28 de marzo de 2006

Poesía chilena de resistencia



“ustedes, los países que no han pasado por una ocupación militar
indefinida
no saben nada
viven como niños…”


(José Angel Cuevas)

Buen trabajo (Gustavo Donoso)

El tirano entró a la carnicería
y quedó gratamente impresionado
al ver en perfecto orden
animales desollados y sin cabeza.
Dio la mano a los carniceros:
eran hombres poderosos y fuertes,
de sonrosadas mejillas.
“Vengan y síganme”, les dijo,
“yo los haré carniceros de hombres”.

El resto es
historia conocida.

Hay soldados por todas partes hoy día (Magdalena Fuentes)

Hay soldados por todas partes hoy día
y tú quizás dónde
en qué mañana.
He sabido, viajaste hoy.
He sabido, que las industrias
están intervenidas
que hay muertos.
He visto, desde el patio de nuestra casa
helicópteros rondando.
He visto, desde la calle
aviones sobre la Moneda en llamas
(bombardeando como en las películas de guerra).
He visto vecinos
sobre los techos de sus casas
mirando las negras hogueras
de las fábricas
y he sentido balas y gritos desde lejos
que vienen a esta hora.
Y tú, aún no llegas, no llamas
aún no llegas a casa, todavía.
Y he llorado, he llorado por el que
ha caído en la casa de gobierno
mientras hay vecinos que ríen y
se abrazan, y bajo la cuneta
brindan, y tiran el sombrero
al aire.

Recomendaciones (Jorge Etcheverry)

No fumar de noche
Ver en todo civil un enemigo
Hacer valer en todo lugar el uniforme
Más que nada
Mantener en alto el prestigio del arma
La herencia de la escuela
El nombre de la patria
Sobre todo acordarse
que no debe hablar con nadie por la calle
que hay que andar con el dedo en el gatillo
no aceptar cigarros de un desconocido
Hay que andar en parejas
repitiendo mentalmente el santo y seña
No guardarse cosas en los allanamientos
Y sobre todo
No mostrarse blando
No olvidar nunca el santo y seña

A una lavandera de Santiago (Oscar Hahn)

Mi prima que vivía de su artesa
se me murió de muerte repentina:
le partieron de un golpe la cabeza
con la culata de una carabina.
Desde el abismo de su cráneo abierto
suben gritos y cantos fraternales,
entran en cada vivo, en cada muerto,
y empiezan a temblar los generales.
La ropa sucia no se lava en casa
cuando la manchan sangres tan enormes
que van de lavatorio en lavatorio.
Un regimiento de manchados pasa.
Y no podrá limpiar sus uniformes
ni el mismo purgador del Purgatorio.

Que digiera bien, señora (Ana María Vergara)

¿Está llena
su cacerola
ahora, señora?

¿De qué?

¿De carne?
¿De hígado?
¿De lengua?

¿De qué
está llena
cree usted,
señora,
su cacerola?

¿De vaca,
de cordero,
de chancho?
¿De qué, señora?

¿De tripas?
¿De corazón?
¿De patas?
¿De cabeza?

¿De sangre,
de sesos,
de costillas,
de huesos?

¿De qué
cree usted, señora,
que su cacerola
está llena ahora?

Caminos (Aristóteles España)

Nos llevan a cortar leña por los bosques,
de sol a sol,
custodiados por patrullas
que apuntan directamente a la cabeza.
Ordenan cantar y correr,
agujerean nuestra sensibilidad,
quieren destruirnos como guijarros
bajo la nieve,
humillarnos
mientras entonamos en alta voz:

“Bajo la linterna, frente a mi cuartel,
sé que tú me esperas, mi dulce amada bien…”


Y el viento invade los parques de mis sombras,
desordena los faroles, las plantas escarchadas.
Me acuerdo de Rosita en la última navidad,
o con su uniforme de colegiala y sus cuadernos.
(A lo mejor nunca leerá este poema).
Hay olor a nubes enterradas,
nos golpean,
mientras una rata camina entre la hierba…

“Si es que llega un parte y debo yo marchar
sin saber querida si podré regresar…”


Sólo vemos galerías pintadas de insomnio,
postes amontonados,
manos que sangran,
hoyos, vómitos,
en el trayecto al Campo de Detenidos,
y fusiles,
y mitades,
encerrados en un laberinto de crueldad y miseria
en el paralelo 53 sur de este mundo.

Poema de nombre y autor anónimo

No puedo dejar de hablarte, padre
los diarios mienten,
todos mienten,
desde el boletín oficial,
el periodista,
el impresor,
la tinta,
los avisos económicos,
el canillita
a mí me fusilaron
en la noche y a pleno campo
… no me arranqué.
(El Willy iba esposado y
engrillado,
no llevaba vendas).
Es imposible imaginarse algo bueno
con vendas,
todas las voces son asesinas,
todos los pasos traidores,
todas las manos cínicas.
Nos bajaron como de un tren de animales
besando por última vez la tierra que
tanto nos gusta
y padre, había ese olor a campo tan nuestro,
fue la alegría, la esperanza,
pero los hombres actuaron como lo hicieron siempre
sus primos, abuelos
y aquí me tienen convertido en un cadáver,
sin cargos, sin sumario, sólo porque
me había arrancado.
Entiérrame, padre, y no olvides poner
mi fecha de muerte, no olvidar, no olvidar que ese olor a campo
permanece.

* Estos textos pertenecen a la antología "Los poetas y el general. Voces de oposición bajo Augusto Pinochet, 1973 - 1990", realizada por Eva Goldschmidt Wyman. En ella se reúnen poemas que describen lo que sucede inmediatamente después del golpe; poemas de prisión, otros que hablan del exilio y finalmente aquellos que se refieren a la experiencia de estar "libres" bajo un régimen dictatorial. El volumen pertenece a LOM Ediciones, año 2002.

27 de marzo de 2006

Retrospectiva del Puerto (por Felipe Ugalde)

Alejadas de las aulas, están sin duda
alguna, las voces que aprendieron el
lenguaje del habitar Valparaíso. Esa historia
se traduce en viajes, retornos, temporales,
barcos que se hunden, cerros despedazados
por las lluvias, latas que vuelan por los
cielos, delincuentes que bajan desde
sus castillos bien allá arriba del cerro
para andar al acecho cuales buitres. La niñez
pura, el canto, los parientes le muestran a
uno las calles y los cementerios que
duermen silenciosos esperando la caída de
la tercera guerra mundial. Y ya nada es tan
importante como arrugar los ojos al mirar el
sol, con dos bolsos llenos de verduras y
peces frescos, tan frescos como para nadar
dentro de tu cabeza, y los grandes poetas se
emborracharon antes del amanecer...

* Escrito perteneciente al poemario "Cementerio 250 Torpederas". Para más información sobre Felipe Ugalde visitar el sitio http://laverdemar.blogspot.com.

21 de marzo de 2006

Poemas de Pablo Neruda


Los hombres del nitrato

Yo estaba en el salitre, con los héroes oscuros,
con el que cava nieve fertilizante y fina
en la corteza dura del planeta,
y estreché con orgullo sus manos de tierra.

Ellos me dijeron: “Mira,
hermano, cómo vivimos,
aquí en “Humberstone”, aquí en “Mapocho”,
en “Ricaventura”, en “Paloma”,
en “Pan de Azúcar”, en “Piojillo”.

Y me mostraron sus raciones
de miserables alimentos,
su piso de tierra en las casas,
el sol, el polvo, las vinchucas,
y la soledad inmensa.

Yo vi el trabajo de los derripiadores
que dejan sumida, en el mango
de la madera de la pala,
toda la huella de sus manos.

Yo escuché una voz que venía
desde el fondo estrecho del pique,
como un útero infernal,
y después asomar arriba
una criatura sin rostro,
una máscara polvorienta
de sudor, de sangre y de polvo.

Y ése me dijo: “Adonde vayas,
habla tú de estos tormentos,
habla tú, hermano, de tu hermano
que vive abajo, en el infierno”.

Los poetas celestes

Qué hicisteis vosotros gidistas,
intelectualistas, rilkistas,
misterizantes, falsos brujos
existenciales, amapolas
surrealistas encendidas
en una tumba, europeizados
cadáveres de la moda,
pálidas lombrices del queso
capitalista, qué hicisteis
ante el reinado de la angustia,
frente a este oscuro ser humano,
a esta pateada compostura,
a esta cabeza sumergida
en el estiércol, a esta esencia
de ásperas vidas pisoteadas?

No hicisteis nada sino la fuga:
vendisteis hacinado detritus,
buscasteis cabellos celestes,
plantas cobardes, uñas rotas,
“belleza pura”, “sortilegio”,
obra de pobres asustados
para evadir los ojos, para
enmarañar las delicadas
pupilas, para subsistir
con el plato de restos sucios
que os arrojaron los señores,
sin ver la piedra en agonía,
sin defender, sin conquistar,
más ciegos que las coronas
del cementerio, cuando cae
la lluvia sobre las inmóviles
flores podridas de las tumbas.

Las oligarquías

No, aún no secaban las banderas,
aún no dormían los soldados
cuando la libertad cambió de traje,
se transformó en hacienda:
de las tierras recién sembradas
salió una casta, una cuadrilla
de nuevos ricos con escudo,
con policía y con prisiones.

Hicieron una línea negra:
“Aquí nosotros, porfiristas,
de México, ‘caballeros’
de Chile, pitucos
del Jockey Club de Buenos Aires,
engomados filibusteros
del Uruguay, pisaverdes
ecuatorianos, clericales
señoritos de todas partes”.

“Allá vosotros, rotos, cholos,
pelados de México, gauchos,
amontonados en pocilgas,
desamparados, andrajosos,
piojentos, pililos, canalla,
desbaratados, miserables,
sucios, perezosos, pueblo”.

Todo se edificó sobre la línea.
El Arzobispo bautizó ese muro
y estableció anatemas incendiarios
sobre el rebelde que desconociera
la pared de la casta.
Quemaron por la mano del verdugo
los libros de Bilbao.
El policía
custodió la muralla, y al hambriento
que se acercó a los mármoles sagrados
le dieron con un palo en la cabeza
o lo enchufaron en un cepo agrícola
o a puntapiés lo nombraron soldado.

Se sintieron tranquilos y seguros.
El pueblo fue por calles y campiñas
a vivir hacinado, sin ventanas,
sin suelo, sin camisa,
sin escuela, sin pan.

Anda por nuestra América un fantasma
nutrido de detritus, iletrado,
errante, igual en nuestras latitudes,
saliendo de las cárceles fangosas,
arrabalero y prófugo, marcado
por el temible compatriota lleno
de trajes, órdenes y corbatines.

En México produjeron pulque
para él, en Chile
vino litriado de color violeta,
lo envenenaron, le rasparon
el alma pedacito a pedacito,
le negaron el libro y la luz,
hasta que fue cayendo en polvo,
hundido en el desván tuberculoso,
y entonces no tuvo entierro
litúrgico: su ceremonia
fue meterlo desnudo entre otras
carroñas que no tiene nombre.

Promulgación de la ley del embudo

Ellos se declararon patriotas.
En los clubs se condecoraron
y fueron escribiendo la historia.
Los Parlamentos se llenaron
de pompa, se repartieron
después la tierra, la ley,
las mejores calles, el aire,
la Universidad, los zapatos.

Su extraordinaria iniciativa
fue el Estado erigido en esa
forma, la rígida impostura.
Lo debatieron, como siempre,
con solemnidad y banquetes,
primero en círculos agrícolas,
con militares y abogados.
Y al fin llevaron al Congreso
la Ley suprema, la famosa,
la respetada, la intocable
Ley del Embudo.
Fue aprobada.

Para el rico la buena mesa.

La basura para los pobres.

El dinero para los ricos.

Para los pobres el trabajo.

Para los ricos la casa grande.

El tugurio para los pobres.

El fuero para el gran ladrón.

La cárcel al que roba un pan.

París, París para los señoritos.

El pobre a la mina, al desierto.

El señor Rodríguez de la Crota
habló en el Senado con voz
meliflua y elegante.
“Esta ley, al fin, establece
la jerarquía obligatoria
y sobre todo los principios
de la cristiandad.
Era
tan necesaria como el agua.
Sólo los comunistas, venidos
del infierno, como se sabe,
pueden discutir este código
del Embudo, sabio y severo.
Pero esta oposición asiática,
venida del sub-hombre, es sencillo
refrenarla: a la cárcel todos,
al campo de concentración,
así quedaremos sólo
los caballeros distinguidos
y los amables yanaconas
del Partido Radical”.

Estallaron los aplausos
de los bancos aristocráticos:
qué elocuencia, qué espiritual,
qué filósofo, qué lumbrera!
Y corrió cada uno a llenarse
los bolsillos en su negocio,
uno acaparando la leche
otro estafando en el alambre,
otro robando en el azúcar
y todos llamándose a voces
patriotas, con el monopolio
del patriotismo, consultado
también en la Ley del Embudo.

Elección en Chimbarongo (1947)

En Chimbarongo, en Chile, hace tiempo
fui a una elección senatorial.
Vi cómo eran elegidos
los pedestales de la patria.
A las once de la mañana
llegaron del campo las carretas
atiborradas de inquilinos.
Era en invierno, mojados,
sucios, hambrientos, descalzos,
los siervos de Chimbarongo
descienden de las carretas.
Torvos, tostados, harapientos,
son apiñados, conducidos
con una boleta en la mano,
vigilados y apretujados
vuelven a cobrar la paga,
y otra vez hacia las carretas
enfilados como caballos
los han conducido.

Más tarde
les han tirado carne y vino
hasta dejarlos bestialmente
envilecidos y olvidados.
Escuché más tarde el discurso,
del senador así elegido:
“Nosotros, patriotas cristianos,
nosotros, defensores del orden,
nosotros hijos del espíritu”.
Y estremecía su barriga
su voz de vaca aguardentosa
que parecía tropezar
como una trompa de mamut
en las bóvedas tenebrosas
de la silbante prehistoria.

La crema

Grotescos, falsos aristócratas
de nuestra América, mamíferos
recién estucados, jóvenes
estériles, pollinos sesudos,
hacendados malignos, héroes
de la borrachera en el Club,
salteadores de banca y bolsa,
pijes, granfinos, pitucos,
apuestos tigres de Embajada,
pálidas niñas principales,
flores carnívoras, cultivos
de las cavernas perfumadas,
enredaderas chupadoras
de sangre, estiércol y sudor,
lianas estranguladoras,
cadenas de boas feudales.

Mientras temblaban las praderas
con el galope de Bolívar,
o de O’Higgins (soldados pobres,
pueblo azotado, héroes descalzos),
vosotros formasteis las filas
del rey, del pozo clerical,
de la traición a las banderas,
pero cuando el viento arrogante
del pueblo, agitando sus lanzas,
nos dejó la patria en los brazos,
surgisteis alambrando tierras,
midiendo cercas, hacinando
áreas y seres, repartiendo
la policía y los estancos.

El pueblo volvió de las guerras,
se hundió en las minas, en la oscura
profundidad de los corrales,
cayó en los surcos pedregosos,
movió las fábricas grasientas,
procreando en los conventillos,
en las habitaciones repletas
con otros seres desdichados.

Naufragó en vino hasta perderse,
abandonado, invadido
por un ejército de piojos
y de vampiros, rodeado
de muros y comisarías,
sin pan, sin música, cayendo
en la soledad desquiciada
donde Orfeo le deja apenas
una guitarra para su alma,
una guitarra que se cubre
de cintas y desgarraduras
y canta encima de los pueblos
como el ave de la pobreza.

Los abogados del dólar

Infierno americano, pan nuestro
empapado en veneno, hay otra
lengua en tu pérfida fogata:
es el abogado criollo
de la compañía extranjera.

Es el que remacha los grillos
de la esclavitud en su patria,
y desdeñoso se pasea
con la casta de los gerentes
mirando con aire supremo
nuestras banderas harapientas.

Cuando llegan de Nueva York
las avanzadas imperiales,
ingenieros, calculadores,
agrimensores, expertos,
y miden tierra conquistada,
estaño, petróleo, bananas,
nitrato, cobre, manganeso,
azúcar, hierro, caucho, tierra,
se adelanta un enano oscuro,
con una sonrisa amarilla,
y aconseja, con suavidad,
a los invasores recientes:

No es necesario pagar tanto
a estos nativos, sería
torpe, señores, elevar
estos salarios. No conviene.
Estos rotos, estos cholitos
no sabrían sino embriagarse
con tanta plata. No, por Dios.
Son primitivos, poco más
que bestias, los conozco mucho.
No vayan a pagarles tanto.

Es adoptado. Le ponen
librea. Viste de gringo,
escupe como gringo. Baila
como gringo, y sube.

Tiene automóvil, whisky, prensa,
lo eligen juez y diputado
lo condecoran, es Ministro,
y es escuchado en el Gobierno.
Él sabe quién es sobornable.
Él sabe quién es sobornado.
Él lame, unta, condecora,
halaga, sonríe, amenaza.
Y así vacían por los puertos
las repúblicas desangradas.

Dónde habita, preguntaréis,
este virus, este abogado,
este fermento del detritus,
este duro piojo sanguíneo,
engordado con nuestra sangre?
Habita las bajas regiones
ecuatoriales, el Brasil,
pero también es su morada
el cinturón central de América.

Lo encontraréis en la escarpada
altura de Chuquicamata.
Donde huele riqueza sube
los montes, cruza los abismos,
con las recetas de su código
para robar la tierra nuestra.
Lo hallaréis en Puerto Limón,
en Ciudad Trujillo, en Iquique,
en Caracas, en Maracaibo,
en Antofagasta, en Honduras,
encarcelando a nuestro hermano,
acusando a su compatriota,
despojando peones, abriendo
puertas de jueces y hacendados,
comprando prensa, dirigiendo
la policía, el palo, el rifle
contra su familia olvidada.

Pavoneándose, vestido
de smoking, en las recepciones,
inaugurando monumentos
con esta frase: Señores,
la Patria antes que la vida,
es nuestra madre, es nuestro suelo,
defendamos el orden, hagamos
nuevos presidios, otras cárceles.

Y muere glorioso, “el patriota”
senador, patricio, eminente,
condecorado por el Papa,
ilustre, próspero, temido,
mientras la trágica ralea
de nuestros muertos, los que hundieron
la mano en el cobre, arañaron
la tierra profunda y severa,
mueren golpeados y olvidados,
apresuradamente puestos
en sus cajones funerales:
un nombre, un número en la cruz
que el viento sacude, matando
hasta la cifra de los héroes.

El pueblo victorioso

Está mi corazón en esta lucha.
Mi pueblo vencerá. Todos los pueblos
vencerán , uno a uno.
Estos dolores
se exprimirán como pañuelos hasta
estrujar tantas lágrimas vertidas
en socavones del desierto, en tumbas,
en escalones del martirio humano.
Pero está cerca el tiempo victorioso.
Que sirva el odio para que no tiemblen
las manos del castigo,
que la hora
llegue a su horario en el instante puro,
y el pueblo llene las calles vacías
con sus frescas y firmes dimensiones.

Aquí está mi ternura para entonces.
La conocéis. No tengo otra bandera.

*Poemas de "Canto General", libro publicado en la década del '50 en toda América.

15 de marzo de 2006

Atardecer en playa Las Docas (sur de Valparaíso)



Fotografía de Javier Galleguillos
Enero de 2004

10 de marzo de 2006

Poemas de Armando Uribe


En Chile todos somos brutos
pero hay los nobles brutos y los
bestiales que cortan los hilos
de sangre y producen el luto
de las familias. Hay las bestias
torpes y tontas que se embisten
como cornudos y desvisten
a las doncellas que duermen la siesta.

***

Sí, malos hay de nombre propio,
y hay que nombrarlos, de apellidos
merecedores del olvido,
y hay que nombrarlos para acopio
de carroña en el cementerio,
e inscribirlos en el registro
de la infamia y de sus ministros
- es necesario, justo y serio.

***

La tos viene de noche, tos
de perro echado en el rincón,
junto a la escoba y el trapero,
la ampolleta no alumbra al perro,
los tapones negros saltaron,
la ronca tos, ruido de tarros.

***

¿Qué queda de la sangre de los antiguos héroes?
Corre en los riachuelos de las venas,
tres mil, diez mil años después,
en otras tierras, en otras cavernas
de descendientes suyos con haberes
que consisten en heces y el resto de una res.

***

Cuando se acaba marzo y crece lluvia
como largos cabellos de follaje
y nos ponemos ropa gruesa
bebemos vino negro. No hay cerezas
como tampoco hay uva
pero el otoño inicia un largo viaje.

***

Mal padre mal marido mal hermano
y ahora mal abuelo insano,
habiendo sido el muy mal hijo
que corresponde, de lo cual me aflijo,
me arrepiento y me echo de menos,
me tiro el pelo y me rasguño el seno.

***

Henos aquí, los viejos viejos
que una vez, unas veces,
fuimos aves a veces,
es decir, jóvenes. De lejos
se ven pájaros en bandadas
- que ya no somos lo que fuimos
sino unos cuervos, manchas, signos, mimos
de las noches pasadas.

***

Toda la música que oímos
cuando muy jóvenes, los vinos
que tomamos entonces, y los limos
de las putas de entonces, los divinos
arrebatos también, vuelven a vernos
cuando, de viejos, llegan los inviernos.

***

Vi cadáveres en grandes basureros;
por las cloacas transitan generales
flotando con cintas de seda roja,
mujeres abrazadas a niños perros;
árboles negros en los tintos valles
de la noche eterna de la derrota.

***

Tú que fuiste, ¿qué fue de ti?
No puede ser que triste estés.
¿Y dónde estás? Discreta, sal
de ese lugar, labios de sal,
ondeando tu cola de pez,
erguida abanicándote como si…

***

El vello púdicamente llamado
púbico es bello cuando suavemente
como raíces de hierbas con hierbas
vivas se mecen subiendo hacia el vientre,
deteniéndose en su ingle coronado
mientras la vulva dice que no se entre
todavía al ensueño, y tú te enervas
frente al monte de venus sedicente.

***

Los celos son desprecio a la mujer
que se ama, por caer al hoyo esclava
de la culebra en la basura.
Horror a su placer,
a su ranura,
y a lo que se le clava.

***

La muerte nos iguala a todos
y el nacimiento y las necesidades.
En vano se es muy rico o pobre.
Igual entre la orina y las fecas nacemos
y no se muere de distintos modos.
Y llegan la vejez y las edades
igual aunque el dinero falte o sobre.
Que morir tenemos ya lo sabemos.

***

Inscripción sobre el vaso cinerario.
Lo que hay aquí fue un hombre,
hoy es cenizas, talvez suyas.
No cantéis aleluyas,
porque es menos que sombra,
menos que la ceniza de un cigarro.


* Poemas pertenecientes al libro “Verso bruto”, del año 2002.

8 de marzo de 2006

Hijo mío, que mundo le ha tocao pa caminar!


¿No lo sabías? Hiphop = Poesía. Pero no cualquier poesía. Poesía de la calle, de la esquina, casi siempre fuera de las aulas universitarias y las sociedades de escritores. Poesía “con olor a neumático quemado” algunas veces, y otras, con aroma a melancolía y desesperanza. Poesía que habla de aquellos que miran el éxito económico desde fuera de las vitrinas, sin posibilidad de entrar a la tienda y tomar lo que les ofrecen en cómodas cuotas mensuales. Poesía que se construye día a día, en el ir y venir de un mundo en extremo convulsionado.

Han de saber todos que en Chile, existe una increíble cantidad de jóvenes y no tan jóvenes dedicados por completo a la cultura del hiphop. Una cultura que por lo demás, es bastante saludable para el espíritu y el cuerpo, al considerar el baile, la pintura mural, la poesía y la música como las cuatro patas de su mesa. Una cultura que al igual que el punk, el hippismo y el rock, ha sido fagocitada por la industria de la música, que cada cierto tiempo produce especimenes que a pesar de llamarse “hiphoperos”, se presentan con una imagen llena de odio, competencia, discriminación por las minorías, sexismo, machismo y cuanto vicio es posible encontrar en estos tiempos. Las cadenas de oro y los videos con autos caros, chicas ligeras de ropa y pistolas, son el indicio más evidente de un falso hiphopero. Eso en el caso de los venidos de Estados Unidos, pues en Chile, los “juguetes” como se denomina a estos tipos, quedan de inmediato en evidencia por la escuálida construcción de sus letras.

Varias lecciones

Dentro del verdadero hiphop, el que canta la realidad de la gente más pobre y que no se queda sólo en amenazas a la policía o al “rival”, el grupo argentino Actitud María Marta ha venido marcando presencia hace tiempo por su contundente estilo, donde se descubren varias armonías de reggae, soul y música latinoamericana, como tangos y cumbias.

Junto con ello, estas tres chicas han logrado levantar una de las líricas más poderosas del continente, marcadas por un fuerte antiimperialismo y una lúcida visión sobre los peligros que acechan al hombre en estos tiempos de calentamiento global y rebelión de climas.

Algunas de sus canciones poseen un elevado nivel poético, con versos simples y llenos de pólvora, capaces de conmover a quien tiene algún grado de interés por cambiar las cosas en el mundo:

Ya llegó
la hora de la resurrección
hay que salir a la calle
y no esconderse y hablar
solamente hablar
ya pasó
lo que tenía que suceder
hay un pueblo que te grita
y vas a tener que escuchar...


La inteligencia de Actitud María Marta se nota también en la fuerza de sus planteamientos, que en reiteradas ocasiones, adoptan un tono desafiante y retador, como cuando le advierten al hombre neoliberal dueño del mundo lo que pasará en un tiempo más, de seguir las cosas como están:

…¿qué vas a hacer?
¿comprar la luna?
qué cómico
de esta no te salva ni tu poder económico
¡que trágico!
que la conciencia no nos salve
yo quiero ver que va a pasar cuando la naturaleza hable…

Hace poco, Actitud María Marta estuvo participando en el Foro Social Mundial realizado en Venezuela. Allí estuvieron actuando en varios escenarios junto a otros grupos de música negra de toda América, y participando además en las multitudinarias marchas que por estos días, organiza el pueblo venezolano para buscar los 10 millones de votos necesarios para la reelección del presidente Hugo Chávez.

La existencia de grupos como las AMM dan fuerza para seguir creyendo en la poesía como una herramienta de cambio social, que mejore las malas condiciones colectivas y lleve al hombre respeto y evolución. Y como ellas mismas dicen, en nuestro continente hay varios motivos para pararse y moverse:

Dicen que el mundo ya no va a cambiar
que no insistamos
resignación nos piden
latinoamericanos
dicen que fuimos derrotados
perdimos una guerra
y ahora que resignarse a vivir en esta mierda
donde somos programados - tratados como ganado
¡no todo puede medirse por las leyes del mercado!
porque tus cálculos
pueden causar estímulos
para revoluciones que se te vuelvan obstáculo
y yo creo estamos
en la dulce espera
si te quedan dudas
sólo mira pa’ fuera…

Para más información sobre este grupo, visita:

http://actitudmariamarta.blogspot.com

2 de marzo de 2006

Esqueleto de un ascensor


Cerro La Cruz, Valparaíso
febrero de 2006