, con un furioso vendaval y lluvias torrenciales. Tendidos en nuestra cama, a salvo y abrigados mientras oíamos el golpeteo de las persianas de madera bajo la ventolera sabíamos que en las poblaciones los frágiles techos eran arrancados de los refugios improvisados, que familias enteras debían de estar expuestas al viento y la lluvia, perdiendo sus pocas posesiones. Si el río Mapocho crecía, corrían peligro de ser barridos por la inundación. Todos los inviernos ocurría lo mismo; muchos guaguas morían de frío o neumonía, pero persistía aquel estado de cosas y aparte de algunos auxilios de caridad, de una distribución de objetos usados y viejas mantas, no se tomaban medidas drásticas para socorrer a las víctimas y evitar que se repitiera la tragedia.

Con un gobierno popular, la respuesta tenía que ser diferente. Y lo fue. Organizaciones gubernamentales, sindicatos e incluso las universidades se movilizaron para llevar ayuda inmediata a las víctimas de la tormenta, que había afectado a una amplia zona y devastado muchos distritos pobres. Las tareas de rescate se coordinaron de manera tal que cada Facultad fuese responsable de un área distinta. Los estudiantes de la Universidad Técnica poseían aptitudes inestimables para dirigir la construcción de viviendas de emergencia, la provisión de agua, drenaje y otras necesidades, pero hasta los músicos y los bailarines brindaron su mano de obra inexperta y sus músculos.

Como siempre, cuando se despejaron las nubes después de la tormenta dejando a la vista la cordillera cubierta reluciente de nieve, un frío penetrante descendió sobre Santiago. Todos los vehículos de la Facultad se movilizaron para distribuir combustible y alimentos, además de equipos de salvamento a la población de Renca, pero se descubrió que sólo servían los jeeps. En las tierras bajas y en los caminos sin pavimentar el barro llegaba a los muslos. Ni siquiera era posible caminar. Los intensos vientos habían dejado sin hogar a muchas familias que trataban de buscar refugio en el único edificio un poco más grande y más sólido de la comunidad, que era la iglesia. Los niños de pecho y los de corta edad, desabrigados y descalzos, corrían peligro inmediato de enfermar gravemente.

Era necesaria una solución más drástica y se decidió evacuar a los niños al edificio de la Facultad y usar los grandes estudios de ballet como dormitorios. Esa empresa, que parece lógica si se tiene en cuenta que la salud de los niños e incluso su vida corría grave riesgo, fue sin embargo insólita y absolutamente revolucionaria.

Todo fue organizado y animado por una maravillosa mujer, ejemplar para todos nosotros. Quena era, probablemente, un prototipo del pequeñísimo pero significativo número de personas aristocráticas que se adhirieron a los cambios revolucionarios en Chile. Era una mujer bien parecida, en general desaliñada, cuyo lenguaje no era precisamente refinado, que chapoteaba vestida con un chaquetón andrajoso y unos pantalones viejos. En su juventud había pasado una temporada trabajando en una granja de Inglaterra, y se había aventurado a dar la vuelta al mundo confiando exclusivamente en sí misma para ganarse la vida y renunciando al apoyo de su familia. Ahora trabajaba como administradora en el Departamento de Danza y en aquella emergencia se convirtió en el alma de la operación de salvamento.

Nos empujó a todos, incluso a los más reacios e indolentes, a hacer algo útil. El recluido reino del ballet se vio invadido por niños desarrapados y chillones que nunca habían visto un cuarto de baño y un lavabo. Muchos padecían disentería. Estaban desnutridos, sucios y asustados al verse separados de su familia, aunque después de una buena comida caliente revivieron.

Fue la primera vez que la verdadera tragedia de la pobreza tocó nuestro cómodo mundo privilegiado y tengo la certeza de que para muchos bailarines resultó una vivencia muy importante. Aunque fuésemos política y socialmente conscientes con anterioridad, y aunque a menudo hiciéramos las habituales colectas de ropa vieja y mantas “para los pobres”, no era lo mismo que atender a aquellas criaturas, verlas comer con hambre canina y descubrir su hermosura después de lavarle la cabeza y peinar sus enmarañadas melenas para quitarles los piojos.

Uno de los guaguas que llegaron a la Facultad se convirtió en tema de una canción de Víctor. Luchín estaba gravemente enfermo de pleuresía y necesitaba constantes cuidados día y noche. Quena le había encontrado en uno de sus viajes a la población: un mugriento montoncito de harapos en el fangoso suelo de una choza donde vivía con su numerosa familia. Un caballo, única posesión de valor de la familia y fuente de su precario sustento, compartía la habitación. Luchín tenía casi un año pero era menudo para su edad. Necesitaba una prolongada convalecencia antes de que pudiera ser devuelto a su familia, de modo que Víctor y yo nos lo llevamos a casa y le atendimos durante algunas semanas hasta que más adelante, con el consentimiento de sus padres, Quena le adoptó definitivamente.

Luchín

Frágil como un volantín
en los techos de Barrancas
jugaba el niño Luchín
con sus manitos moradas
con la pelota de trapo
con el gato y con el perro
el caballo lo miraba.

En el agua de sus ojos
se bañaba el verde claro
gateaba a su corta edad
con el potito embarrado
con la pelota de trapo
con el gato y con el perro
el caballo lo miraba.

El caballo era otro juego
en aquel pequeño espacio
y al animal parecía
le gustaba ese trabajo
con la pelota de trapo
con el gato y con el perro
y con Luchito mojado.

Si hay niños como Luchín
que comen tierra y gusanos
abramos todas las jaulas
pa’ que vuelen como pájaros
con la pelota de trapo
con el gato y con el perro
y también con el caballo.


*Extraído del libro “Víctor, un canto inconcluso”, escrito por Joan Jara, esposa del cantautor chileno Víctor Jara.

26 de agosto de 2007

En algún lugar del puerto

Voy volando... voy caminando...voy...

25 de agosto de 2007

Postales de Valparaíso



Cerro Rocuant
Agosto de 2007



24 de agosto de 2007

Cronista

Un cargador de sacos
de todo tipo

un chofer de una especie de bicicleta
que afila cuchillos

una mendiga
que no despertó más

un niño que nació
para nacer mil veces

un anciano que recién ahora
supo un gran secreto de su vida

quién está al otro lado de la ventana
quién es el pájaro que vuela lejano

anoche golpearon a la puerta
estaban pidiendo algo de comida

hay hambre en la ciudad
aunque tú no lo creas

es tan sencillo detenerse
mirar y escuchar

y encontrar
estas caras que te cuento

17 de agosto de 2007

En escabeche

Hay del frío que es posible de espantar y otro que no. Frío corporal, siempre posible: siempre hay disponible un ron, un vino, algo de pisco. Frío espiritual, difícil diagnóstico. O le falta una buena amante, o definitivamente estás mal enfocado, mal de fábrica como dicen los maestros. Pifiado de fábrica. Como el mundo de la poesía. La poesía del mundo. Las palabras resbalan a veces por los cuerpos y se quedan tendidas en el olvido. El pavimento se apiada de ellas y las hace parecer rocío, unas gotas locas que cayeron en la madrugada.

Hay demasiada palabra dando vueltas, mucha información, pocas cabezas atentas. La mirada subjetiva de la poesía recrea escenarios que ya se levantaron hace tiempo. El lenguaje ofrece su flexibilidad al mercado y éste devuelve el mismo producto pero más elaborado, más adornado. La poesía abunda pero nadie sabe quién la escribe. Los que la publican son solamente una pequeña muestra de la abundancia lírica de nuestros días.

Pifiado de fábrica. La gente sola no es pifiada de fábrica, es una pifia de una máquina mal administrada, pésimamente ordenada. A lo mejor tú también estás mal enfocado. El hombre le pega a la mujer, el hijo mata a ese padre / hombre desquiciado. Otros amarraron al compañero a la silla y le dieron de patadas en la cara. Qué cosas. La competencia está en nuestras venas. Siempre tiene que haber un perdedor. Siempre hay que ganarle a alguien. Si no, ¿a quién le has ganado?

Algunos se aburren, otros disfrutan del dinero que siempre llega a sus bolsillos, mes a mes, semana a semana. En las páginas actuales de la poesía porteña cuesta encontrar el rostro frío del peoneta del mercado. Puedo equivocarme. Alguna vez le escuché un buen poema a un chico universitario. Hay buenas revistas dando vueltas por ahí. Las hojas no necesitan ser blancas. Miremos las murallas, los baños de los bares o de las escuelas públicas. Te recuerdo que el mejor poema es el que no se ha escrito aún.

Se cierra el bar. Hemos pelado mucho el cable hoy. Salud. Por los que vendrán mañana, a ocupar esta silla y a vagar por la bohemia, por esa bohemia latera que también explota a ciertos muchachos que trabajan mucho por muy poco. Pero ahora se cierra el bar. Un mirador puede ser una buena idea aunque la playa no está tan lejos. Y en tu mirada veo clarito clarito el color del amanecer. ¿Te habían dicho que tus ojos parecen un amanecer?




12 de agosto de 2007

Premonición


Hay una cultura
que reinventar
juntar cenizas
rayar muros
hablar más
con la calle

Poner más atención
en los inviernos
mirar la cara
de la gente

no importa
la puesta de sol
que se nos escapó

importa la que viene




8 de agosto de 2007

Arriba los colores


...sabemos que la vida es dura
pero la amargura no es la solución...

...cuando todo parece jodido
es cuando hay que poner...




Letras del grupo de rock uruguayo La Vela Puerca


5 de agosto de 2007

Elegía corta


Un siglo de silencio
por nuestra recordada
merluza porteña


3 de agosto de 2007

Recapitulando


Gané experiencias
varias en minutos
palabras y verbos
que simples llegaban.
Ahí en el neón en picada
aprendí yo a escribir
las vivencias
los momentos.
Éramos tantos
y ahora tan pocos quedan.
Nos vemos sólo en los recuerdos.

Está bien.
No extraño saludarte.

27 de julio de 2007

Avenida Colón, muy temprano en la mañana


Sabor amargo en la boca de la botella.
Pura amargura en este último tiempo
pero igual le pongo color.

Han habido lauchas sabrosas
al aceite.

20 de julio de 2007

Palabra de viajero

Poemas de Luis Rossel, desde la Sexta Región

Valparaíso,
Valparaíso y tus cerros
cubierto de sabiduría,
sabiduría que buscan los viajeros,
viajeros que se asombran
por tu belleza,
belleza que llevas en cada cerro,
cerros alegres con sus
luces de colores y
nostálgicos en cada atardecer,
atardecer que me traslada
donde esta mi amada,
amada que deseo,
como deseo tu amanecer
Valparaíso…

***

Rayo de luna
es el nombre que te puedo dar,
rayo de luna que ilumina
esta noche,
como ilumina tu sonrisa
ese día en que te veo
y anhelo
entre mis brazos,
y mis labios te desean,
como mis días desean tu sonrisa,
sonrisa angelical,
dulce y bella como una flor,
flor del desierto frágil
y difícil de alcanzar...
Alcanzarte deseo,
para que tu sonrisa
ilumine todos mis días...

***

Tú pequeña luz,
que te encontré
en medio de éste
mi cielo cubierto de
oscuridad...
Me has demostrado que esta vida,
no estaba muerta...
¡Qué ciegos somos los que tenemos
la posibilidad de ver!
Gracias por ser
tú...
La que iluminaste
esta noche cubierta de nubes
y sin luna...
Luna llena y sin nubes
en mi noche serás desde hoy
para mí
pequeña luz
tú...

***

Fotografía: Javier Galleguillos. Vista desde el cerro La Cruz, pasaje Leria, año 2004.

10 de julio de 2007

Suave vida da sus primeros años

Y las texturas viajan por el tiempo / regresan
posan su ala genital en la tarde de mi pequeño planeta
y esparcen un tibio aroma de hogar / textura
que viaja por el tiempo disfrazada de piel

Suave vida da sus primeros años

7 de julio de 2007

Tus palabras... me hacen pensar...


que estás tan cerca... pero en otro lugar...

23 de junio de 2007

Aproximación a la magia

Te gustaría saber cómo floto
y voy por planetas regando plantas
sagradas plantas vegetales y amarillas
como el sol que se te cae en los párpados
y te adormece demasiado en estos tiempos
donde todo está tan intervenido y pre-cocido
pero a ti te gustaría saber cómo floto
sin ser tóxico puñal de desventura
simplemente te señalo una mañana macetero
un rama preñada una dedicación de meses
paciencia en la mesa
interés por la carga planetaria
amor luz y palabra
palabra poder y sonido
la receta es empezar a flotar antes
sentir el latido mientras duermes
encontrarlo al lado de tus minutos
a cada minuto
subir la cabeza antes de emprender
el camino brujo de los días de trabajo
de los días simples al fin del mundo
y nunca olvidar que la tierra nos da todo
y que en su latido están nuestras sonrisas
nuestras casas revestidas de alegría
nuestra razón de ser en el mundo

20 de junio de 2007

El caminante

La escalera está sola. Como apareciendo de la nada, el sol sale después de una noche de lluvia intensa y trae color donde un minuto antes no lo había. Es media tarde ya y los cerros que miran al poniente disfrutan algunos tardíos rayos del astro amarillo. En alguna de las calles y avenidas de esta ciudad puerto, un ciudadano peatón con el paraguas en la mano se asombra por este regalo. El cielo está completamente cubierto. O casi. Ahora entra un pedazo de sol hasta acá y es brutal la belleza que logra el pintor invisible - de siempre - en este momento de barniz pálido.

A lo mejor me equivoco. Quizás nadie en su tránsito hipnótico se da cuenta de este detalle / imagen de ciudad recién bañada. El hombre y la mujer hoy van apurados, pero ya se sabe que no es bueno generalizar. Quizás sí, quizás no, en la incertidumbre hay un poco de infinito. Lo que sí es cierto, es que la gracia de este pedazo de costa son sus cerros y las vistas que desde ahí se obtienen. Eso permite apreciar estos detalles del entorno. Hasta hace unos años nos referíamos a vistas limpias, perfectas, distantes, sin mucha gravedad a veces. Hoy hablamos de vistas interrumpidas, cortadas por bloques rectangulares de habitaciones departamentos, muy parecidos a algunos nichos del cementerio Playa Ancha.

Igual todo tiene solución. Arriba, bien arriba de los cerros, el habitante se ríe de esos insignificantes edificios de oficinistas, secretarias y afuerinos. En sus alturas las distancias viven aún, y la bahía presenta su cara completa de sonrisa oceánica. Bajando la cosa cambia y ya entran a aparecer estos nichos gigantes, donde la gente vive apretada sin meter mucha bulla. A decir del poeta: “ya en el nicho, ahora, en vida”.

Suben las nubes y se amplía la llegada del sol a otros rincones. A una hora de su puesta, él intentará secar la lágrima múltiple de la nube. Estación fría, polar. Sol, estás caliente pero muy lejos para salvarnos del puño antártico. Mejor muéstrame esas casas de cartón allá arriba. Las vistas inmensas. Existe todavía aquel que no tiene agua, sólo barro. Estos fríos que caen le duelen tanto como un martillazo en el dedo. Y nadie ha escuchado a esa voz pues es una voz invisible y muda, como la tierra que muere lentamente.

Muy bien, me preparo para la noche. El fuego me busca y yo enciendo a lo lejos una pipa, y a lo lejos también las nubes se disipan, se agrupan, todo es un proceso acuático y aéreo, y en las arterias de la ciudad puerto los paraguas ya duermen, los cigarrillos vuelven a su trámite popular, la calma llega, se van las nubes, se marcha la tormenta, llega el frío, y más a lo lejos, resucitan las palabras que se comió la lluvia, como tejidas por dedos de hielo - hijos del mar - que declaran en ellas "absorta admiración de paisaje".

Valparaíso, junio de 2007

La tarde del planeta siempre logra someterme.

19 de junio de 2007

¿Fotografía o pintura?

"Hay que saltar del corazón al mundo
hay que construir un poco de infinito
para el hombre"
(Vicente Huidobro)

Foto: http://vendavaltransparente.blogspot.com/

14 de junio de 2007

Onda polar

perfil de madrugada solemne
bahía ancha de rumores
fulgor antártico en el amanecer
y en el aire
el cosmos
la vía láctea
el aroma de las estrellas
escondiéndose y bajando
entre las escaleras
y los pasajes

a media luz
aparece el universo
y se da una vuelta
por Valparaíso

12 de junio de 2007

Ustedes y nosotros*

Ustedes cuando aman
exigen bienestar
una cama de cedro
y un colchón especial

nosotros cuando amamos
es fácil de arreglar
con sábanas qué bueno
sin sábanas da igual

ustedes cuando aman
calculan interés
y cuando se desaman
calculan otra vez

nosotros cuando amamos
es como renacer
y si nos desamamos
no la pasamos bien

ustedes cuando aman
son de otra magnitud
hay fotos chismes prensa
y el amor es un boom

nosotros cuando amamos
es un amor común
tan simple y tan sabroso
como tener salud

ustedes cuando aman
consultan el reloj
porque el tiempo que pierden
vale medio millón

nosotros cuando amamos
sin prisa y con fervor
gozamos y nos sale
barata la función

ustedes cuando aman
al analista van
él es quien dictamina
si lo hacen bien o mal

nosotros cuando amamos
sin tanta cortedad
el subconsciente piola
se pone a disfrutar

ustedes cuando aman
exigen bienestar
una cama de cedro
y un colchón especial

nosotros cuando amamos
es fácil de arreglar
con sábanas qué bueno
sin sábanas da igual.


*Texto de Mario Benedetti, perteneciente al libro "Poemas de otros", 1973 - 1974.

10 de junio de 2007

31 de mayo de 2007

Amanecer en Valparaíso despues de una noche de lluvia


Foto tomada desde el cerro Bellavista, muy temprano en la mañana.

26 de mayo de 2007

La tierra*

Amarillo, amarillo sigue siendo
el perro que detrás del otoño circula
haciendo entre las hojas circunferencias de oro,
ladrando hacia los días desconocidos.

Así veréis lo imprevisto de ciertas situaciones:
junto al explorador de las terribles fronteras
que abren el infinito, he aquí el predilecto,
el animal perdido del otoño.

Qué puede cambiar de tierra a tiempo, de sabor a estribor,
de luz velocidad a circunstancia terrestre?
Quién adivinará la semilla en la sombra
si como cabelleras las mismas arboledas
dejan caer rocío sobre las mismas herraduras,
sobre las cabezas que reúne el amor,
sobre las cenizas de corazones muertos?

Este mismo planeta, la alfombra de mil años,
puede florecer pero no acepta la muerte ni el reposo:
las cíclicas cerraduras de la fertilidad
se abren en cada primavera para las llaves del sol
y resuenan los frutos haciéndose cascada,
sube y baja el fulgor de la tierra a la boca
y el humano agradece la bondad de su reino.

Alabada sea la vieja tierra color de excremento,
sus cavidades, sus ovarios sacrosantos,
las bodegas de la sabiduría que encerraron
cobre, petróleo, imanes, ferreterías, pureza,
el relámpago que parecía bajar desde el infierno
fue atesorado por la antigua madre de las raíces
y cada día salió el pan a saludarnos
sin importarle la sangre y la muerte que vestimos los hombres,
la maldita progenie que hace la luz del mundo.


*Poema de Pablo Neruda perteneciente al libro "2000", del año 1971.
Fotografía: http://vendavaltransparente.blogspot.com

17 de mayo de 2007

Declaración


Quisiera respirar
sin apuro
y quisiera estar
sin apuro
en la vida.
De verdad.

Pasan nubes
entre ellas mis ojos
bajo ellas
mi ser ermitaño.
Sólo colores naturales
por mis ganas.
Sólo texturas de ave
para mis recuerdos.
Sólo ser solitario solemne.

12 de mayo de 2007

Poema agrícola

Sin embargo
somos nueces
almendras granos
miel de abejas

uva
viñedo extenso
universo agrícola y poemario
calendario otoñalmente deshojado

La furia de las mareas
podría estar contenida
en nuestros ojos
y a pesar del silencio en la ciudad
otro temporal puede crecer
bajo las calles

(rebelión terrícola
contra la artillería del hambre oro:
la cáscara del hombre
puede volver a romperse)

la extensión es infinita
el alma no tiene fronteras

y no hay más luz que la de tus ojos



- Escrito en el cerro Placeres, año 2006 -

5 de mayo de 2007

Palabra de niño

"Detrás de cada trabajador, hay una familia"


Fotografía de Absalón Opazo Moreno
Valparaíso, 1 de mayo de 2007

1 de mayo de 2007

Primero de Mayo en Valparaíso


Fotografía de Absalón Opazo Moreno
Mayo de 2007

21 de abril de 2007

Detalles de la decadencia*

Es el tiempo de los espejos que caminan,
de los señores feudales y los perros feudales,
es el tiempo de la miseria individualista;

es el tiempo de los sueños destruidos en ene guerras,
de los objetos laicos sin pintura,
de los calendarios que tienen color negro;

es el tiempo de los pastores sin rebaño,
el de las tribus europeas con propaganda gratis,
el tiempo de todo para mí, mí, mí;

el tiempo de los ejércitos sin hipótesis ni balas,
el tiempo de los felices sin anestesia,
el tiempo de poemas para enfermos utópicos;

es el tiempo de hojas que se pudren en casa,
el de mucha espera en soledad,
el de reencuentros sin objetivos ni autos;

el tiempo de los grupos cerrados y las hormigas,
el de apóstoles y héroes que no leen ni beben,
el de los Cristos hechos a la medida del paciente.


*Poema de Aristóteles España.

17 de abril de 2007

Postal


Bahía de Valparaíso, Abril de 2007

14 de abril de 2007

El día del fin del mundo*

El día del fin del mundo
será limpio y ordenado
como el cuaderno del mejor alumno.
El borracho del pueblo
dormirá en una zanja,
el tren expreso pasará
sin detenerse en la estación,
y la banda del Regimiento
ensayará infinitamente
la marcha que toca hace veinte años en la plaza.
Sólo que algunos niños
dejarán sus volantines enredados
en los alambres telefónicos,
para volver llorando a sus casas
sin saber qué decir a sus madres
y yo grabaré mis iniciales
en la corteza de un tilo
pensando que eso no sirve para nada.

Los evangélicos saldrán a las esquinas
a cantar sus himnos de costumbre.
La anciana loca paseará con su quitasol.
Y yo diré: “El mundo no puede terminar
porque las palomas y los gorriones
siguen peleando por la avena del patio”.


*Texto de Jorge Teillier perteneciente al libro “Poemas del país de nunca jamás”, publicado en 1963.

4 de abril de 2007

30 de marzo de 2007

Miradas


Valparaíso

29 de marzo de 2007

Los muertos que mataste gozan de buena salud


8 AM

Necesito tu aliento
colgando de mi boca
para crear mi palabra
y crecer en ella

Necesito tu voz para levantarme
y tus ojos para entender el día
necesito tu ropa para vestirme
y tu trabajo para ser hombre

Necesito tu corazón
latiendo junto al mío
necesito tus ideales
para sentirme digno

Necesito la sombra de tus calles
el alboroto de tus hijos
la cálida llegada del amor
en la esquina más inesperada

A ti te necesito

Sólo a ti compañera y compañero
a ti y a nadie más necesito
a ti y a los tuyos - a tu gente necesito
para llegar a la cumbre de mi poesía

27 de marzo de 2007

Aire nuevo


Abran puertas y ventanas
y dejen que el aire nuevo
que baja de la cordillera
entre hasta sus corazones

Otoño, tibia estación de recuerdo y combate

21 de marzo de 2007

Vida y muerte


En noche o día
quedará esta escritura
aunque el lápiz que la escriba
no tenga dedos ni corazón.


Foto: atardecer en el cerro Los Lecheros, refugio de Pablo Neruda en su clandestinidad.
Marzo de 2007

13 de marzo de 2007

Consejo telúrico


Ante un terremoto
temblor
o cualquier movimiento de tierra
permanecer siempre
en el marco de la puerta


Foto: poblado de Tarapacá, Primera Región
Febrero de 2007

23 de febrero de 2007

Ancho pensamiento


“Si el paisaje se hiciera paloma
antes de la noche se lo comería el mar
pero el mar está preparando un naufragio
y tiene sus pensamientos por otros lados…”
Vicente Huidobro, Altazor

27 de enero de 2007

Fuga


Distancia
bálsamo cósmico
sombra de cactus
llovizna de sal.
Vagancia
anonimato
por líneas irregulares
de la vida.

Tiempo en minutos
distancia en estrellas.

Ven
ahora estoy solo
contemplando lámparas
de cielo puro.

20 de enero de 2007

Todavía es posible...


Todavía es posible - posible, no probable -
ser civiles y ser civilizados.
Imitemos los árboles, el árbol,
la arquitectura de sus ramas. Que hable,
en voz baja, el poeta. A sus costados,
un niño, un perro. A la sombra de un árbol.
(Armando Uribe)

17 de enero de 2007

Cerro Placeres, 2:59 AM

Mirarás el color de las avenidas
de las estrechas avenidas porteñas
y los rayados en los edificios
y los afiches pegados en desorden

mirarás la trenza de cemento
agarrándose al cerro / a la ladera
y la estrecha casa que ahí se levanta
la imaginarás rodando abajo

y recordarás caídas similares
y los poemas que de algo hablaron
ya no sabrás dónde quedaron
- qué será de ellos

podríamos decir tantas cosas
si habláramos juntos
pero como todos nos equivocamos
buenas noches que le vaya bien.

11 de enero de 2007

A Gabriela Mistral en su Tumba y su Morada Celestial


Niña - madre.
Maestra única y serena.
Tuyos son los colores,
arcángel de luz y fuego santo.
Hija fantasma.
Celeste, celestial y madura.
Manantial y morada
Rocío
Lucila
Azul
Estrella
Reina de Chile.
Cuando Dios inventó el Paraíso
no se imaginó nunca
que los domésticos cataclismos
de nuestra amada Tierra
iban a erosionar
el inmemorable Valle de Elqui.
Gabriela de los campos bordados.
Aquí estoy en ti.
Vengo aquí a verte custodiando
tu florido Montegrande,
vengo a respirar tu memoria,
tu alma pura y repartida.
Gabriela de los planetas perdidos,
Gabriela de los mantos de cuarzo,
Gabriela universal y doméstica,
de uva y carne,
de valle, viento, patria
y poesía.


Poema de Eduardo Parra que forma parte del libro "Mamalluca", editado por este autor en 1999. Ese mismo año el grupo Los Jaivas graba un disco sinfónico - el único en su larga trayectoria - con el mismo nombre del poemario de Parra, cuyos textos siriveron de base para este volumen musical inspirado en Gabriela Mistral, el Valle de Elqui y el cosmos.

La imagen de la poetisa que encabeza el poema corresponde a un retrato realizado por José María López Mezquita (1833 - 1954). El cuadro pertenece a The Hispanic Society of America, Nueva York.

3 de enero de 2007

Mensajes urbanos


Con claras intenciones de romper la indiferencia
con claros síntomas de revuelta social
el despertar de los trabajadores ha llegado
desde las remotas murallas
del siglo pasado