28 de febrero de 2006

Más poemas de Periferia

De “Alturas”

En la poderosa geografía del hombre y la mar
en la altura imbatible del viento
desde el corazón de la roca marítima
y entre el vigor azul del cosmos terrícola
voy como huésped ilustre de las quebradas
oliendo rumores, sirviendo vasos
con pulmones bañados de humo
dibujando el aire con bocanadas silentes.
Voy en vagancia como brisa de octubre
en un Valparaíso escalonado de fiebres
de pueblos perdidos en curva y silencio
y entre la agitada virtud de la creación
entre el murmullo inagotable del océano
y las oscuras lágrimas preñadas de sal
estampo la historia de mi palabra
como un legado de piedra virgen
que se entrega a los pies del mundo.

***

Abajo
en la ciudad que se cree eterna
en el patrimonio enclenque
que sucumbe con el brinco de la tierra
ahí abajo
he visto gente amarga
marinos retirados
soplones y peinetas
seminaristas y sanguijuelas
estafadores y silenciosos
alcohólicos y torturadores
asesinos y sacerdotes.
A uno de esos vi una vez
acariciando la piel de un niño.
A uno de esos vi otra vez
tomando la mano inocente de otro niño.
Ni hablar de los basureros
y los hombres que habitan a ellos.
¿De qué patrimonio me hablan?

***

No quiero la estancia del fino paladar.
Quiero la piedra dura
como pan de mesa.
No quiero tampoco la copa delgada
balanceándose por mis labios.
Quiero el hosco vaso
que no conoce fondo.

Quiero el tumulto de la tierra
levantando a los hombres.

Quiero la humildad del trigo
estrechando mi mano.

Quiero la casa con luz
fulgurando en el cerro.

No quiero estas sonrisas
ni tampoco la blusa de colores
ni el labio pintado
ni la colonia en el cuello.
Quiero el perfume del camino
entrando hasta el banquete
con el dulce trino de la noche desnuda
rodeando los corazones.

Sólo entonces
seré poeta.

***

El viento norte golpea mi cara.
El rancho siente el rumor de la tormenta.
Afuera los animales se inquietan.
Resplandece la pipa encendida del hombre
en el atardecer de junio.
Valparaíso hierve de actividad
y en lo alto
mi paciencia intranquila
espera el vendaval del barro.
Puede mi sangre abrirse a la lluvia,
puede.
Pueden mis animales congelarse en su inocencia,
pueden.
Puede mi rancho sumergirse en el silencio,
puede.
Puede el cerro transformarse en desastre,
puede.
Y la ciudad bajo techo no se entera de esto.

No importa.
En la boca dormida de la muerte
la palabra seguirá brotando
como un pétalo de primavera
tras la tormenta.

***

Suburbio mío
refugio de mi aliento
rancho de mis días
altar de mi madera.
Como un esporádico pájaro
caigo desde ti a la ciudad
con mi animal cansado
y mis papeles sucios.
Soy el habitante más alto de esta tierra
y en mis alturas no hay dinero ni emblema
sólo fruto y canelo
que la vida me fragua.
En la ciudad soy extranjero.
En las calles soy pergamino.
En medio de los autos
soy pasado olor naftalina.
Y me hago sombra a veces
en los barrios de la piedra
entre las callejas sorprendidas
por donde se planta mi huella.
Una lágrima entonces baja de mis cumbres.
No me gusta lo que veo.
La civilización del hambre
estallando como una ola de junio
partiendo mis párpados en dos
y en mi pecho su dolor
se hace invierno.
Hay un niño que llora
por una olla solidaria
y más allá una mujer solitaria
vende besos de carne
a quien llega en auto a buscarla.
Hombres y botellas
son un solo espectro.
Perros y basura animan la fiesta.
Entonces ahí yo prefiero volver a mi nido pequeño,
arriba, lejos del castigo severo
que la urbe patrimonia
envía a los humanos.
Porque no pertenezco a su miseria
no soy uno más de sus muros destrozados
ni estoy en el cemento manchado
de su alcohol anónimo.
Soy quebrada, aromo, pastizal,
Valparaíso rural encaramado en la incógnita
en la incierta latitud de lo verde.
No pertenezco al paisaje miserable
de los hombres abandonados
soy hombre de pecho fuerte
pobre queriendo dejar de serlo.
Así sea.

24 de febrero de 2006

23 de febrero de 2006

Alturas de Valparaíso


Vista de la estación superior del ascensor Monjas
Fotografía tomada en febrero de 2006

17 de febrero de 2006

Poemas de Vicente Huidobro

Solo

Solo solo entre la noche y la muerte
Andando en medio de la eternidad
Comiendo una fruta en medio del vacío

La noche La muerte
El muerto recién plantado en el infinito
La tierra se va la tierra vuelve

Solo con una estrella al frente
Solo con un gran canto adentro y ninguna estrella al frente

La noche y la muerte
La noche de la muerte
La muerte de la noche rondando por la muerte

Tan lejos tan lejos
El mundo se va por el viento
Y un perro aúlla de infinito buscando la tierra perdida

Tiempo de espera

Pasan los días
La eternidad no llega ni el milagro

Pasan los días
El barco no se acerca
El mar no se hace flor ni campanario
No se descubre la caída

Pasan los días
Las piedras lloran con sus huesos azules
Pero no se abre la puerta
No se descubre la caída de la noche

Ni la ciencia en su cristal
Ni el comprender ni la apariencia ni la hojarasca del porqué
Pasan los días
No sale adolescencia
Ni atmósfera vivida ni misterio

Pasan los días
El ojo no se hace mundo
Las tristezas no se hacen pensamiento
El mar no llega hasta mis pies agonizando

Pasan los días
Y ella es pulmón de noches rompiéndose en sonidos
Y es hermosa como llanura comprendida
Es abundancia de sauces y silencios

Pasan los días
Ella es huracán que desata sus ruidos
Es una gran lágrima cayendo interminablemente
Como una estrella que se volviera loca

Pasan los días
El miraje infinito de las tumbas una a una
No detiene la marcha
Se abren paso hacia el día hacia las horas
Hacia la edad y sus malezas

Pasan los días
Y no se oye el ruido de la luna

Camino inútil

Cortar el suspiro del infinito nacido en nuestro pecho
Cortar la tarde con sus grandes senos desesperados
El miedo de los labios ante el canto que brota
El miedo de la montaña ante la luna
Y del tiempo en mi cabeza ante el tiempo en su vacío

Yo ando sobre mi sangre desesperada
Buscando el rincón secreto de mí mismo
Sin miedo de caer sobre mis montañas
Sin miedo a la tempestad que se prepara en mis ojos

Andando sobre el barco de mí mismo
Sobre este esqueleto sin vuelta y sin tristeza
Andando andando
Amenazado por tanta semilla propia
Por tanta oscuridad que quisiera cantar
El buque tiene sus horas contadas
Lleva un espíritu de savia en su árbol astrológico
Y no me obedece cuando mi voz llega a su destino
Cuando abro los ojos para que quepa el sol

Aliento

El hálito del poema apaga todas las bujías del mundo
No hay más fósforos en el cielo ni el los bolsillos del viento
Hay el poeta y algo grande en torno suyo
Los astros del destino nadan sin ruido
Su aliento propulsor cambia la vida
Arrastra témpanos y borrascas encima del tiempo
Sus ojos leen la eternidad
Sus manos abren la puerta de las estrellas desconocidas
Y él espera arriba de la escala
Él solo ante el absoluto

Un astro gira
Una campana suena
Una campana lanza sus dados sobre los destinos
Entre los hombres
Descienden pasos al fondo del alma
El azar cae sin emoción de los dedos celestes
Los arroyos desembocan en el corazón
Los ríos desembocan en los ojos
El infinito en la palabra
La palabra desemboca en la boca
En la lengua donde el cielo se acuesta

La eternidad se escapa por la ventana
Un misterio se realiza en el espacio
Los lazos se rompen los mares se desatan
Un mundo nuevo vuelve a nacer

El pecho el azar la eternidad
El aliento del poema alumbra el incendio de los cielos que al fin han comprendido su verdad


*Textos pertenecientes al poemario "El ciudadano del olvido", de 1941.

13 de febrero de 2006

Veraneo porteño



Llega una hora en que todos duermen (o casi todos)
los quiltros las garrapatas las sombras
los cabros chicos las abuelas los ratones
y en el cerro Mariposa el verano toma forma de cerveza
en una tarde en que el reloj se cae a pedazos
y gotean los techos de las casas
y se acaba una botella y llega otra
a llenar la letanía de un domingo abochornado
un domingo en el que todos duermen
(o casi todos)
como en el más fatal de los cementerios.

10 de febrero de 2006

Libro recomendado: "Álbum de Valparaíso", de Elvira Hernández

Este libro del año 2002 contiene una poderosa y fresca poesía, escrita en un estilo libre que sorprende por su naturalidad y por ofrecer una particular visión del oficio poético.

Con el puerto de Valparaíso como entorno geográfico, la autora va dando forma a un cuadro lleno de imágenes individuales y urbanas, donde la ironía, la parodia y la crítica están presentes a través de una pluma magistral y llena de curvas, tal como sucede en muchas calles de nuestro puerto principal.

Así, junto a algunos lugares reconocibles de la ciudad, es posible encontrar voces y ecos del ciudadano acostumbrado / asombrado a la vitalidad de Valparaíso, dejando también espacios para algunas "declaraciones" sobre el "deber ser" del poeta, que en este caso, no se parecen en nada a los rancios cánones literarios de ciertos personajes.

Una saludable ejercicio de lectura, en lo posible bajo la influencia de alguna flor benigna, es este "Álbum de Valparaíso", la opera prima de la poetisa Elvira Hernández, nacida en Lebu en 1951.

Algunos poemas:

No hay que echarse a morir

Hay que echarse a vivir serenamente.

Debes ir y poner tu huella digital
sobre lo más sólido
Después brindar con el borrón de ti mismo
sin cuenta nueva en el espejo
en el bar de la esquina
Después marcharte con el portazo único
de tu corazón
por la calle larga
y cerciorarte
que nunca nadie te siga.

***

"Stultifera Navis" atraca al fondo
Las aduanas no registran nada
Es como un temblor imperceptible grado 1,5
Un contrabando que viaja en una amígdala
Un amasijo amatorio que da el quilo
Aleve se guarnece con álgebras
Fiel se traslada a su capacha
Hace ejercicio en los palos mayores para
encontrarse con las nubes
El mundo es un ojo de buey mirado por
un ojo de buey
Un cansancio color ataúd.

***

No me dé sopa de tortuga - ese milenio no cabe en una sopa
Ni loco vedado c/ la agregaduría de cortina de humo
Ni choro-zapato por un asunto de simbolismo
Ni sierra todavía inencontrable en su mismo piso
Ni atún tipo caballa que no quiero parecidos
Ni menos epopéyica espinaca

Tráigase un pez eléctrico enchufado

***

Entre el Hotel Bristol y el Hotel Lancaster
está el Mago de las Ruedas
Entre cerro y cerro los vericuetos irrespirables
que se meten al bolsillo
Entre ventana y ventana un cordel de ropa
pendiendo al mar hecho trinquete
Entre vacío y litoral grúas pendulares
ánimas de pájaros de pronto
Entremedio ¡upas! para alcanzar la cima y el rincón
prometidos los brazos que por horas
recogerán mi sueño metido
Entre ceja y ceja

***
tiro por la borda claridades añejas
tiro la casa por la puerta principal
tiro sopapos de lo lindo
tiro como loco
tiro al tanteo y al tuntún
me tiro al dulce – es amargo –
tiro tres tristes trenos tincados
le tiro los platos por el trasero
tiro y no aflojo
tiro desde el fondo de mí mismo
no tiro a salir a flote
tiro en la sien.
***
muy señor mío y señora mía
pohetas:

te tienes que escribir con algo de letra muda para
entenderte, y entender que no puedes entrar en
globo aerostático o montado en burro a la ciudad.

¿vives acaso en la cima de una columna o estás
tratando de arrebatar el micrófono? (constato que
hoy todos chupamos ese candy de palabras con la
rara excepción tuya) ¿cuál es la palabra del poeta?
(quizás ya no quedan palabras)

te recomiendo mejor una de nuestras fiestas de
larga duración donde hombres y mujeres caen del
cielo y a pedir de boca el suche es rey y el rey paco
raso y las paganas vírgenes sabias mujeres, etc.
Todo se revuelve

no sé dónde deberías comprar ropa para lucir con
eso del hábito y del monje, ¡habitar tanto lugar
común!... Pórtate mejor como chaqueta amarilla

si te has ido a pique sobrevive en la submarina y
escríbenos en la arena porque igual te queremos
***

9 de febrero de 2006

Fecundo aroma de flor...


Fecundo aroma de flor
en el pie del cerro carcomido
y a lo lejos
la voz bálsamo de la quebrada
viniendo en ágil brisa celeste
con amalgama de sueño
enquistada en su perfume.
Caen del cielo las nubes
en su desorden cósmico
y en la mitad del azul
las plumas que se agitan
y el ave que desaparece.
Abajo mis ojos
como un manantial de polen
como un panal de abejas
tirando lazos invisibles
hasta el misterio del universo.
Es primavera
12 PM
y en mis venas la planta
crece clandestina en su aroma.

7 de febrero de 2006


Vista parcial del cerro La Virgen
Fotografía tomada desde el cerro La Cruz
un día de 2005

1 de febrero de 2006

Poema Impúdico (de Luis Castillo, poeta porteño)*

Cantaremos al amor que hay en tus ojos.
El beso ardiente que en tus labios duerme
será la chispa que encenderá mi deseo.
Tus brazos serán la cadena de mi gula obscena.
Me recostaré en tu cuerpo.
Cumpliremos el rito con todo el entusiasmo
de tu curiosidad de virgen.
Yo seré el sacerdote. Tú la diosa obsequiosa.
Me adentraré en tu cuerpo
con toda la vitalidad de mi virilidad hambrienta.
Me sentirás muy hondo. Palpitará tu entraña.
Te morderé en la boca
y tú te harás más vaina mientras más me sufras.
Mis brazos afiebrados modelarán tus carnes.
Tus senos perfumados me servirán de almohada,
y al compás de nuestras ansias
se hará anhelante el ritmo,
frenética la danza.
Seremos bailarines. Seremos dos serpientes.
Seremos como el mar.
Yo, fuerte y fiera ola que cubre mansa playa
tú, blanca y fina arena que se brinda sumisa
a los golpes del mar.

* Luis Castillo nació en 1920 en Valparaíso y falleció en noviembre de 2004, dejando un volumen titulado "Relatos...", como herencia a su familia. En él se intercalan poemas y cuentos.